Capítulo 12: Un Viktor diferente, parte I.

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El cielo en San Petersburgo es de un azul profundo, ligeramente oscuro, se pierde junto al mar en el horizonte, el sol está en su máximo esplendor, sin embargo el viento es frío y también algo salado, le recuerda a los inviernos en Hasetsu, entonces una pequeña sonrisa se le escapa, dando tregua a su mente angustiada, Viktor lo había mencionado, aquella playa en su pueblo, le recordaba a las que se veían justo en ese momento a lo lejos, ahora él lo entendía, suspira con preocupación, después de su conversación con la chica ésta mañana, un médico llegó presto y dispuesto a revisar al heredero de los Nikiforov, apenas había logrado cambiar sus ropas a algo decente, su esposo estaba dormido, por lo que no le fue tan difícil dejarle solo un momento, saliendo de la habitación para que aquel hombre que no rosaba los cincuentas le atendiese con total calma. A decir verdad, estaba curioso e impaciente, quería saber lo que tenía, pues el mayor presentaba un comportamiento extraño y su instinto parecía reaccionar a ello, quizás porque se trataba de más ni menos que su pareja destinada, a pesar de no haber un enlace, sus cuerpos se llamaban y comunicaban entre sí, algo le instaba a tranquilizarlo y velar por su bienestar, más allá del gran querer que le tiene.

Su cabeza divagaba en diferentes diagnósticos, cada vez más locos y poco realistas, ese doctor tardaba demasiado, pero lo que realmente le molestaba era Elena, en ningún momento apareció siquiera para preguntar si algo pasaba, las sirvientas y el mayordomo parecían más alterados que la misma madre del muchacho, ¿Es que no le importaba su hijo? ¿Para que los había citado a desayunar puntualmente si no estaba en casa? O eso quería creer, porque de ser lo contrario, iría y le diría unas cuantas cosas, actualmente con todos los eventos ocurridos, no la tenía en el mejor concepto.

Finalmente el médico asomó su cabeza fuera de la puerta, siendo rodeado por los sirvientes que olvidaron por un momento que alguien ahí era más importante, Yuuri frunció las cejas, notablemente ofuscado ¡Es SU marido! Debería ser el primero en enterarse de su estado, aun así, manteniendo la etiqueta japonesa, no hizo un escándalo, sutilmente se acercó por detrás de aquellas personas y carraspeó, haciéndose notar, observando los rostros apenados de las dos muchachas y el nerviosismo del parco hombre que las dirigía.



-¿Usted es el Joven Señor Yuuri? –soltó al fin el especialista de la salud.

-Así es –asiente, alentándolo para que hable.

-Soy el Doctor Filiph Popovich, perdone no haberme presentado adecuadamente, –le ofrece la mano para estrecharla, siendo correspondido- es un gusto, he tratado a Viktor desde que era un cachorro, le informo que se encuentra fuera de peligro, pero tendrá que estar aislado por lo menos unos tres días, no es nada grave, no se preocupe, se repondrá –sonríe afable.

-¿Qué es lo que tiene? –pregunta ya más relajado.

-"Fiebre de primavera" –sonríe irónico.

-¿Es alguna clase de resfriado? –ladea la cabeza con cierta confusión.

-Algo así... -levanta una ceja intrigado, recordando de repente que tiene frente a él a un extranjero que poco sabe de su idioma y que al parecer desconoce el historial clínico de su paciente- le recomiendo que no se acerque mucho a él durante estos días, deje una prenda suya al alcance de Viktor, no entre en contacto directo con él y no venga aunque lo llame, sólo empeoraría.

-¿Por qué? –está contrariado, nunca había escuchado de tales indicaciones.

-Un enlace durante el celo de un alfa puede ser traumático para el omega y genere un rechazo, volviéndolo violento en el proceso, además, si es aceptada la marca y lograra despertar su propio celo, quedaría en cinta –aclara- usted aun es muy joven, pero si así lo quiere...

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now