Capítulo 9: Unión

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El instinto, el destino, son ciertamente algo con el que se debe tratar con mucho respeto, en ocasiones puede salvarte la vida, pero en muchas otras firmar una sentencia que puede acabar con la misma, sólo en algunos casos es realmente un golpe de suerte, puesto que no es siempre algo fantástico, bueno o deseado.

Los alfas y los omegas reaccionan entre sí, humanizando conceptos meramente animales, buscando sentido a una mutación extraña, la atracción adictiva, infrenable, desbordante, que envuelve y crea una fuerte dependencia, como una droga, una que te puede llevar a la locura en fuertes dosis, a una gran desesperación cuando aquel dulce caramelo se te escapa de las manos, como un lazo roto, como la muerte de una pareja, su par queda marcado para la eternidad, hueco, herido, devastado. Elena sabía esto muy bien, pero observar a su hijo le hacía feliz, podía soportar la presencia del que creyó el omega de su vida con tal de ver a Viktor sonreír. Ella que no tenía una pareja destinada.

La ceremonia sintoísta fue preciosa y refinada, así como novedosa para algunos presentes, pero ello no restaba la hermosura de la recepción, el mar se teñía de cálidos matices naranjas y rosados, denotando el crepúsculo como un magnifico fenómeno natural. Un camino de paja trenzada descansaba sobre la arena, con antorchas encendidas clavadas en cada costado, hasta dirigir a las distintas mesas redondas de largos manteles blancos, al igual que las fundas en las sillas con grandes moños satinados, los platos y cubiertos estaban prolijamente acomodados, como centro en cada tablón, una esfera de cristal sostenida de una base de herrería, guardaba con ligero vaivén distintas velas pequeñas en forma de flor que flotaban en el agua, dándole un ambiente encantador, romántico.

Velos inmaculados rodeaban el sitio, asemejando un sutil techo que permitía ver a través de él las estrellas que modestamente se asomaban con el oscurecer, estos mismos simulaban un marco tras la mesa principal donde la pareja estaba sentada con sus trajes nupciales a juego, radiantes, enamorados, brillaban aún más que la mismísima luna que ascendía silenciosa en el firmamento, mientras el oleaje relajaba como un débil murmullo.

El resplandor de la cristalería era opacado por completo por las lustrosas sortijas de los recién casados, doradas, sencillas, pero que demostraban físicamente sus sentimientos, su pertenencia. En Japón, el compromiso legal era menos "festejado", tan sólo llenar una solicitud y firmarla, poco más de papeleo burocrático, aun así, el de cabellos platinados hizo lo suyo para que fuese especial, la organizadora de eventos se encargó incluso de conseguir un "juez" para proporcionar una sensación de compromiso y legitimidad, no hubo votos elaborados, sólo un profundo beso lleno de amor, así como suaves caricias.



-Gracias por esperarme... -únicamente dijo el omega con sus mejillas sonrojadas y una tímida mirada- por favor, cuida de mí.

-No, gracias a ti por existir... -lo toma delicadamente, besando sus nudillos, su anillo- mi Yuuri, siempre estaré ahí para protegerte y amarte.

-Viktor... -susurra avergonzado.

-También cuida de mí –le roba un suspiro con sus labios, mismos que se posaron con suavidad cual mariposa sobre los otros.



Aplausos resonaron, alentando a la pareja a seguir, emocionado por el momento, el alfa le toma de la cintura, inclinando un poco al menor, el cual por reflejo se aferró al cuello del más alto y entreabrió su boca por la sorpresa, provocando un húmedo movimiento poco previsto que les dejó prendados por unos cuantos segundos, olvidándose que por lo menos unas cuarenta a cincuenta personas les observaban. Después de ello, ya algo más apenados se separan, dando una reverencia a los invitados con sus caras coloradas, agarrados de la mano, se sonríen, la recepción sigue y toman asiento, conversan un poco, aun nerviosos, entrelazan sus dedos bajo la mesa, acariciando de vez en cuando la palma del otro con dulce mimo. Pasó casi una hora, en ese instante la cena se servía, por lo que llegó el tiempo indicado para del brindis, las personas más allegadas a la pareja se incorporaron para dedicarles palabras y buenos deseos en su matrimonio, los primeros fueron los Katsuki, siendo Toshiya quien abriera el emotivo momento.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now