36.

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ADAM'S PDV

Tomé el saco negro del gancho por milésima vez, habían pasado quizás siete días desde la última vez que me había sentado a desayunar con Emily, Drew o Marissa, tenía la mente agotada y ahora lo último que me faltaba era un vuelo al extranjero a una junta administrativa donde me era requerido estar, ¿quién diría que mi padre tendría más control sobre mí? Yo no, y no creo que nadie jamás haya imaginado que así sería desde la fiesta de su cumpleaños.

― ¿Te vas hoy? ― Ems se sentó en la orilla de la cama, la maleta pesaba más que su pequeño cuerpo― ¿cierto?

Me giré con un cepillo en la mano. ― Quisiera no ir, lo sabes.

Asintió en silencio mientras tomaba una de las almohadas entre sus brazos y la presionaba contra su pecho, lucía tan preciosa con el cabello hecho una maraña, y no en la forma cliché, de verdad que su cabello le daba un toque tan inocente pero tan juvenil al mismo tiempo, le costaba cepillarlo constantemente porque ya le llegaba a la cintura, pero se negaba a ir a cortarlo si quiera un poco, en sus ojos denotaba la tristeza, y bajo las espesas pestañas castañas se le acumulaban miles de preocupaciones.

Le toqué la pierna cuando me senté a su lado. ―Prometo volver en cuanto antes.

― ¿Sigue en pie salir a comer?

Le tomé la mano y la jalé hacia mí, abracé su cuerpo hasta que cedió a apoyar su cabeza contra mi pecho, suspiró mientras me acariciaba la espalda.

―Cuídate estando allá.

―Tú cuídate estando aquí, no quiero volver para encontrar que has quemado mi biblioteca.

Rio tan bajo que mi corazón se rompió.

Soltó sus brazos de alrededor mío antes de pararse en puntitas y dejarme un beso en la mejilla, Ems llevaba días sin dormir y no había dicho casi nada al respecto, para la cereza del pastel estaba mi próxima ausencia, anteriormente había pasado un par de días preciosos con ella, me había dejado convencer de ir a su casa a recoger un par de prendas de su armario porque empezaba a estresarle el salir de compras, el camino a su casa fue calmado e incluso hizo una parada a comprar un par de paletas de hielo que le alegraban el día, a palabras suyas; le había llevado a la ópera, jamás le había visto tan quieta como en ese momento, y vaya que yo ni siquiera escuché un acto por ponerle atención; habíamos ido a un cine al aire libre cerca de mi casa, pero no necesité de hechos grandes cuando los pequeños detalles fueron los que me llenaron el corazón, el cómo me toma la mano cuando siente que camina lento, cómo me agarra del antebrazo para estar más cerca, incluso cuando me pasa los panecillos que ya no puede comerse porque está llena, como se acurruca a mí lado cuando no quiere dormir en su cama porque teme dejarme solo por las noches. Carajo que me sentía feliz, pero este viaje no era plan mío y el único objetivo real era el informarle a mi padre la decisión sobre Emily.

― ¿Quieres desayunar antes de irte, Adam? ―Marissa entró en la habitación en silencio― no voy a dejar que te vayas sin algo en el estómago.

―No creo poder desayunar, me siento tan agotado y revuelto―dejé caerme sobre la orilla de la cama― prométeme que cuidarás de Emily y no dejarás que nada le pase.

―Es parte de mi trabajo, Adam.

―No, te lo pido con una mano en el corazón― Marissa posó una mano sobre mi hombro―, por favor.

― Si no te conociera Adam...

―Pero me conoces, sabes que le quiero, pero por encima de todo sigue el contrato con la Casa y no me voy a arriesgar que se la lleven de nuevo, hice una promesa y no rompo mi palabra, Emily ya sabe todo al respecto de lo mucho que vale monetariamente para ellos y sabe que no los dejaría ponerle una mano encima, jamás.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now