ADAM - en edición.

LANA.

»Aquella noche que salió, aquella que discutimos, fue la última vez que cruzamos palabra alguna, sin saber que sería la última.
Para cuando yo llegué al hospital, fue demasiado tarde. Derek había hablado con ella minutos antes del accidente, una simple llamada diciéndole a que hora llegaría al club, y sin embargo minutos más tarde los doctores nos llamaban por teléfono, diciéndonos mil y un cosas que no iban a nada.
Recuerdo a mi padre correr por los pasillos del hospital, hasta llegar a la enfermera y preguntarle acerca de mi hermana menor, tenía la cara roja y la camisa a medio abotonar, por otro lado, estaba yo, tenía las mejillas húmedas y corría detrás de mi padre pensando en lo último que le había dicho.
Cuando por fin nos dijeron que había sucedido, el golpe fue más duro aún, estaba en coma, con pocas probabilidades de despertar de nuevo.
Sentí como el corazón salía de mi cuerpo y se rompía cayendo al suelo. Mi padre se desmoronó y se arrodilló frente al doctor. Mi madre amenazó con una demanda por negligencia médica. Derek estaba ahí, intentando controlarme, haciéndome respirar. Alexander sostenía la mano de mi madre y le rogaba que se tranquilizara. Sin ningún resultado.
El mundo se había quedado sin tiempo en ese momento. Todo era el hospital. Todo era Lana.

Días después, compraba un ramo de flores y lo llevaba al hospital, día tras día, salía de la universidad y le pedía al chofer que me llevara a la primera florería que viera.
Mi padre apenas y dormía.
Mi madre se encerraba en su cuarto.
Derek estaba en antros.
Y yo estaba en el hospital.
Quería verla.
No fue jamás mi hermana de sangre, pero para mi eso no importaba, sólo quería verla abrir los ojos.
No fue hasta la segunda semana, cuando fui por la mañana, toqué a la puerta de Lana como solía hacerlo, y me encontré a otra chica en la cama de mi hermana.
Dejé de respirar.
Fui con el doctor que atendió a mi hermana, y con el peor tono de voz, me dijo que mis padres habían decidido desconectarla, hace más de una semana.

Emily secó la lágrima que deje salir de descuido y acercó más su cuerpo al mío.

»El asunto es, que durante la siguiente semana me negué a dejar de ir al hospital, volvía a la misma habitación, veía a la misma chica, y me iba. Ella estaba despierta y preguntaba mi nombre. Día tras día se lo decía y lo olvidaba.
Un día, simplemente dejé de ir a esa habitación y abrí otra puerta, dos personas se levantaron asustadas de sus sillas y me recibieron con los nervios de punta. Cuando miré hacia la cama, sentía una punzada donde mi pecho. Lana estaba ahí.

―¿Qué? Pero...

―Déjame explicarlo, yo tampoco lo entendí en ese momento.

«Las personas que estaban ahí, no tuvieron otra opción que explicarme el asunto. Mi madre, Morett, los había localizado, les pagó y les entregó a mi hermana, claro que, ellos eran los padres biológicos de Lana, habló con los doctores, hizo que falsificaran documentos legales para darla por muerta, y le entregaron un cadáver sin nombre, para que fuera cremado en su lugar.
Cuando te dije que sabía donde estaba y como, no te mentía, cuando yo lo supe, tomé parte de mi dinero y contraté a alguien que la mantuviera observada desde entonces.
Mi padre no lo sabe todo. Para él y para la familia, Lana murió en un accidente. Para mí, ella tiene otro nombre, está estudiando, y vive con su familia real.

―Pero... ¿Por qué? ¿Por qué hizo eso?
―Supongo que aún no entiendes las familias adineradas, entre menos haya, somos más ricos, hay menos dinero por repartir en herencias. Lana fue adoptaba porque mi padre quería una niña, y mi madre no quería embarazarse.
―Pero entonces, ¿actuó en el hospital?
―Exacto.
― ¿Has intentado...?
―Por más que quiera, soy demasiado cobarde e idiota para hablar con ella.

Me recosté sobre mi espalda, Emily envolvió sus brazos al rededor de mi y suspiró.

― ¿Estás bien?
―Me siento mejor ahora que alguien lo sabe.

Giré a verla y besé su frente.

―Descansa Emily, no le des vueltas al asunto de Lana, sólo, guárdalo.