Capítulo 40: conexiones inconscientes.

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Las mañanas en San Petersburgo se volvían cada vez más frías, su lecho siempre se encuentra cálido y acogedor, tanto es así que, los malos hábitos comenzaban a pasar factura, probablemente más acentuado por su embarazo, le costaba levantarse temprano, Viktor con mucho gusto se convirtió en su despertador personal, pero los últimos días algo estaba cambiando, sería hipócrita decir que no le agradaba, solo que era algo novedoso y excitante, le cuesta contenerse de ir más allá, aunque admite que es efectivo para levantarlo de la cama, ese día no era la excepción.

El ruso comienza su rutina temprano, se lava la cara, baja para preparar el desayuno, sube para avisarle y escoge el traje que se pondrá en esa ocasión, al no encontrar respuesta se sienta al borde del colchón, le palmea, besa la frente, descobija al japonés e inicia a tocarlo, al principio todo era sutil, incluso algo romántico, sin embargo, las caricias poco a poco subieron de tono, a tal punto que las cosas podían salirse de control.

Se besan profundamente, tocando incluso por debajo de las ropas, Yuuri gemía bajito, su esposo le amasaba con gentileza su apenas abultado pecho, podía sentir a su vez algo rozando su muslo, de solo imaginar de lo que se trataba sus partes íntimas lubrican, el intenso olor de los lirios inunda la habitación, dándole luz verde a Viktor para continuar, sus labios son liberados por lo que su voz sale con sorpresa cuando su cuello es atacado, aquellos dientes se contienen en su piel, casi temiendo dejar una marca, su cuerpo se estremece, la respiración caliente del alfa en su oído le provoca escalofríos.


—¿Ya despertaste? —le susurra en tono sugerente.

—Vi-Viktor —murmura acalorado.

—Se está haciendo tarde —se incorpora hasta sentarse, su mano se posa en el vientre del menor, recorriendo un tortuoso camino hasta la entrepierna del mismo.

—S-si —atina a decir, se muerde los labios, observa los ojos azules oscurecidos, confirmando que su esposo es dominado por la parte alfa.

—¿Deberíamos parar? —sus dedos, traviesos, le amenazan en colarse bajo los pantalones bombachos del pijama, suspira y llena sus pulmones con la dulce fragancia que le envuelve.

—Y-yo —se debatía internamente por sucumbir o atenerse a las consecuencias de llegar tarde a la clase de aquel profesor molesto.

Yuuri —pronuncia coqueto, se inclina para depositar un beso en la sutil barriga bajo él—, los amo.


Sus ojos chocolate se llenaron de lágrimas y el carmín adornó todo su rostro, repentinamente ya no sentía excitación, solo un intenso amor que le embargaba, Viktor le abrazó, llenándole de besos. En ocasiones olvidaba que ahora su lazo era un puente de información entre ambos, influenciando muchas veces el estado de ánimo del otro, al parecer, sin querer, ha provocado que el instinto de su esposo salga cuando siente que sus emociones se salen un poco de control, probablemente vinculado a la bomba de hormonas en su cuerpo, al final siempre es Viktor quien lo trae de vuelta a la realidad.


—Puedes desayunar en camino a la universidad —le regala un último beso antes de separarse y cambiar su ropa.

Viktor —trata de tapar sus ojos con las manos, sin éxito, pues no deja de observar el bulto en los pantalones del otro.

—No te preocupes, continuaremos por la noche —promete un tanto apenado.


Luchando contra sí mismos, logran continuar con aquella ajetreada mañana, a duras penas pudieron separarse en el estacionamiento, ya que seguían llamándose el uno al otro, Viktor intentando protegerlo y Yuuri buscando su atención, así entonces, después de un necesitado beso, se encaminan a los autos que los llevaría a sus respectivos destinos.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now