Capítulo 32: "Las ruinas de Zinia"

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    Se siente tan bien estar entre sus brazos, se siente tan bien sentir su cuerpo cálido y fuerte...

Desperté y me ví envuelta en esos fuertes brazos, tan fuertes, que si quisiera hacerme daño lo hubiera hecho. Siento su aroma varonil, pues aún me envuelve su chaqueta, su respiración es calmada, y escucho los calmados latidos de su corazón.

Él es tan impredecible, nunca me imaginé que fuera hacia donde yo estaba acurrucada. Nunca pensé que se preocupara tanto por mí.

Al principio me asusté, para nada me esperaba que hiciera algo así... Pero luego me relajé, me sentí tan cómoda entre sus brazos. Mi corazón comenzó a latir fuerte mientras sentía su calor, mientras sentía su marcado pecho contra mi espalda, y justo en ese momento deseé que me abrazara fuerte y que jamás me soltara.

Deslicé mi cabeza cuidadosa sobre su pecho para poder alzar la vista y verlo, fue entonces cuando me dí cuenta de que él ya estaba despierto... me atrevería a decir que llevaba un buen rato así, reaccioné rápido y me moví hacia un lado, dejándole el camino libre para que pudiera ponerse de pie.

—Gracias por lo de anoche.

Él me miró...

—Te estabas congelando... —Su voz era indiferente.

Idiota...

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Una hora después...

Llevábamos un buen rato caminando por aquel bosque. Anoche fue la primera nevada, por lo que el suelo, los árboles, incluso las rocas estaban vestidos de blanco.

No se escuchaba nada, el silencio llegaba a ser molesto, probablemente todos los animales se estaban resguardando del brusco cambio de tiempo.

De repente escuchamos unos ruidos entre los arbustos, ambos nos detuvimos y nos mantuvimos en alerta, tratando de averiguar de dónde venía, y entonces muchos gruñidos se escucharon, seguido de mucho movimiento alrededor de nosotros.

¿Qué mierda...?

Algo nos estaba acechando, nos estaba acorralando.

—Lobos... —Fue lo único que dijo, provocando que lo mirara asustada.

—¿No eres un hombre lobo? —Le susurré asustada —¡Pues ve y aléjalos!

—Son muchos Eva, hay que correr.

—¿Estás loco?

—Ellos sienten mi olor, Eva, están acostumbrados a defenderse de toda clase de bestias, un solo hombre lobo no los hará retroceder así que ¡Corre!

Y corrimos sin mirar atrás...

Luke iba detrás de mí y la manada de lobos casi nos alcanzaba. Corríamos tan rápido que las ramas de los árboles me rozaban los brazos y los arbustos mis piernas. El frío se alojaba en mi garganta producto al jadeo que hacía al correr, mi rostro estaba tan frío que casi ni lo sentía. Y de repente me detuve bruscamente, algo me impedía avanzar, algo demasiado peligroso.

—¿Qué haces? ¡Hay que seguir Eva!

—¡Estás loco! ¡El hielo se puede romper!

Secretos de Sangre  Where stories live. Discover now