2.

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―Buenos días Marissa ―pronuncié al entrar a la cocina.

Drew, a quién conocí saliendo de mi habitación tras una larga ducha, venía detrás mío mientras se arreglaba la camisa, habíamos pasado la última media hora conversando al respecto de diferentes cosas de la casa, como las mil puertas que tenía, y a dónde podía salir y a dónde no, había usado un tono calmado y amable durante todo el pequeño teatro de guía, sinceramente parecía querer hacerme sentir que no era una prisionera o una mascota en esa casa, a pesar de saber que lo era, a notorias leguas. 

Había usado ese amable tono al haberme explicado cuáles eran las habitación que contaban con una cama que podía usar si en algún momento quería cambiar de habitación, al parecer en el que me encontraba lo había escogido Adam, nombre del sujeto que pagó por mí y que apenas descubría, también me había dado consejos de como matar el tiempo, cosa que encontraba útil después de saber que no le interesaba en lo absoluto a mi comprador.

―Pensé que jamás despertarías, Emily ― dijo mientras dejaba la espátula a un lado ― ¿qué quieres de desayunar el día de hoy, pide lo que gustes, es importante que recuperes la energía que has perdido.

―Que desayune lo que ya has preparado, no tienes que hacer doble desayuno por ella ―pronunció Adam al entrar a la cocina con la camisa sudada y una toalla en su hombro ― buenos días, Drew.

―Buenos días, Señor Blair ―respondió Drew asintiendo con la cabeza.

―Vamos Adam, no seas tan duro con ella, sabes que no me cuesta nada prepararle algo, y ya te dije, no voy a permitir que siga así de delgada, Dios perdone que le pase algo y tengamos que llevarla al hospital.

―Te cuesta tiempo, el cual es necesario para otras cosas, no está anémica y si lo estuviera que se encargue el doctor de la familia, sírvele un plato y déjala comer ―dijo a secas mientras tomaba un vaso y lo llenaba de agua seguida de un par de gotas verdes ― ¿quieres clorofila? ―preguntó mientras me observa interrogante.

― ¿Qué es eso? ― las palabras no eran bien procesadas por mi cerebro todavía, me sentía lenta y la cabeza estaba a estallarme.

Dejo de beber y colocó su vaso sobre la encimera, sonrió con ese toquecito egocéntrico que yo conocía bien de mis amigos ricachones.

― Esto va a ser más fácil de lo que pensé ― vertió unas gotas en otro vaso con agua y lo dejó frente a mi.

― Supongo que es buena señal para todos, ¿no? ― sonrió ante la respuesta y se retiró en silencio después de tomar una manzana del frutero ― ¿por qué le disgusto tanto?

―No es disgusto ―respondió Marissa ―hace mucho que nadie más vive en su casa, y simplemente está incómodo, es un buen hombre, solo es un poco dramático, te acostumbras rápido, va a caerte bien.

―Es como dice Marissa, tú tranquila, sólo asegúrate de no cruzarte con él cuando tenga un humor del perro y estarás más que bien. Disfruta el aire fresco y el césped tan bien mantenido que te brinda la mansión, sobretodo acostúmbrate poco a poco, es tu nueva casa después de todo. ― Drew se alejó después de un pequeño apretón de hombros.

(...)

Era el segundo día que estaba aquí y seguía con cierta hambre abrumante en mi sistema, no ayudaba para nada el aroma del sazón de Marissa, se sentían los sabores por las narinas sin tener que probar bocado, las puertas al jardín estaban abiertas de par en par y el olor a césped se unía al de la pimienta y el romero, me sentía mejor de poco en poco a pesar de aun sentir un dolor pesado en las piernas y la espalda.

El vestido camisero que llevaba puesto cubría las cicatrices que me molestaban de las piernas, un par de manchas amarillas comenzaban a surgir por debajo de la piel magullada indicando que pronto se irían sin dejar marca atrás. Un par de minutos antes había rondado por la casa, evitando cruzarme con Adam; me había encontrado con un espejo que cubría una gran pared y podía jurar que la delgadez que llevaba encima era la peor imagen que tenía de mí en este momento, mi cabello estaba largo y sin logros de poder desenredarlo, y no se hable de mi cara, tenía los ojos unidos a sus cuencas por mera suerte, parecía una imagen viva del cadáver de la novia, sin la extraña belleza que Tim Burton le otorgó. Tenía que mejorar antes de planear irme a cualquier lugar.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now