Capítulo 37: Intrigas y naturaleza.

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Un nuevo día comienza, como de costumbre Yuuri es el primero en despertar atacado por las molestias matinales, mismas que no sólo se limitan a las náuseas y acidez estomacal, sino a la repentina falta de sueño después de las cuatro y media de la mañana, aquel mismo que volvía justo a la hora en la que debía levantarse para asistir a la universidad, acompañándolo por el resto de la jornada.

Suspira observando la penumbra de la habitación, disfruta del cosquilleo que le provoca el aliento de su esposo en la nuca, mientras acaricia suavemente la mano del mayor, que como cada noche, se colaba bajo su ropa para sentir su vientre en crecimiento. Viktor había tomado la manía de dormir abrazándole por la espalda, al parecer algo en aquella posición le sosegaba lo suficiente para descansar como un cachorrito, volviéndose gruñón cuando el japonés se escaba de él, como justo ahora que desea ir al baño.

¿Cuántas veces a lo largo del día debía hacer sus necesidades fisiológicas?

Lo desconocía, pero a decir verdad muchas.

Con lentitud se desliza sobre el colchón evitando que el ruso se despierte, puesto que parece tener un sexto sentido para percibir cuando se aleja unos centímetros de distancia, acomoda su almohada en los brazos de éste que pronto la ciñe e inhala su olor.

Después de aliviar su vejiga, se mira fijamente en el espejo a la par que lava sus manos. Ha perdido algo de peso debido a los constantes vómitos y ascos, de hecho su olfato sigue bastante sensible y los antojos raros comienzan a volverse frecuentes, ya va por su décima semana de embarazo, su barriga ya se nota lo suficiente para resaltar un poco bajo su ropa.

Todavía le cuesta creer lo que está pasando, en ocasiones olvida que en efecto está embarazado y no es una simple molestia estomacal, las cosas estaban pasando tan rápido para él, que incluso a veces desconoce sus propias acciones. Se ha sorprendido a sí mismo necesitado de Viktor, siendo rápidamente atendido por el mismo en un acto desesperado, su esposo también había cambiado.

El Nikiforov distaba de aquel dulce y sumiso alfa, ahora es más demandante, aprensivo y protector, ya no le escucha cuando algo le incomoda, tan solo actúa imponiendo su presencia en varios de los casos, asfixiándolo en ocasiones y provocándole mal humor, donde esto último confunde y aquieta el instinto del ruso.

Al parecer no era el único afectado por el lazo como sospechaban.

Un tirón en su vínculo le hace suspirar con cansancio, al parecer alguien ya había notado que no estaba en la cama. Arrastrando los pies regresa a la alcoba, encuentra a Viktor bostezando, con el cabello revuelto y algo encorvado en el borde de la cama.


—Aquí estoy —informa, gatea en la cama hasta sentarse en el regazo de su esposo, le acaricia la mejilla y le deja allí mismo un beso.

Yuuri —frunce las cejas aun con los ojos cerrados, le envuelve con sus brazos para recostarse lentamente con el japonés encima.

—Duerme —se acurruca en el cuello del alfa para luego acariciarle el pecho hasta escuchar su profunda respiración.


¿Es que lo está entrenando para los cachorros o se encuentra ante un alfa infantil?

Fuese lo que sea, ya estaba aprendiendo a lidiar con él.

Entonces, impregnado con la agradable quietud que su esposo emanaba, se deja arrullar por la calidez del cuerpo que le rodea tan protectoramente, sintiendo el revoloteo de su omega interno de saberse tan amado.


—Yuuri, mi amor —dulcemente lo despierta con un beso suave.

Viktor —murmura apesadumbrado, mete su cabeza bajo los cobertores.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now