Capítulo 31: Vínculo.

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La fragancia tan característica que una pareja gamma despide en la formación de un lazo se vuelve poco a poco más intensa, cada una de ellas es única, fusionando los aromas naturales de la pareja, el omega se vuelve el protagonista, la esencia que destaca en el singular perfume, pero que no puede completarse sin el acompañamiento adecuado, por lo que el olor del alfa le envuelve y acoge para lograr aquella mágica fusión, dándoles así un sello particular.

La producción de la fragancia combinada comienza cuando aún sus glándulas están conectadas a través de la saliva y sangre, en una mutua «infección» el tejido de sus glándulas se impregna con hormonas especiales entre los de su especie, por lo cual la compatibilidad es importante, así como el estado de ánimo de los pares. Un omega puede rechazar a su pareja en éste proceso de ser marcado en contra de su voluntad, mientras el alfa a su vez generar un lazo débil en consecuencia a la poca profundidad de la mordida o por la inseguridad, así como el estrés que esto le provoque, ya que el vínculo no sólo afecta al receptor, sino también a quien lo ejerce.

Las feromonas mutan en consecuencia del intercambio hormonal, sus glándulas, en la nuca para el omega, bajo la lengua para el alfa, se comunican en aquel breve instante, transformando la respuesta y predisposición con otros de su tipo, el canal psíquico se agudiza centrándose sólo en su pareja, se regalan el uno al otro la llave para percibir el código interno de cada cual, aquel que espontáneamente el cuerpo segrega para la producción de feromonas, imperceptible para los demás, pero que gracias al enlace entre gammas éste se vuelve indispensable.

Un lazo roto, por consecuencia, es un proceso doloroso para quienes se han «fusionado», ya que ante el rechazo, el sistema inmunológico destruye la llave y regenera las células con las hormonas adheridas del contrario, volviéndose menos perceptivas en un posterior vínculo.

Viktor, con su mandíbula entumida, suelta la nuca de Yuuri, lame la herida como un canino mientras su pareja todavía sufre de los espasmos que el cambio provoca en su cuerpo, acaricia su silueta para calmarle, le soba el vientre con especial cariño, besa alrededor de la marca y estrena sus nuevas feromonas indicándole que está a su lado para protegerle.

El japonés reacciona después de unos cortos minutos, ronronea dejándose llevar por los mimos del alfa y la agradable sensación que les envuelve, siente una gran paz. Como puede, el menor gira su torso encontrándose con los ojos azules que le ven con amor, le acaricia la mejilla y atrae para compartir un íntimo beso, percibe el férreo sabor de su propia sangre, pero es algo secundario, sus emociones revolotean en una suave fragancia que alientan al ruso a salir de la cálida conexión entre los glúteos del omega para acomodarse mejor y atraerlo hacia él.

No hay lujuria ni desenfreno, solo caricias, besos lentos y empalagosos ronroneos. Se abrazan con sus corazones palpitando sincronizados, suspiran en el cuello del otro, frotan suavemente sus mejillas, acurrucándose muy juntos con sus extremidades entrelazadas. El mayor cubre sus anatomías con el cobertor, no sin antes buscar una ofrenda, le regala a Yuuri una manzana que éste rápidamente acepta para morderla degustando su jugosa textura, come gran parte de ella y le comparte con sus labios un pequeño bocado, se besan por el simple rose de sus bocas, Viktor se deja embargar por la necesidad de asir el cuerpo de su esposo al suyo, emocionado saborea la dulce cavidad con demasiado ahínco, perdido en un fantástico placer pues su omega tan amado cuenta con un sabor diferente, uno que le recuerda que ahora se pertenecen, terminan entonces algo acalorados por aquel contacto.



Yuuri —susurra en el estrecho espacio que en ese momento separaba sus bocas.

Dulce ViktorWhere stories live. Discover now