26.

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EMILY'S POV

Tenía las puntas de los dedos tan fríos que apenas y podía cambiar la estación de radio, Adam miraba fijamente el camino mientras conducía. Conservaba la mandíbula presionada, me parecía imposible saber qué tenía, y odiaba tener que preguntar, a final de cuentas él era un remolino de emociones que jamás había crecido fuera de su rango. Se le veía más tranquilo después de la charla de medio camino atrás, debí haber sonado como una gran profeta viniendo del paraíso a decirle que sí se podía, pura mierda, sabía perfectamente que yo no era capaz de cambiar algo que le había marcado tan profundo en el alma, y me sentía culpable de saber que quizá un año no sería suficiente.

― ¿Te sientes bien?

―Sí, sólo es un poco de frío, y nervios, creo.

―Era de esperarse, no pasa de las nueve de la mañana. El clima no es muy confiable aquí. ― contestó ignorando el camino y viendo a mi lado― ¿Quieres que encienda el... ―hizo una pausa mientras dejaba de mirarme y miraba el tablero―, vaya mierda...

― ¿Qué?

―No está el maldito botón, el que se supone que lo enciende, no está.

¿Qué enciende qué?

Adam tomó una de mis manos y la llevó hasta su boca, el ligero contacto de sus labios estremeció mi piel, el vaho caliente de sus pulmones comenzó a calentar la piel de mi mano, la sostenía como si fuera de porcelana, cuando su piel era la que parecía hecha de las más finas piedras.

―No era necesario...

―Calla, y disfrútalo, ¿quieres?, no creo que vuelva a demostrarte algo más que eso― esbozó una sonrisa socarrona cargada de ironía, vaya.

No soltó mi mano, la dejó entre la suya y continuó manejando, igual que antes, conservaba la mandíbula tensa, y los ligeros espasmos de sus tendones no parecían distraerlo. Observé la forma en que sujetaba mi mano, su dedo pulgar describía círculos entre mis nudillos, soltó mi mano después de que The Sky is Crying  emergió de la radio, no era la mejor canción para el momento.

― ¿De verdad crees que, ya sabes, que pueda volver a ser como antes? ―soltó una risa desganada mientras sujetaba el volante con ambas manos y se recargaba hacia delante después de pasar sobre un par de piñas secas de los pinos ― sonó tan patético, lo siento.

―Tal vez no como antes― metí mis manos en mis bolsillos― posiblemente serás un hombre normal, tal vez un poco grosero y altanero... Pero serás un buen esposo, y padre, adoptivo o biológico, ¿qué más da?

―No había vuelto a pensar en tener hijos―soltó con un toque de nerviosismo y emoción, vaya cambio de voz―, ¿te imaginas que para cuando uno de mis hijos tenga quince, yo ya tendré casi cuarenta y cinco? Es como lo había planeado de chico.

―Si yo tuviera hijos el siguiente año, tendría treinta y seis cuando ellos tuvieran quince, no sé cómo sentirme al respecto.

― ¿Tú has pensado en tener hijos? ― volteó a verme por unos segundos―, estoy seguro que serán como tú, castaños y ruidosos.

―Que sinceridad tan brutal― hice una mueca mientras quitaba una pestaña de mi mano―, estoy segura que me casaré, no me gustaría morir sola.

Sujeté la pestaña entre mi dedo índice y pulgar, ojalá Adam sea feliz en un futuro, deseé. Adam rio por lo bajo mientras daba un giro al volante, por fin habíamos llegado a casa, el camino libre de hojas y suciedad delataba el adjetivo principal de Adam, perfecto.

ADAM - en edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora