Capítulo 35: "Einar"

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    Recién comenzaba a amanecer. La sutil y cálida luz del sol hacían resaltar los vibrantes colores de las flores de Zinias.

Luke estaba de pie, recostado a un árbol mientras afilaba su daga con detenimiento. Su mirada estaba perdida en el horizonte de aquel lindo paisaje. Se veía tan concentrado que ni cuenta se dió de que yo me encontraba parada a unos pocos metros de él.

—¿Sábes una cosa? —Preguntó sin voltear a verme. 

Por supuesto que me escuchó... Es un licántropo.

—¿Qué cosa? —Caminé hacia él.

—Anoche comprobé algo... Aquella entrada no es la correcta, así que, solo nos queda esa entrada de allá —Señaló con su daga hacia el portal que se encontraba a una distancia prudente de nosotros.

—Luke... —Volteó a verme —¿Qué tiene que ver Lucy con todo esto?

Él inhaló y luego exhaló pesadamente, su mandíbula estaba tensa y se notaba la rabia en sus ojos esmeraldas...

—No lo sé pequeña, pero pienso averiguarlo. 

Media hora después:

Nos paramos justo al frente del portal y nos dimos unas miradas temerosas. Mientras escuchaba a mi corazón latir con fuerza me replanteaba la idea de entrar de nuevo ahí, mis piernas temblaban de solo pensar en volver a ver a aquellos monstruos.

Y de un momento a otro, Luke pasó el umbral sin pensarlo, nos miramos otra vez y Nerina lo siguió, y luego Marcos, Jordan y yo entramos detrás de ellos. Entré con miedo mientras sentía otra vez el ligero cosquilleo en mi cuerpo, por instinto cerré mis ojos, y al abrirlos lo ví todo...

Esta vez se veía un lindo jardín lleno de mariposas coloridas revoloteando por todos lados, y el aroma de las flores estaba en el ambiente obligándome a inspirar profundo. Caminamos por un tranquilo sendero donde a lo lejos podíamos ver fácilmente la salida.

Una vez que cruzamos, aparecimos en lo alto de una colina. No habían tantos árboles, habían los suficientes para dar un poco de sombra en algunos lugares. También estábamos rodeados de unas gigantescas rocas y la brisa movía de un lado a otro la verde y fina hierba, la cual estaba tan alta que me llegaba por los tobillos.

  Nos acercamos al borde de la colina  y vimos que la aldea de las brujas se encontraba justo debajo de nosotros. Estaba tan lejos que se veía diminuta desde donde estábamos. El bosque la rodeaba por completo y este, mágicamente tampoco tenía nieve, era como si estuviésemos dentro de una barrera mágica o algo así, algo que mantenía todo el lugar en un perfecto y agradable microclima.

Aquel lugar estaba formado por un puñado de rústicas cabañas situadas a la redonda. Todo ahí parecía que se había detenido en el tiempo. En el centro había una pequeña plaza, donde varias brujas estaban preparando una especie de altar de madera con la ayuda de algunos hombres bastante grandes y musculosos.

—Mierda... —Dijo Nerina y todos la miramos.

—Luke, son de nuestra manada. —Replicó.

Luke miró detenidamente hacia el grupo de hombres y tensó su mandíbula al instante.

—Entonces es verdad —Lo miré —Tu padre está aquí —Él asintió.

—Es mejor esperar a la noche —Sugirió Marcos.

Gracias a la gran altura en la que estábamos y a la hierba espesa que nos rodeaba, nos fue fácil ocultarnos. Desde ahí analizábamos cada paso que daban, cada cambio de guardia que hacían y lo más importante, cuántos de ellos habían en esa aldea.

Secretos de Sangre  Where stories live. Discover now