29. Prohibido

41 2 0
                                    

Para Hermione, sentarse en la biblioteca con Harry y Ron después de Herbología era como empezar un examen muy importante. Había estudiado durante años las reacciones de sus dos mejores amigos ante las malas noticias, pero contar aquella historia iba a ser todo un reto.

Harry estaba sentado frente a ella, expectante y algo nervioso. Lanzó un Muffliato sobre la mesa para asegurarse de que no los oyeran, lo que de algún modo puso aún más nerviosa a Hermione. Mientras tanto, Ron rebuscaba en su mochila el tintero y una pluma que no estuviera estropeada. La mayoría habían sido afiladas tantas veces que se habían vuelto casi inservibles, o bien se habían roto en su desorganizada mochila escolar.

—¿Vas a decirnos por fin por qué Ginny parece albergar el secreto que podría acabar con toda la humanidad de magos tal y como la conocemos?

—Ginny no sabe guardar un secreto, —resopló Ron.

—Sí que sabe, —defendió Harry—. No te lo contará, solo que es bastante obvio cuando tiene uno que se está guardando.

A Hermione le sudaban las palmas de las manos.

—Es una historia muy larga. Espero que los dos podáis tener la mente abierta.

Esperemos que vaya mejor que la reunión de Hogsmeade...

—Deja de dar rodeos, —sugirió Harry suavemente. Sus ojos verde esmeralda se clavaron en los de ella y, por primera vez, Hermione notó el mismo tipo de penetrante omnisciencia que a menudo había acompañado las conversaciones con Albus Dumbledore. ¿Cuándo había ocurrido eso?

—Supongo que todas las historias tienen que empezar en algún sitio... y supongo que esta empezó el primer día de clase, cuando me emparejaron con Malfoy en las patrullas de prefectos.

—Te dije que cambiaras de pareja, —dijo Ron.

—Por favor, no interrumpas, Ronald. Esto ya es bastante difícil, —espetó.

—Patrullas de prefectos, entonces, —insistió Harry.

—Al principio, todo fue como se esperaba. Malfoy y yo no nos llevábamos nada bien y no estábamos dispuestos a dejar atrás nuestros respectivos prejuicios. Pero poco a poco, empezamos a hablarnos y parecíamos haber llegado a un punto muerto. —Aquí hizo una pausa para morderse el labio—. Entonces, ocurrió lo más curioso...

—¡Te atacó! —dedujo Ron, con cara de asesino. Por fin había encontrado una pluma en condiciones en su bolso y la blandía amenazadoramente ante la mera idea.

Hermione negó con la cabeza.

—Él... él me besó.

La pluma resbaló de los dedos de Ron y cayó sobre la mesa, mientras su cara se transformaba en una expresión que solo podía calificarse de estupefacción.

—¿Malfoy... te besó? —repitió Harry para aclararse—. ¿A propósito?

Más o menos. Asintió.

—No, —pronunció Ron, negándose a creerla. Ahora la miraba con un horror desenfrenado grabado en el rostro.

Para sorpresa de Hermione, la expresión endurecida de Harry se desinfló en alivio.

—¡Por las pelotas de Godric, Hermione!

—Cinco puntos menos para Slytherin por ese lenguaje, —siseó.

Harry se limitó a darle un cariñoso empujón en el brazo, pareciendo no importarle ni un ápice los cinco puntos.

—¡No tienes ni idea de cuánto sueño estaba perdiendo! Todo el tiempo pendiente de lo que hacías con Malfoy. Estuve mirando el mapa todo el día durante semanas... era como sexto curso otra vez.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora