Capítulo 10: Instintivo

3.5K 357 113
                                    


El sol clareaba, cubriendo con su cálido manto las techumbres, colándose indiscriminadamente, sin miramiento, por las ventanas, mientras las cortinas hacían su mayor esfuerzo por retenerle, pero era en vano, el siempre triunfante astro rey cumplía uno de sus tantos cometidos, despertar a las criaturas diurnas del planeta.

Unos ojos de color chocolate se abrieron con pesadez, entonces su dueño notó que no estaba justamente en su habitación, recorrió cada rincón con la mirada, las velas estaban apagadas y los pétalos de rosa se encontraban esparcidos por todo el lugar, incluso pegados a algunas partes de su cuerpo, sentía la presencia de su esposo envolverle desde la espalda, su respiración erizándole la nuca, entonces recuerda que sólo lleva encima la delgada bata interior del kimono, se sonroja, su pulso asciende, pues no trae nada debajo, había tenido que prescindir de su ropa íntima debido al singular "accidente" sobre el peñasco la pasada noche, creyó al final que tampoco la necesitaría, pero justo ahora se avergonzaba.

Se acomodó la ropa bajo las sabanas, el cinturón que ataba la prenda estaba casi deshecho, dejando sus piernas completamente expuestas, así como parte de su pecho, debería aprovechar la situación y reclamar su tan esperada noche de bodas, pero no quería que Viktor se desmayara no más despertar. De repente siente al susodicho removerse, decide quedarse inmóvil y fingir dormir, una mano se coloca sobre su pecho, metiéndose en su bata sin proponérselo, un rostro se acurruca en su espalda, escucha un bostezo, seguida de una profunda inhalación.



-Yuuri... -murmura adormilado, creyendo ser el primero en despertar- Yuuri~ -repite, frotando su mejilla en el cabello oscuro para después dejar pequeños besos hasta llegar a su cuello, restregando su nariz, gruñendo por lo bajo- lo siento, sólo un poco –posa sus labios en la delicada nuca.

-¡Viktor! –se remueve, reprendiéndole entre dientes por el fuerte estremecimiento de su cuerpo, incluso sus pezones se endurecieron.

-Lo-lo siento, Yuuri –su voz sale apenada, pero no se retira, mantiene su cercanía, notando que su palma izquierda toca una extraña protuberancia que palpa para descifrarla.

-¿Qué estás haciendo? –dice quedito y un tanto excitado.

-Se siente... -su cara se colorea- ¡Lo siento! –intenta sacar su mano pero es detenido.

-¿Por qué te disculpas? –jadea, moviendo sus caderas, gira un poco su torso para verle y con uno de sus brazos le atrae, besándolo.

-Yuuri, mis dientes, no he... -se excusa nervioso.

-No importa –sentencia, fundiendo sus labios en una caricia demandante.



Por su parte el de claros cabellos tirita, luchando contra el deseo instintivo de tomarlo con dureza, su olor y movimientos le seducen con demasiada facilidad, le aturde, le calienta y en tan sólo unos segundos su cordura se va al carajo. Con sus manos exploran el pecho pobremente cubierto por la desarreglada prenda, un par de gemidos resuenan cuando sus dedos aplastan las tetillas del menor que en reflejo le restriega su trasero contra la entrepierna, respondiéndole con un débil embiste que le sabe a gloria, generando un círculo vicioso que pronto despertó sus erecciones, la respiración se volvió pesada, no pudo retener sus ganas de delinear con sus yemas la esbelta silueta, que bastante había costado mantener por un largo mes para entrar en el traje de bodas, si bien, sus proporciones no eran tan femeninas, no puede negar que está ante un omega, la piel que logra acariciar es suave, su cintura estrecha, caderas un poco anchas y muslos carnosos, húmedos como los esponjosos glúteos. Comenzaba a babear.

Dulce ViktorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora