Capítulo 18: Reacciones complementarias

3.2K 299 143
                                    


Las mañanas en San Petersburgo son muy frías, tanto, que la primavera es bastante tímida para llegar allí, pues, manifiesta su calidez hasta pasado medio día, brindando su ayuda a los brotes de árboles y plantas que florecen poco a poco. A regañadientes, una pareja se remueve entre las sabanas, resistiéndose a salir de su lecho, sin embargo, uno de ellos se resigna, ganando, por sobre todo, su sentido de responsabilidad; destapa la mitad de su cuerpo, tanteando con la mano libre el teléfono móvil que vibra y suena estruendoso. Suspira, siente otro cuerpo acurrucarse más con el suyo, derritiéndole el corazón al escuchar el ronroneo que proviene del omega, mismo que frota la cabeza en su pecho, tentándole a seguir descansando.



-Hoy debemos ir a la universidad ¿Recuerdas? –dice con voz somnolienta, abrazándose al calor de su amado, hundiendo su nariz en el sedoso cabello oscuro.

-No quiero... -se hace un ovillo- deseo quedarme contigo.

-Yuuri–reprende.

-Sólo un poco más –da pequeños besos sobre los pectorales donde descansa su rostro.

-¡Oye! –retrocede, incomodo, pues su fisionomía reacciona automáticamente a la caricia, más ahora que se ha acostumbrado a intimar con su pareja- Eso es trampa, bello durmiente –ríe.

-Creo que mi celo aún no se va –se excusa con una pícara sonrisa, apoyando su barbilla sobre las costillas del mayor.

-No puedes engañarme –señala su propia nariz- ya me he acostumbrado a tus feromonas, haz vuelto a la normalidad.

-Oh, está bien... -se queja, inconforme.

-Vamos.



Su interior cosquillea justo antes de incorporarse, el menor hacía un lindo puchero como rabieta, pues, durante los últimos días, lo consintió devotamente, a pesar de encontrarse cansado o sin ánimos. Antoine se mantiene estable, pero su preocupación no desapareció del todo, Yuuri fue una gran distracción para no comerse la cabeza, por lo que negarse a su capricho le provocaba una extraña sensación. Accede a su instinto sólo por unos segundos, concediéndole, en una pequeña fracción, la razón a su sentido alfa. Inclina su torso, buscando, con suaves caricias, las manos del japonés, entrelaza sus dedos y le acorrala contra el colchón, sorprendiéndole, más aun cuando le besó; pausado, suave, envuelve sus labios con ternura y segrega feromonas de consuelo, con una clara pizca de enamoramiento. Le encanta sentir como es correspondido por aquella dulce boca, la que suspira y tiembla, mientras sus palmas son apretadas, intensificando el agarre, cosa que estimula sus bajos instintos, se está agitando, por lo que decide parar. Al separarse, el menor le observa con ojos brillantes y mejillas ruborizadas, quizás incrédulo de lo que acaba de pasar.



-Yuuri~ estás feliz –sonríe cándido, aspira su fragancia, apoyando su frente en la contraria.

-¿Vi-Viktor? –llama confundido.

-¿Sí? –le dedica su completa atención.

-Ah... -abre su boca intentando decir algo que nunca llega- ¿Te sientes bien?

-Si ¿Por qué? –no pierde su gesto alegre.

-Estás... -su sonrojo se intensifica- tú... -parecía buscar las palabras adecuadas- también estás contento –huye, nervioso, de su mirada.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now