14.

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No podía entrar en mi cabeza que el padre de Adam fuera el George que yo conocía, no podía asimilar el hecho de que mi padre y éste sean los amigos que siempre veía reunidos en la sala de mi vieja casa. Adam lo sabía. Era lo más seguro. Puse mi mano sobre el pomo de la puerta, tenía que entrar, tenía que hablar con Adam, tenía que saber si él lo sabía. Entré arrastrando los pies, me sentía tan cansada...

―Al fin vuelves, ¿te fue difícil encontrar el café? ― estaba secando su corto cabello cuando fijo su mirada en mí― ¿pasó algo?

―George Blair, el amigo de mi padre es tu padre...―su rostro palideció, y pude escucharlo tragar saliva.

― ¿Eh? ―mis ojos empezaban a humedecerse, la tristeza en mí era grande― Emily, espera...

― ¿Tú conoces a mi padre y tu padre lo conoce? ―me acerqué a él y golpeé su pecho desnudo, tambaleó un poco― ¿qué sabes que yo no sepa? No es una puta coincidencia que me hayas comprado tú ¿verdad? ¡Dime algo, maldita sea! ¿sabes dónde está mi padre, cierto?

Negó e intentó detener mis golpes en vano. Quería que entendiera mi dolor.

―Cuando se cumpla el maldito plazo que debo pasar contigo, me aseguraré de que cierren esa maldita casa, y diré tu nombre―se pasó las manos por la cara antes de volverme a ver―, iré con el primer oficial que se me crucé, diré que me compraste para no sé qué mierdas, y haré que te hundas en la miseria, me vale un carajo la cantidad de dinero que tengas, o quién seas, ¿quién carajos crees que eres?

― ¡Basta! ―retrocedí―, ¿crees que las autoridades no saben ya de esa Casa? ¡Hay más de una, Emily! ―lo observé queriendo golpearlo de nuevo―, lo más seguro es que incluso te manden de nuevo a una de ellas. No lo entiendes, ¿verdad? estás mejor conmigo, soy tu única maldita salida para que vuelvas a tu vida de antes.

―No me estás salvando de nada...―sus ojos destellaban sorpresa―, me has tratado del carajo, eres odioso y ahora resulta que, que, tu fachada de tratarme bien es una puta mentira.

Golpeé su pecho de nuevo, y con más fuerza. Volvió a tambalear. Sujetó mis manos y me empujó contra la pared de azulejo del baño, dejé salir un grito ahogado de dolor.

―Quiero que me escuches, estás deduciendo muy rápido lo que sucede.

―Entiendo exactamente lo que pasa...

―No, no entiendes―cerró los ojos con fuerza―, ¿podrías callarte y escucharme?

No quería escucharlo, quería a mi padre, quería que alguien me salvara de esto, no quería estar más con él. Quería irme. Quería ser Emily Wiley de nuevo. Quería mi vida de vuelta.

Se apartó de mí. Asesté un golpe contra su mejilla. Adam retrocedió con su mano en la zona del impacto.

―No te culpo, supongo― se dirigió al armario y abriendo la puerta de éste y escondiéndose, siguió hablando―, quiero que me prometas que no dirás nada, ni una palabra cuando le llame.

El corazón me empezó a ir deprisa. ¿Cuándo le llame a quién?

―No te prometeré nada.

La toalla que cubría de la cintura para abajo a Adam cayó al suelo. ¿Cómo es qué no me percate de eso? Salió del armario y me miro con un toque de ira en los ojos.

―Dilo.

― ¿Qué diga qué?

Cerró los ojos frustrado y apoyó la cabeza en la puerta, su semblante realmente me rogaba que le contestara con sinceridad.

―Prométeme que no hablarás― dijo tomando su teléfono― ¿puedes?, pase lo que pase Emily, tienes que escucharme después de esto― fue hacia la puerta y puso el seguro, después camino hacia la cama y se sentó―, ven acá.

ADAM - en edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora