9. Murciélagos de papel

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Una semana en Hogwarts nunca había parecido alargarse tanto. Hermione resolvió dejar atrás el incidente con Malfoy para cuando llegara su patrulla del jueves, decidida a ser excesivamente educada con él en lugar de menospreciarlo. Parecía que Malfoy se contentaba con hacer lo mismo y solo le hablaba cuando era absolutamente necesario. Las dos horas se hicieron interminables, pero al menos no ocurrió nada. Eso, decidió Hermione, era un motivo de celebración en sí mismo.

El viernes llegó como un suspiro de alivio. Esa mañana solo había Alquimia, y Hermione estaba deseando ir a clase. Llegó temprano.

Oliver se sentó a su lado y se fijó en el libro de texto que tenía abierto.

—¿Ya lo has absorbido? —bromeó, dedicándole una sonrisa sincera.

Levantando la vista del libro, Hermione se apartó el flequillo de los ojos y sonrió:

—En realidad, solo a medias. Pensé en reservar un pulmón para respirar. ¿Y tú?

—Parece que no lo había planeado tan bien, —apuntó con la varita a su mochila y sus provisiones salieron flotando, colocándose ordenadamente frente a él—. Casi no lo consigo.

—Seguro que el colegio te habría dedicado un banco del patio o algo así, —respondió Hermione con seriedad, aunque sus ojos sonreían—. En memoria de Oliver Rivers: una lección de por qué no debes absorver tus libros de texto. Qué trágico.

Oliver se río, sus ojos azules brillaban de diversión.

—Eres increíble.

En ese momento, Nott entró a hurtadillas y chocó la cadera, con fuerza, contra la mesa, empujándolo todo y casi volcando los tinteros. El libro de Hermione acabó en su regazo.

—Ups, —sonrió, dirigiéndose a su asiento en la mesa contigua a la de ellos y tirando su bolsa al suelo—. Qué torpe soy. Parece que me distraje con una cantidad incómoda de coqueteo digno de vómito.

Hermione enrojeció intensamente y miró a Nott. No era la primera vez que se preguntaba cómo había podido ser elegido para Gryffindor. Era aún más desconcertante que Malfoy siendo enviado a Ravenclaw. Antes de que pudiera responder, McGonagall entró en el aula, acompañada por la profesora Babbling, la profesora de Runas Antiguas.

—Buenos días, —exclamó, recibiendo un aluvión de respuestas—. He invitado a la profesora Babbling a hablar sobre la implicación rúnica en la alquimia. Empecemos de inmediato, ¿de acuerdo? ¿Ha recibido todo el mundo sus copias del libro de texto?

Todos los presentes asintieron.

—Excelente. Supongo que ya habréis leído la sección sobre las razones por las que esta asignatura estaba condenada al fracaso en el mundo muggle. La principal de estas razones, por supuesto, es que se basaba en un malentendido de la química y la física, junto con la incapacidad de vincular esos conocimientos con la magia. Sin embargo, se asumía correctamente que el mundo y todo lo que hay en él se componen de los cuatro arquetipos básicos y de una colección de elementos esenciales. ¿Puede alguien aclararnos la importancia de la obra de Empédocles? ¿Sr. Nott?

Hermione bajó la mano que tenía preparada y miró sorprendida a Theo, que tendía a no contestar preguntas en clase si podía evitarlo. Nott sonrió con satisfacción, observando que ella había tomado nota de él.

—En el 400 a. C., Empédocles descubrió que toda la materia se compone de cuatro raíces, que son los cuatro elementos.

—¿Y cuáles son esas raíces? —preguntó McGonagall, observándolo por encima del borde de sus gafas.

—Bueno, —amplió Theo, su sonrisa de satisfacción personal volviendo loca de fastidio a Hermione—, el fuego y el aire se consideran elementos que llegan al exterior, mientras que el agua y la tierra se vuelven hacia el interior y, por esta razón, muchos magos encuentran los arquetipos elementales de la tierra y el agua más fáciles de doblegar a su voluntad, ya que los seres humanos tienden naturalmente a ir hacia el interior más que hacia el exterior.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Where stories live. Discover now