"Me recuerdan lo lindo que es"

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Supongo que al final de todo, sí pude quedarme con tu collar y me lo llevé conmigo al otro lado de la ciudad, al otro lado de la tierra mojada. En realidad no deseaba quedármelo, pero lo colocaste en mi cuello antes de poder despedirnos y lamentablemente no pude quitármelo, ahora lo veo todas las mañanas frente al espejo, o cada vez que las almas perdidas me recuerdan lo lindo que es.

Mi compañía es cada vez más pequeña, al parecer todos están muriendo, no irónicamente, se siente como si todos se hubieran cansado de esperar sentados sobre un césped que se seca cada dos semanas.

Las estrellas son las únicas que me visitan ahora, pero ellas no me dicen “te amo”, aunque sea mentira, como tú lo hacías. Por fin entiendo por qué sentíamos que las noches eran tan cortas, porque los besos llegaban a ser lo suficientemente largos para olvidarnos de ella. Cada día espero las noches más largas deseando que a la mañana siguiente logres aparecer con una nueva carta y flores, con una disculpa que jamás te había escuchado inventar.

Los poetas malditos nunca mueren IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora