Capítulo 29: Destino.

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Sus jadeos se escuchan como un eco en aquella habitación, le tiene sin cuidado, no hay nadie quien delate sus acciones, siente el frío piso bajo su piel desnuda, hirviente y sudorosa, no teme resbalar porque alguien en su espalda le sujeta con seguridad, sus manos entrelazadas en una muda promesa, sus respiraciones entremezclándose para ser una misma, sus rodillas tiemblan ante el movimiento de la pasional unión, le cuesta pensar, no ahogarse con las feromonas que se impregnan en él como un tatuaje invisible, sus muslos están empapados, de su esencia, de otra ajena, acorralado, no quiere huir, la columna se arquea obedeciendo al instinto, su vientre se llena de un calor que le quema y aturde, de sus labios tan sólo salen balbuceos, sus ojos se derraman en lágrimas de éxtasis.



Yuuri —Pronuncia su acompañante en un suspiro hambriento.



Aquella voz le estremece cual corriente eléctrica, su omega interior responde con una desenfrenada descarga de olor, apretando aún más su esfínter y reteniendo aquel grueso nudo que todavía le provoca réplicas de placer, por sí solo ronronea a los mimos en su nuca, pues se sabe suyo en más de una forma, eso le encanta, calma la desesperación y mengua su necesidad.





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«La naturaleza humana es simple. Nace como un ser curioso y en blanco que de apoco se va tiñendo de experiencias, aspiraciones, anhelos, vastos sentimientos; mismos que moldean la forma en la que interpretan los sucesos a su alrededor, en como interactúan con otros y trasmiten sus pensamientos».

«Es necesario saber que las personas son criaturas sociables que inevitablemente forjan lazos con sus pares, algunos particularmente en gran cantidad y también lo hacen de distintas maneras, con un gusto único de intensidad».

«Los alfas y omegas no están exentos de ello, después de todo son la evolución misma de la raza, pero ¿Por qué la genética había dado tal salto hacia atrás? Muchos científicos todavía se lo preguntaban, pues aunque "modernos", con sus habilidades físicas por encima de la norma, los hacía superiores, no había nada más fuerte que un alfa, no existía alguien más resistente que un omega, pero su inestabilidad emocional y el arraigado instinto les hacía hasta cierto punto menos confiables que un beta, o quizás aquel argumento era un vano intento por mantener algo de dignidad entre, los todavía muchos, betas».

La risa de Chris tras decir algunas de aquellas bastas palabras le hizo pensar, pues se enteró hacía escasos minutos la carrera a la que él está dedicando tantas horas de estudio: medicina.

Con sus lentes redondos graduados y su típica sonrisa jovial les recibió con gran calidez en Zúrich, les llevó a la casa que aun compartía con sus padres, reconociendo inmediatamente los rasgos Giacometti: facciones hermosas, largas pestañas, cabelleras claras, ojos verdes y ambarinos, esbeltos cuerpos, cada uno sumamente apuesto, adornando el salón con exquisitas fragancias. Podía notar entonces con suma facilidad el parentesco de su esposo con aquella familia ahora que tenía un punto de comparativa mayor, Viktor no podría negar su sangre.

Dulce ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora