32.

6.7K 589 88
                                    

No me sentía triste por perder la increíble sensación de tocar su piel sino que era devastación por perder su persona, quién era conmigo, esa enorme amabilidad que le acompañaba en cada palabra que salía de su boca... esa boca, daría lo que fuera por besarla una vez más.

Había olvidado la sensación de vacío que llegaba tras tomar una decisión tan mala, era una sombra gigante de nudos atrapados en la garganta, y sensaciones infinitas de pesadez en todo el cuerpo; era la misma sensación que tuve por más de diez meses tras mi mudanza a la casa, por mi cuenta, solo, sin Lana.

Me odiaba.

— ¿Llegamos? — su voz sonaba rasposa— ¿estás bien?

—Haces muchas preguntas Ems, aún faltan 2 horas, o menos.

—Aún no respondes si estás bien o no— se sentó correctamente en su asiento—, ¿quieres agua?

No, carajo, te quiero a ti.

— ¿Por qué no descansas otro rato? —me levanté para entrar al baño a lavarme la cara.

Al pasar por su lado, la suave piel de sus dedos alcanzó a rozar mi antebrazo, me moví excusándome que debía entrar al baño; poco le importo al seguirme y pararse delante de mí.

—No quieres ir al baño, algo tienes, y tiene que ver conmigo.

Le tomé por los hombros y la moví hacia un lado; quería evitar su vista castaña taladrándome la conciencia, sabía qué hacía mal, y de cualquier forma no podía detenerme, quería, pero no podía. Vaya mierda de sentimientos me envolvían.

—Adam— alcanzó a tomar mi mano, no evité el bajar la vista hacia ella—, por favor.

El nudo era real, por primera vez en mucho tiempo, el nudo era tan real que las lágrimas me quemaban; pero qué se suponía que iba a decirle ¿eh?

— No puedo...— la voz me salía con dolor.

Sus finos brazos envolvieron mi torso, esta vez era diferente, podía sentir su corazón palpitando con fuerza contra el mío, estaba nerviosa, o asustada, tal vez dolida. Intentaba ocultar lo que sabía que la dañaría, era un pensamiento egoísta, pero ¿qué más podía hacer?



Emily miraba fuera del auto como de costumbre, siempre ponía atención a los pinos que rodeaban la húmeda carretera; Drew manejaba con la vista pegada al camino, tal como le había enseñado a hacer cuando le contraté.

Baje la mirada a la brillante pantalla del teléfono y revisé la hora. Se hacía oscuro por las nubes, pero apenas pasaba de las cinco de la tarde, quería llegar a sumergirme en agua caliente, tal vez un baño caliente me ayudaría.

La calidez del cuerpo de Emily se hizo presente cuando su cabeza reposó en mi hombro, estaba dormida de nuevo, de poco en poco hice que su cabeza terminara en mis piernas, al menos para que se acostara y no tuviera el cuello lastimado después, inmediatamente su cuerpo optó por la mejor posición y su respiración se acompasó de nuevo.

— ¿Ha sido un viaje cansado, señor?

—Más que eso, Drew. ¿Todo bien en la casa? — asintió—, ¿cómo está tu hermana?

—Más loca que una cabra, como de costumbre— esbocé una sonrisa— ¿pasa algo?

—Mera curiosidad, no es nada.

— ¿Emily y usted...?

— No creas todo lo que lees en el periódico, Drew.

—Claro que no están comprometidos, pero la foto se veía muy convincente.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now