Capítulo 21: Impresión

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Las nubes pasan como una neblina, disipándose en el horizonte junto al mar lejano, él observa, callado, disfruta del olor relajante de su esposo, está cansado, lo sabe, pues faltó un par de días en el trabajo esa semana, acumulando papeleo, entre otras cosas, que le exigieron horas extra; las practicas del alfa estaban a nada de terminar, por lo que Elena fue más flexible con él, su regaño en comparación a otras veces, resultó bastante insignificante, según escuchó.

Recuerda, embelesado, cuando pasaron una velada romántica en su "mes aniversario", cenaron en un restaurante ruso, fuera de la imagen familiar y acogedora que suponía, el ambiente era elegante, incluso, se creía dentro un castillo, pulcramente organizado, con mobiliario y decoración de estilo antiguo. Viktor reservó una mesa apartada, la cual se adornó a su gusto, velas aromáticas incluidas, mantel rojo oscuro, un florero con rosas frescas en el centro y una botella de vino blanco; haciéndose preguntar ¿Así sería cada mes? Su amado aun persistía en su arraigada costumbre, derrochar dinero, no se quejaba, pero al ser un ahorrador compulsivo, de pensamiento pragmático, no lograba comprender la soltura con la que el Nikiforov, muestra su tarjeta negra, aunque en ésta ocasión todo cobró sentido, cuando la frase "¿Te gusta?", acompañado de una sutil fragancia de nerviosismo, proveniente de aquel apuesto hombre, hizo su aparición, ¿Cómo decirle "no" a esos ojos de cachorro? Su reacción fue sonreír y besarlo, después de eso, lo vio relajarse y sonreír.

Estaba de más decir lo que pasó al llegar a casa, inhibidos por el alcohol, se enredaron en la cama, entre caricias y besos, hicieron el amor, cayendo rápidamente agotados por los acontecimientos de días anteriores, ninguno se reponía del todo de aquel demandante celo del omega, sobre todo cuando el mayor se esforzó por cubrir sus deberes antes del fin de semana, las responsabilidades le estaban comiendo en vida, pero nada le impedía cumplir tiempo a su lado.

De repente, sale de su trance, percibe el peso de su destinado en el hombro, está durmiendo plácidamente a su costado, van en avión, rumbo a Moscú, de vez en cuando acaricia la platinada cabellera, escuchándolo ronronear, con una suavidad apenas perceptible. A pesar de tener toda la semana para asimilarlo, todavía se siente ansioso por convivir con la familia de Antoine, no sabe cómo reaccionará su, aún, desconocido "cuñado", sumando la sutil incomodidad de saber los términos en los que se encontraban sus suegros, pero, animado por la alegría de su esposo, disfrutaría de su estancia lo mejor posible, pues él está emocionado de convivir con sus hermanos, su padre y el esposo de éste.

Sinceramente, le tranquiliza conocer más del pasado de Viktor, pues ahora logra detectar el porqué de algunos cambios en él, descubriendo que es sumamente inseguro, ocultándolo con su actitud complaciente, evita cualquier riña, aunque sea insignificante, todavía guarda cierto temor de perderle, siendo ese esfuerzo inútil, pues no concibe la idea de apartarse de él, es paciente y trata de reafirmarle que su relación se forja firme. Pero, mentiría al decir que eso no le inquieta, ya que ni él cuenta con su mente clara, los cambios en su cuerpo y personalidad, traen consigo una serie de cuestionamientos, desde que se presentó con Viktor, su instinto se apoderó con fuerza de su razonamiento, desconociendo esa parte frágil, necesitada y dulce de sí mismo, es como si hubieran nacido para conocerse; entonces repara, por algo se les llama "destinados".



-Yuuri –lo abraza, con voz somnolienta.

-Te quedaste dormido –se acurruca en él.

-Lo siento... -bosteza- terminé escribiendo la tesis hasta tarde, logré mandarla temprano a mi asesor para faltar hoy a la universidad.

Dulce ViktorWo Geschichten leben. Entdecke jetzt