Capítulo 7: Aires extranjeros

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Una gran calidez se extendía por todo su cuerpo, está envuelto en algo mullido y agradable, no quiere levantarse de allí, se siente seguro, en armonía, de repente un olor conocido le hace sonreír y algo tira de él, revoloteando en su interior, se acurruca, su nariz toca algo suave, percibe una ligera brisa, no, una respiración, se sorprende y entonces abre los ojos, notando la vista irritada por el desvelo, tarda en enfocar aunque no necesita corroborarlo, con nerviosismo sus músculos se quedan estáticos.

Admira la bella figura frente a él, reconociéndola, una extraña mueca se forma en su rostro, entre la emoción y la prudencia, era la segunda vez que le veía dormir, la primera había sido en Fukuoka, donde tuvo una pequeña crisis por no recordar nada, se avergonzaba al pensar que creyó haber sido profanado por tan correcto caballero, pero no fue así, llevaban sus ropas puestas y Viktor parecía haber pasado la noche en vela, cuidándole, cabeceando con el perfil en su dirección. Ahora no era muy diferente, su prometido aun guapo mientras estaba perdido en sus sueños, tenía unas profundas ojeras, se sentía culpable por ello pues éste se había encargado de toda la organización de la boda, incluso después de la cena y ayudar a recoger en el onsen, se quedaba hasta muy entrada la madrugada tecleando en el computador portátil, contactándose con sus profesores, terminando proyectos de la universidad, entre otras cosas referentes a sus prácticas, su madre le había encomendado algunas actividades en línea para que no se atrasara tanto, a su vez procuraba acercarse a Toshiya preguntándole sus dudas sobre la administración de un hotel en zona turística, así como su especial interés por la implementación de las aguas termales.

Era bastante tarde al horario que solían seguir, casi las nueve de la mañana, pero su corazón le impedía despertarlo, se veía tan cansado, le dejaría reposar un rato más. Comenzó a tocar su cabello, animado por un fuerte impulso de recompensarlo, lo peinó con sus dedos, acomodándoselo tras la oreja, pero a pesar de su suavidad, con rebeldía volvía a posarse sobre el perfil ruso, se mordió el labio para no reír, envolvía las hebras platinadas para formar bucles, mismos que duraban sólo unos cuantos segundos al soltarlos, los acomodó como pudo hacia atrás, algunos cabellos más cortos regresaron a su lugar, pero aun así dejaban acceso libre para acariciar su rostro y así lo hizo, notando entonces que Viktor portaba una amplia frente, delineó con la yema de sus dedos el hueso que tenuemente sobresalía en sus cejas, así como su respingada nariz, los pómulos, su quijada, los labios, suspiró tentado por ellos, descansó por completó su palma en la mejilla de su novio y se acercó sólo un poco para dejarle un casto beso, de inmediato sintió unos brazos envolverle, en automatico su cara se encendió, sospechando que aquel hombre sólo fingía dormir.



-Buenos días, Yuuri -murmuró somnoliento.

-Buenos días -contestó tímido.

-Despertar así todas las mañanas sería la gloria -frotó su cachete con el del japonés suavemente.

-Pronto -sonrió, respondiendo al mimo.

-Lo sé -dijo en un tono ensoñador.

-En la tarde llegarán tus padres -recordó- seguramente es un caos allá afuera, mamá quería dejar todo impecable y preparan un gran banquete.

-¿Cómo cuando vine la primera vez? -rió- ¿También usarás un kimono?

-¿Tengo opción? Es la presentación con tus padres -suspiró desganado.

-Puedes usar el traje que te regalé en tu graduación, pero Yuuri con kimono es adorable -volvió a frotarse.

-Lo pensaré, mamá y Mari también lo usarán, dudo que me dejen huir de eso.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now