21. Creo que eres valiente

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A la mañana siguiente, Hermione se despertó en un estado de dudosa confusión. Como las últimas piezas de un rompecabezas que por fin encajan en su sitio, sus recuerdos de la noche anterior se filtraron por secciones. Se incorporó y gimió, sintiéndose de inmediato como si el Expreso de Hogwarts la hubiera arrollado. Mientras observaba atontada lo que la rodeaba, tardó un tiempo anormal en reconocer los doseles de su cama. Me siento como si me hubieran drogado...

Cuando por fin se levantó de la cama, lo hizo con cautela, como una anciana que ha visto más mundo del que le correspondía. La pálida luz del sol que entraba por las altas ventanas del dormitorio indicaba que aún era temprano. Un vistazo a la habitación le aseguró que sus cuatro compañeras seguían durmiendo. Miró el reloj. Apenas eran las cinco, pero era innegable que estaba despierta.

Sentía todo el cuerpo fatal, pero sobre todo las articulaciones. Casi podía sentir cómo sus huesos rechinaban unos contra otros.

Un baño, decidió con firmeza, recogiendo sus cosas.

El camino hasta el baño de prefectos fue lento al principio debido a lo dolorida que estaba, pero al poco rato ya estaba dando la contraseña a la estatua de Boris el Desconcertado y dirigiéndose al lado de las chicas. Deslizó el cartel de la pesada puerta de madera que indicaba que el baño estaba "ocupado" y se sentó en el largo banco para desvestirse mientras la bañera se llenaba de agua humeante y de sus burbujas favoritas perfumadas con jazmín.

Aún llevaba puesta la ropa de la noche anterior, ya que estaba demasiado agotada para quitársela antes de tumbarse en la cama. Al quitarse los calcetines, se dio cuenta de que tenía los pies húmedos de la noche anterior y la piel pálida y húmeda.

Qué asco, pensó sinceramente, arrugando la nariz mientras se quitaba los vaqueros. Estaba a punto de quitarse el jersey cuando notó una larga marca en el muslo y se inclinó para examinarla. Era blanca y descolorida, como una cicatriz de hacía muchos años, pero no recordaba haberla visto antes. Tenía unos quince centímetros de largo y era irregular. Trazó la cicatriz con el índice, confundida.

—Qué raro, —murmuró.

Frunció el ceño, cogió el dobladillo de su jersey y se lo quitó de un tirón, dejándose caer un montón de rizos sobre los ojos. Levanto el brazo derecho para apartarse la maraña de mechones de la cara y se dio cuenta, sobresaltada, de que había otra cicatriz nueva justo al lado de la de "Sangre sucia". Haciendo todo lo posible por ignorar el recordatorio del odio elitista de Bellatrix, Hermione pasó los dedos por la nueva marca: una media luna de tejido pálido. Casi parecía que había sido golpeada por algo que llevaba herraduras, tal vez hacía un puñado de años...

Como un caballo...

...O un hipogrifo.

Fue entonces cuando hizo clic. Se armó de valor y giró el brazo izquierdo para mirar la parte interior del antebrazo. Allí estaba la Marca Tenebrosa, mirándola con odio descarado por su propia existencia.

Rápidamente ahogó un grito involuntario. El sonido amortiguado pareció magnificarse en las baldosas del cuarto de baño y rebotó por todas partes, mucho más fuerte de lo que ella hubiera deseado.

—¡Oh, no, oh, no, oh, no!, —jadeó, incapaz de apartar los ojos de la horrible mancha.

Justo entonces, se oyeron golpes en la puerta y Hermione pudo oír la voz de Draco gritando:

—¡Granger! ¡Sé que estás ahí!

Con las manos temblando y la mente dándole vueltas, Hermione se levantó temblorosa para dirigirse a la puerta. En el último momento, recordó que solo llevaba puestas las bragas y una fina camiseta interior, así que se puso rápidamente la bata. Volvió a aporrear la puerta.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Where stories live. Discover now