Levanté cada una de las razones que no debía levantar, escuché las mentiras que no debía escuchar y lloré por alguien que jamás vi llorar, sufrí, estúpidamente, caí, ridículamente. Las escaleras se están oxidando, conducen hacia ninguna parte, las vacaciones se han olvidado, tus besos siguen marcados en los lugares a los que decides no voltear de nuevo, odias recordar cuando yo amo hacerlo, amabas gritar cuando yo temía escucharte hacerlo. Estoy sentada sobre el banco más solitario, escribiendo sentimientos que los jóvenes no entenderán, disfrutando de la soledad, suplicando por un abrazo más. Si alguna vez escribí que moriría por ti, déjame escribirlo de nuevo, creo que no entendiste bien esa metáfora.
Amé, estúpidamente, amé, ridículamente, dejé que los pensamientos de mi mente y los tuyos arruinaran mi pasarela, nadie quiere verme ahora, apagan las luces cuando intento decir algo. Busqué la manera de sentirme viva aún con el corazón roto, aún conociendo donde estaba, lo que tus acciones hicieron.
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Los poetas malditos nunca mueren IV
PoetryLos poemas que te escribí son aquellas razones por las que viví, ahora que he escrito suficientes, me pregunto si algún día los leerás para mí...
