35. Serendipia

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—¿Me puede sentar contigo?

Los ojos de Draco se desviaron de su caldero para distinguir la figura imponente y aceitunada de Daphne Greengrass, de pie ante él. Sostenía su libro de Pociones contra el pecho y lo miraba fijamente, esperando una respuesta.

—¿No te sientas con una de tus compañeras de dormitorio?, —preguntó él, moviendo su mochila para hacerle sitio.

La escultural muchacha sacudió la cabeza y depositó sus cosas en su mitad de la mesa.

—No he hablado mucho contigo últimamente.

—Me estás hablando ahora mismo.

—Sabes lo que quiero decir...

—¿Estás segura de que no estás sentada aquí por lo de esta mañana? ¿No quieres tratar con los demás?

Daphne se estremeció sutilmente; una persona menos observadora tal vez no lo hubiera notado, pero Draco sin duda sí.

—¿Te has enterado?, —preguntó moviéndose intranquila.

—Todo el mundo lo ha oído, —confirmó, abriendo la página correcta del libro de texto antes de colocarlo junto al caldero—. Haces elecciones desconcertantes, Greengrass.

A Draco no se le escapó que los ojos de su compañera de trabajo se posaron en Ron Weasley, sentado dos mesas por delante de ellos, antes de desviarse hacia una bruja de pelo especialmente espeso sentada en la mesa a la derecha de Weasley. La razón por la que Daphne miraba a Granger en aquel momento era intrigante, aunque un poco preocupante.

No había hablado con Hermione desde el lunes por la noche. Ahora era miércoles por la tarde y cada vez le resultaba más difícil evitar llamar su atención. Sabía que tenían que hablar, pero le resultaba difícil superar su orgullo y ser él quien se acercara a ella, sobre todo porque antes había sido tan despectivo con ella.

Daphne suspiró profundamente. Comenzaron a preparar la poción que debían elaborar, seleccionando los ingredientes adecuados de sus mochilas o del armario. Cuando por fin estuvieron listas y el profesor Slughorn dio la señal para empezar, ella continuó su conversación anterior como si nada la hubiera interrumpido.

—Creí que Pansy era mi amiga.

—Los Slytherin no tienen amigos, —afirmó Draco, empezando a pelar un poco de raíz de margarita según las instrucciones de la poción—. Tienen cómplices.

Su compañero cogió una corteza de sauce y se dispuso a triturarla.

—Ahora somos Ravenclaws, Draco. He dejado atrás a Slytherin.

—Puedes apostar que Parkinson no lo ha dejado atrás. Probablemente heriste su orgullo cuando la defendiste.

—¡La estaban acosando! La llamaban fácil...

—Porque es fácil, —dijo—, y no le molesta lo más mínimo que la gente lo sepa. Ella saca poder de ello.

—Eso es una tontería, —replicó Daphne—. Además, eso no fue todo lo que dijeron esos chicos. Le dijeron que la única razón por la que la habían puesto en Hufflepuff era porque tienen que "aceptar a todos" y que ella no pertenecía a ningún otro sitio.

—Debes admitir que es gracioso.

El incidente en cuestión había ocurrido durante el desayuno de aquella mañana. Unos cuantos alumnos de séptimo año se habían cruzado con Pansy Parkinson a la salida del Gran Comedor y habían empezado a insultarla y a hacerle comentarios lascivos. Pansy había estado haciendo un buen trabajo ignorándolos con el mismo altivo desdén que proyectaba en la mayoría de los aspectos de su vida, hasta que Daphne se había apresurado a salir en defensa de su amiga, lanzando un Maleficio Punzante a los tobillos de los chicos y haciendo que se dispersaran.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Where stories live. Discover now