39.

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PDV de Adam

Presioné el número de Emily por segunda vez en la noche, la primera llamada la había cancelado por temor a escuchar su voz preguntándome por el día de nuevo.

— ¿Sr Blair? Su mesa está lista. —la hostess que atendía el restaurante por la noche se había acercado disimuladamente hacia mí.

—Dame unos minutos, debo hacer una llamada. —Asintió sin titubear y se retiró en silencio.

La fotografía que había tomado de Emily figuraba brillante en la pantalla de mi teléfono, y el segundero corría, no me había dado cuenta que había contestado la llamada.

—Ems.

—Hola, ¿todo bien con el viaje? —su voz sonaba tan cerca, pero sabía que nos separaba al menos quinientos mil kilómetros.

—Todo bien, de hecho tengo una cena ahora mismo pero no quería entrar sin escucharte hablar, sé que aún falta casi toda la semana para volver a casa, pero, si comprase un boleto para que vinieses a la empresa, ¿lo harías? No tendría que ser ya mismo, quizá en dos días, o...

—Sí. De hecho me dejaste tu tarjeta de crédito, la dorada, puedo comprar el boleto yo misma, ¿no?

—No veo por qué no, me gustaría tenerte en la oficina, hay ciertas personas que deberías conocer.

—Entonces es un trato, te diré cuando esté allá.

—O me podrías decir cuándo compres el boleto, así podría mandar a alguien por ti al aeropuerto.

—Mmmmh, no lo sé, me acabas de dar el control de viajar sola, creo que lo aprovecharé.

Deje salir una suave risa. —Sólo avísame para decirle a seguridad, ¿de acuerdo?

—Sí señor, ¿algo más en lo que le pueda ayudar esta noche? —me giré hacia la puerta de cristal del restaurante y fije la vista en la mesa dónde mi padre se encontraba sentado.

—Deséame suerte.

—Suerte, Jonas.

Mi padre levantó la mirada hacia mí con cierta esperanza de decirle lo que quería escuchar; tenía diez minutos antes de que Victoria llegase a la mesa y escuchara la situación tan tensa en la que me había visto envuelto desde el cumpleaños de mi querido progenitor.

— ¿Y bien? ¿Qué has decidido?

Tomé la copa de vino entre mis dedos, bebí un grande sorbo y me enfoqué en el ligero aroma de lavanda que tanto me recordaba a Emily. —He decidido que te puedes ir al demonio, Emily Wiley se queda conmigo hasta concluir el año, ella decidirá si seguir conmigo como mi pareja o irse con su padre a continuar su vida universitaria, obviamente sin saber que la beca la financiaré yo, pero sea cuál sea el resultado, se queda en casa conmigo, sin saber absolutamente nada de ti o de Garden hasta la siguiente revisión que estipula el contrato. —Me detuve solo para beber un poco más— ¿y sabes por qué? Porque si te atreves a convocar una votación para sacarme de la junta directiva por "incumplimiento y detención de crecimiento de la empresa", jamás sabrás donde está Lana ni por qué tu esposa la ocultó de ti. Si Emily decide irse y no saber nada de mí, con gusto me casaré con Victoria, de hecho, incluso se lo puedes decir tú, vendrá en unos días a Nueva York, así que tendrás todo el tiempo del mundo de explicarle cómo sigo siendo tu marioneta aún cuando te acabo de mandar al diablo.

La semblanza de mi padre se desmoronó por completo después de mencionar el nombre de Lana.

—Sí, está viva. —Levanté mi mano para pedir que rellenasen mi copa, esta sería una larga noche.

ADAM - en edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora