Capítulo 25: Dilema del deber.

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Hogar. Una palabra que engloba diversos simbolismos variando de persona a persona, para muchos significa un lugar a donde regresar, una situación similar al cariño fraternal, sentirse en armonía con el entorno, disfrutar de un pasatiempo que libera al corazón, entre muchas otras formas que cada cual apremia acorde a sus vivencias y emociones. Para el caso de Viktor Nikiforov, ha cobrado un nuevo sentido, siempre creyó que aquella calidez había desaparecido justo al momento de comprender que sus padres no volverían a estar juntos, por mucho tiempo luchó por encontrarle de nuevo, siendo insuficiente su convivencia con los Plisetsky, ni que decir de la interacción con su madre, prácticamente nula y frívola, pues desde el divorcio se convirtió en una completa extraña.

Creció con la idea de que su familia estaba rota, que debía juntar las piezas en el pecho y crear con su imaginación esa palabra que todos parecían mencionar con anhelo. Una vez inició la secundaría otra revelación llegó a él en una clase de biología cualquiera, las parejas gamma, un fenómeno que todavía la ciencia no logra explicar con exactitud; quedó fascinado ante aquella idea, aunque fuera el motivo que le hacía sufrir en silencio, quizás si conseguía encontrarla volvería a cobrar el sentido en su vida, llenar el vacío que helaba su corazón.

Por ello cuando al fin contactó con Yuuri, su mundo giró a un acelerado ritmo, tomándole mayor gusto a las monótonas acciones de cada jornada, emocionado de lo que ocurriría, una vez lo conoció se dejó embargar por los sentimientos que florecían de la mano del instinto que tanto tiempo retuvo, explotando por cada uno de sus poros, en poco tiempo el enamoramiento segó su ser, creyendo entonces que en efecto, su amado omega se había convertido en su hogar.

Las cosas en un principio fueron dulces, inigualables, pero tarde se dio cuenta, no estaba preparado para ello, a su corta edad es responsable de su pareja por la ley, velar no sólo de su bienestar físico sino también emocional, pronto comprendió que Yuuri también guardaba expectativas, sueños y un carácter que lo hacía temblar en su área de confort, el amor no sólo eran mimos y detalles, se necesitaba comunicación, intimidad, empatía, apoyo, aceptación, sinceridad; elementos que en su vida se vieron amedrentados. No sabía cómo enfrentarlo, su concepto idealista estaba desquebrajado.

Luchó, tratando de mantener todo bajo control, pero el resultado no fue del todo satisfactorio, Yuuri, su Yuuri, pasaba por una mala racha, entre dudas e inseguridades, soporta a duras penas la parte omega que le estruja y domina sus sentidos. Está claro que exige claridad, que deje de lado aquello que le atormenta, lo que le aleja de él, porque ha huido, enfrascándose en el trabajo como su madre le ha ensañado, haciéndole cuestionar ¿Por qué lo evita? ¿A qué le teme? Es evidente que él mismo también guarda hechos en su corazón que no le dejan avanzar, miedos que le persiguen con vehemencia, por ello decidió ponerle un fin a todo eso.

Era poco más de un mes desde que cumplía, casi religiosamente, la cita con una excelente psicóloga especializada en relaciones de alfas y omegas, la mujer es una habida investigadora del comportamiento en parejas gamma, así como su relación familiar e interacción con sus pares. Ambos seguían al pie de la letra las sugerencias y tareas que ella creía convenientes para su relación, notando leves cambios a favor, incluso llegaron a tener terapias individuales para tratar puntos específicos.

Viktor por su parte, reafirmó el origen de su problema con su parte alfa, las vivencias dolorosas personales, la separación de Antoine y su relación con Elena le impedían soltarse, además su concepto de familia no era el mejor, sobre todo si existía Yuuri de por medio; la constante batalla con el instinto que le dicta enlazarse y embarazarlo estaba ganando terreno, por lo que buscó una manera de satisfacer ese culposo deseo: un cachorro. No uno humano, sino un pequeño canino que les acompañara y disminuyera la tensión creciente entre ambos, pues sabía que la naturaleza de sus interiores está en el límite para salirse de control.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now