10. Entablar amistad con los unicornios

42 4 0
                                    

Hagrid se alegró muchísimo cuando Harry, Ron y Hermione llamaron a su puerta aquella tarde. Fang, el sabueso, se alegró aún más, y sus ladridos de entusiasmo retumbaron en el césped antes incluso de verlos.

—¡Ya habíais tardado bastante!

—Lo siento, Hagrid, —se disculpó Ron mientras esquivaba a Fang, que casi lo derriba en un saludo baboso—. Han sido un par de semanas muy raras, con eso de no haber estado aquí el año pasado y con la reselección...

—Pero eso no es excusa, —se apresuró a decir Harry, sentándose en una de las enormes sillas de madera que rodeaban la mesa de la cocina, igualmente enorme.

Hagrid se puso a prepararles té en una tetera desportillada y les sirvió algunos de sus famosos pasteles de roca (no los tocaron, pues tenían demasiada experiencia con la cocina de Hagrid).

—Me considero afortunado. Después del año pasado, no pensé que volveríamos a estar todos aquí sentados. No puedo deciros lo que pensé cuando apareciste en el bosque en mayo, Harry...

Hagrid era uno de los pocos con los que el trío sentía que podía compartir la historia completa del derrocamiento de Voldemort. Era un público estupendo, conmocionado e impresionado en todos los sentidos, y se aseguró de mantenerlos provistos de té. Tardaron casi una hora en explicárselo todo y responder a sus preguntas.

Una vez terminada la narración, le dio una palmada cariñosa en el hombro a Harry, casi haciéndole caer de su asiento, y proclamó:

—Siempre supe que lo haríais bien. Miraos los tres: ¡salvadores del mundo mágico! ¿Quién lo habría dicho?

Sí, ¿quién? Hermione asintió en silencio, mirando a los cuatro a su alrededor. Se habían sentado en el mismo sitio cuando estaban en primero, y Hagrid les había servido el mismo tipo de té. Pero cuántas cosas habían cambiado...

Recordando su promesa a Padma, Hermione le preguntó a Hagrid si le importaría cultivar sus enormes calabazas para el baile de Halloween. Hagrid aceptó de buen grado y, una vez hecho esto, los cuatro entablaron la cómoda conversación que solo se consigue después de varios años de conocerse. Ron incluso pareció olvidar que se suponía que estaba enfadado con Hermione y le pasó la leche para el té sin que ella tuviera que pedírselo, lo que le valió una sonrisa.

—¡Oh! Quería contároslo. ¿Queréis ver lo que tengo para Cuidado de Criaturas Mágicas?

Ron gimió y Hermione parecía nerviosa. Harry se limitó a reír sin ganas.

—Nada de eso, —les aseguró Hagrid, sonriendo ampliamente—. No, la verdad es que son un poco aburridos. Pero creo que os gustarán.

Envalentonados por el hecho de que Hagrid había considerado "aburrido" lo que fuera, se dejaron llevar al exterior. Los cuatro siguieron la linde del bosque durante un rato hasta que se acercaron al Lago Negro. Ron se resistió por un momento cuando Hagrid se internó entre los árboles, pero lo siguió de mala gana al ver que sus amigos no vacilaban.

Oculto entre espesos árboles, había un gran corral moteado por la luz del sol que se filtraba a través de las copas de los árboles. Dentro del corral había...

—¡Unicornios! —gritó Hermione, encantada. Recordaba haberlos estudiado en cuarto curso, pero no había visto ninguno desde entonces. Había dos dentro del corral y al notar que tenían visitas, las hermosas criaturas comenzaron un acercamiento cauteloso—. ¿Cómo los conseguiste?

—La profesora Babbling me ayudó, —contestó Hagrid, rebuscando en los muchos bolsillos de su chaqueta de topos para sacar unos terrones de azúcar—. Es una señora simpática, Bathsheda. Muy interesada en las criaturas mágicas. Prefieren el toque de una mujer. Quería enseñárselos a sus clases de Runas Antiguas y pensé en guardarlos para los de cuarto año, ya que deben estudiarlos este año.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon