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La figura de Emily saliendo por las pesadas puertas de la casa era la última imagen que tenía guardada en mi mente desde hace un par de semanas, no había girado a verme después de que le pidiera que se fuera, ni una sola vez, y no estaba sorprendido, cualquier persona racional, por tanto cariño que posea, no se habría quedado.

Marissa y Drew se habían retirado de sus turnos con varias horas de anticipación, y como cada año no los volvería a ver hasta el final de la semana; el refrigerador estaba repleto de platillos preparados con anticipación, jugos, carnes, cold brew, la alacena estaba recién surtida, y el bar tenía botellas de todos los licores que usualmente bebía en mi cumpleaños.

Fije la vista en los mensajes que se podían leer en la pantalla de mi teléfono, Emily no había respondido ninguno de ellos, ni una sola vez; en mi mente, imaginaba que aparecería el día de hoy, que me diría que estaba bien, que todo estaba mejor, que volvería y podríamos seguir.

En mi mente, Emily no se había ido de casa, y yo no le había pedido que se fuera.

Cargué la pistola de siempre y asegurándola en mi pantalón, tomé la caja de botellas vacías que tenía preparada para alinearlas en el jardín trasero; dejé el arma en la pequeña mesa metálica en lo que me dedicaba a beber mi primer trago de la noche.

Luego el segundo, y quizás el tercero.

Mi pequeña tradición se sentía extrañamente mal este año, me sabía mal, me sentía mal, y claramente estaba mal. Emily tenía grandes planes para mi cumpleaños, una cena hermosa, un paseo que hacer, una cama que compartir, quería que fuera mejor que antes, y no lo fue.

— Éste va por ti, Ems. — Disparé a la primera botella vacía— Por nosotros.

En algún momento de la noche, las botellas que se habían alineado por mis manos, yacían hechas añicos en el pasto del jardín, el arma que había usado estaba vacía ya, y el nivel de alcohol en la sangre era el suficiente para mandarme a dormir el día de hoy.

2:00 AM marcaban las manecillas del reloj que colgaba en la cocina cuando entre por la tercera botella para beber el día de hoy, tomé la pequeña cubeta de hielos y un vaso nuevo antes de apagar las luces a mis espaldas y sentarme en una de las sillas alrededor de la alberca.

En algún momento el líquido de esa botella se desvaneció entre mis labios y mi visión cada vez empeoraba un poco más, para las tres y media de la madrugada, el enojo hacia mí mismo no tardó en hacerse presente, y por primera vez en mucho tiempo, contemple el desaparecer finalmente; deje que mi cuerpo flotara en la cálida agua de la alberca antes de tomar un último respiro y sumergirme, no lucharía contra el agua entrando a mis pulmones.

3:35

Abrí los ojos para observar la luna brillando sobre mí, y en tranquilidad total deje salir el aire de mi cuerpo para tocar el fondo de la alberca; estaba bien, así es como debía terminar.


— ¿Adam? — Las manos de Emily presionaban con fuerza mi pecho antes de poner sus labios sobre los míos — no me hagas esto, por favor no.

Me giré sobre el costado como pude antes de vomitar el agua que había tragado, tosí con fuerza, el dolor que me acalambraba el pecho era enorme, y la alucinación que tenía en este momento me daba mareo.

— ¿Qué haces? ¿En que estabas pensando?

— No eres real...

Me giré nuevamente para encontrarme con un espacio vacío a mi lado, pero Emily seguía ahí. Me senté como pude y le sostuve entre mis manos.

— ¿Emily?

— ¿Qué estabas haciendo, Adam? — Sus ojos estaban llenos de lágrimas, su cuerpo entero estaba temblando, sus manos apenas y poseían fuerza al sujetarme el rostro — ¿Qué pensabas?

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now