26. La Bendición

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Las Tres Escobas estaba casi vacío un domingo por la tarde. Todd Granger echaba un vistazo a su alrededor, aparentemente satisfecho de que fuera un establecimiento limpio y acogedor. El brazo de Natalie estaba fuertemente enlazado con el de su hija, aunque a Hermione le resultaba difícil distinguir cuál de las dos estaba destinada a tranquilizar a la otra.

—Buenas tardes, Rosmerta, —saludó McGonagall a la propietaria.

—Buenas tardes, Minerva, —respondió la atractiva bruja detrás del mostrador. Deslizó una jarra llena de algo que humeaba hacia un hechicero enjuto al final de la barra—. La habitación que pediste está subiendo las escaleras, a tu izquierda. Voy detrás de vosotros.

—Gracias.

Si Madam Rosmerta encontraba extraño al grupo que la directora había reunido, no lo delataba. Draco se pegó a su madre y, según notó Hermione, mantuvo las distancias con la casera. De pronto, Hermione recordó que dos años antes él había hechizado con Imperius a Rosmerta para llevarle un collar maldito a Dumbledore en el colegio. De repente, se convenció de que no conocía a Draco Malfoy de nada, a pesar de haber pasado gran parte del último mes trabajando estrechamente con él.

Rosmerta los siguió con una bandeja de vasos flotando detrás de ella, junto con jarras de agua alegre y cerveza de mantequilla.

—Papá, tienes que probar esto, —insistió Hermione en voz baja, sirviéndole a su padre un vaso de cerveza de mantequilla. A menudo había intentado describir la experiencia única de la bebida caliente, pero era un sabor difícil de caracterizar.

—¿Por fin podré probar la misteriosa cerveza? —rio Todd entre dientes. Hermione vio cómo su padre se llevaba el vaso a los labios y daba el primer sorbo. Para su placer, una expresión caprichosa se dibujó en su rostro—. Dios mío, es... increíble. Natalie, tienes que probar...

Sin embargo, era evidente que Natalie Granger no estaba de humor para distraerse con algo tan mundano como una bebida. Mientras los demás terminaban de acomodarse, aceptó un vaso, pero no bebió de él. Sus ojos iban de McGonagall a Narcissa Malfoy, antes de posarse en Draco, que parecía reclinarse despreocupadamente en su silla y había fijado los ojos en una expresión de aburrimiento mientras miraba la pared. Hermione no se dejó engañar; sospechaba que Draco estaba fingiendo comodidad para poder observar mejor al resto de la mesa sin ser obvio al respecto.

Como era su costumbre, McGonagall no perdió el tiempo y entró en materia.

—Seguramente se preguntarán qué clase de apuro me ha hecho reunirlos aquí.

—No estás embarazada, ¿verdad? —gimió Natalie, agarrándose al brazo de su hija.

¡No, mamá! —Hermione escupió un poco de cerveza de mantequilla y se sonrojó con un brillante tono escarlata.

—Gracias a Dios, —suspiró su madre, soltando su férreo agarre—. Oí la palabra "apuro" y entonces apareciste con un chico y... bueno, tienes diecinueve años, querida, así que no pude evitar preguntarme... Estoy segura de que lo entiendes. De hecho, cuando tenía diecinueve...

—Nat, —se limitó a decir Todd, apoyando la mano en la de su mujer.

—Cierto. Estoy divagando.

Hermione deseó poder meterse debajo de la mesa.

—Esta situación es un poco más compleja, me temo, —reveló McGonagall, dando un sorbo a su agua alegre. Narcissa observaba a la directora en silencio, pero con ojos incisivos—. El viernes pasado por la noche, el señor Malfoy y la señorita Granger se encargaron de realizar magia no autorizada en los terrenos del colegio. Construyeron un mandala alquímico... es decir, combinaron sus amplios conocimientos de pociones, aritmética y runas antiguas para llevar a cabo correctamente una magia muy complicada que, hay que reconocerlo, muchas brujas y magos totalmente entrenados no pueden realizar correctamente.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Where stories live. Discover now