Capítulo 26: En vísperas de la verdad.

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El ser humano es una criatura que busca tener el control, sea en base al conocimiento, la fuerza, agilidad, belleza, dinero, entre muchas otras cosas, trata de ser inigualable para sobresalir, es una conducta natural, primitiva, presente incluso en animales menos sofisticados, pues "ser el mejor" es parte del instinto esencial de sobrevivir. Sólo que la humanidad lo ha llevado a otro nivel, creando complejas sociedades, lenguaje, cultura, una amplia ramificación de conductas que en un principio representaban vivir o morir. Actualmente mucho de aquello ha quedado obsoleto, sin embargo, las absurdas leyes y costumbres de una forma u otra siguen presentes como una sombra pesada, dirigiendo lo que es "políticamente correcto" y lo que no.

Ya que un alfa es fuerte, ágil, inteligente y protector, es quien por supuesto velará por el bien de la familia, de la mujer o el omega con quien comparta lecho y que incluso, si su poderío es tan basto puede crecer el número de concubinas y vástagos a su cargo. Por el contrario un omega debe ser sumiso, complaciente, un buen amante y adorar a su pareja devotamente, proporcionándole los hijos que conformen a la virilidad de su pareja, sea como sea, él o ella sólo dedicarán la vida a su gamma en un contrato perpetuo e inquebrantable. Sólo alfas y omegas pueden estar juntos, no cabe lugar para un beta o una aberración peor.

Eso había escuchado Yuuri cuando era un niño y no comprendía la profundidad de aquellas palabras, una anciana fue a la posada de sus padres con gran cólera, le había despreciado con la mirada al igual que a su hermana, gritándole un sinfín de insultos hirientes a su madre, quien firme aguantó hasta que la mujer tuvo suficiente y se marcó. Hiroko lloró escondida aquella noche, pensando que sus hijos no oirían sus quedos sollozos, como si el lazo maternal no les alertara que algo malo ocurría, sobretodo en el más pequeño de los Katsuki que tenía una especialmente fuerte conexión con ella.

Los sucesos después de ello no fueron en especial relevantes, pero una espina en su interior se colocó, transformándose en una dolorosa aflicción cuando el primer celo arrebató su inocencia. Creció odiando a los alfas junto aquellos omegas que los adoraban, negándose a creer en lo dicho por la vieja mujer que lastimó a su madre, él no sería así, nunca se doblegaría a un maldito alfa. Pero la vida saboreó con cautela el momento para abofetearle con la realidad. Cuando conoció a Viktor supo que aquello sería difícil de llevar, pero por suerte el ruso parecía ser una excepción a la regla, torpe, romántico y dulce, características completamente opuestas a su género, más propias de un omega soñador que de un alfa en sus veintes, cayó estúpidamente enamorado a sus encantos. Quizás la naturaleza se había equivocado de cuerpo pero el destino se encargó de búscalos, encajando como dos piezas de rompecabezas.

Pero no todo resulta ser tan maravilloso siempre, una vez comenzaron a compartir el mismo techo descubrió que su Viktor no era tan perfecto a sus ojos, después de todo nació como un alfa en una cuna privilegiada, cuenta con manías y frases propias de su tipo, pero le perdona porque sabe que aún son inmaduros, tienen muchas cosas de las que hablar, sabe que a él le cuesta abrirse, intenta mucho comunicarse lo más claro posible, por ello gusta de molestarlo con frases un tanto agresivas, pero también es consiente que su instinto siempre tratará de satisfacerlo y no se equivocó en creer en ello, durante su último celo algo cambió.

No se han enlazado, la desesperación de su omega interno le domina más de la cuenta, la naturaleza le dicta cumplir con su objetivo, encontrar la manera de que su destinado le reclame. Habían discutido esa noche, rechazó tanto a Viktor que su instinto le cegó por completo en temor de ser abandonado, no es normal que un omega desafíe a su alfa, por lo menos no a su gamma. Cuando despertó supo que su dignidad había sido pisoteada y se odió al momento que su corazón se derritió con el delicado trato de su amado, su cuerpo dolía, el peso de la nuca le vencía mientras sus genitales punzaban debido al escozor caliente del celo. Lloró cada vez que el mayor dormía, no quiso preocuparlo, suficiente ya cargaba con bastantes cosas, lo sabía porque en ocasiones despertaba fingiendo dormir para escuchar sus interminables suplicas y promesas.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now