Una historia de amor

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Una historia de amor. Eso es lo que todo mundo pide, pero nadie puede saber realmente los problemas que puede traer consigo hasta que la vives.
A él lo conocí en una tarde de otoño. Iba temprano para mi clase de francés así que decidí pasarme por una librería. Lo vi en cuanto llegué. Era mi tipo de chico, al menos su espalda y cabello lo eran ya que era lo único que podía ver de él, pues estaba de espaldas a mí. Era un lindo cabello; castaño y rizado, un poco largo y parecía muy bien cuidado. Que estuviera de espaldas y no me viera me tenía sin cuidado, no pensaba que se fuera a voltear, me vería y se quedaría prendado de mí. Siempre era igual, veía a chicos guapos, me veían y no pasaba nada, no platicábamos, no nos sonreíamos, eso les pasaba a las protagonistas de los libros que leía, no a mí. Lo ignoré, de todas formas tenía que ir a francés.
Ya que estaba en la librería, decidí comprarme el diccionario para la clase de francés que la maestra había estado pidiendo desde que inicio el curso.
— Hola, disculpe, ¿tiene diccionarios francés-español?— pregunté a la encargada
— Buenas tardes, mira él muchacho de allá te puede ayudar— dijo señalando al chico de grandioso cabello. Me emocioné porque él trabajaba ahí y yo podía pasar por "casualidad" de vez en cuando y verlo. Nada del tipo acosador, solo para poder darme un taco de ojo sin ser demasiado obvia.
Cuando me acerqué hacia él, vi que estaba acomodando libros y escuchando música; sacudía su cabeza al ritmo de lo que sea que estuviese escuchando y sus rizos se movían con ella. Toqué su hombro y dejó caer un libro que estaba sosteniendo, se quitó los audífonos y volteó a verme. Cuando vi su rostro por primera vez, me quedé hipnotizada por él. Era guapo sin duda, con su nariz perfecta, pómulos marcados, tez blanca. Pero nada de eso tenía importancia una vez que veías sus ojos porque eran tan cautivadores que no podía quitar la vista de ellos; eran de un color café tan claro, al punto de ser miel pero sin serlo, con destellos dorados, nunca había visto ojos así.
— ¿Te puedo ayudar?— preguntó con una voz profunda que encajaba perfecta con su rostro.
— Eh... sí. Estoy buscando un diccionario francés-español—. Dije en cuanto recuperé el habla. Sonrió y fui deslumbrada por unos dientes blancos, derechos de arriba y un par de dientes torcidos en la parte de abajo.
— ¿Un diccionario francés-español? Claro que tenemos. Acompáñame—. Me guió a través de la librería hasta un estante que tenía un letrero escrito con letras enormes "Diccionarios", solté una risa, riéndome de mí misma.
— Por supuesto. ¿Por qué no lo vi?—dije en voz baja.
— No te preocupes, es mi trabajo— respondió, a pesar de no haber estado hablando con él—. No quiero ser entrometido pero, ¿este diccionario es para ti? Me refiero a que si vas a clases particulares, es para la escuela o...­—
—Sí, es para mí. Voy a clases a una escuela que está cerca de aquí—saqué mi iPod y vi la hora... faltaban cinco minutos para mi clase—. Sí, este... ¿me das permiso para tomar el diccionario?— Sacudió la cabeza como queriendo despejarse de una idea y tomó un diccionario y me lo dio.
—Qué bueno que te gusten los idiomas, siempre he querido aprender más idiomas. Sólo sé español e inglés pero eso ya no impresiona a nadie, ¿verdad?— dijo sonriendo.
— Bueno, si de verdad quieres impresionar, deberías ir a cursos de náhuatl. Eso sí que sería impresionante—me di la vuelta y comencé a caminar, pero choqué contra el vendedor porque había aparecido de la nada y se había puesto delante de mí— ¡Uf!
— Ay, qué torpe, lo siento— me sostuvo por los hombros para estabilizarme y los dejó ahí por un momento hasta que lo vi y después miré a sus manos en mis hombros. Me soltó como si lo hubiese quemado y después se pasó la mano por su cabello, nervioso. —Eh, mira, yo... eh... quería saber si te gustaría ir a... no sé, ¿al cine?
— Ah, ¿cuándo?— pregunté, sorprendiéndome a mí misma. Lo más normal hubiese sido quedarme viéndolo fijamente. Mi respuesta había sonado muy casual, como si todo el tiempo me sucedieran ese tipo de cosas y no era así. Para nada.
— Pues, —miró su reloj—ahorita. Ya terminó mi turno, si me esperas unos cinco minutos en lo que voy por mis cosas, podríamos irnos, si a ti te parece.
— Me gustaría pero tengo que ir a mi clase, y... — por un momento consideré la idea de faltar a francés, no lo había hecho y no pasaría nada si lo hiciera una vez. No era lo mío saltarme clases, sin embargo no era eso lo que me impedía aceptar su invitación. De pronto recordé quién era yo en realidad. La chica con miedo a equivocarse, a parecer aburrida, a conocer nuevas personas—no puedo. Lo siento, nos vemos.
Y salí disparada hacia la caja. No me siguió, supongo que pensó que lo había rechazado; lo que hice pero tenía la esperanza de que me insistiera. Oh, bueno, no se puede tener todo.
Dejé mi diccionario y corrí hacia mi clase consciente de que nunca volvería a hablar con él.


Traducción de la canción:

Solo porque tú lo creas,
no significa que sea cierto.
Te hará beber y no te dejará parar.
Muchas chicas y chicos enamorados.
Muchas chicas... y chicos enamorados.
Ve a la ciudad. Pierde el corazón.
Ella no era tan linda y tú no eres tan inteligente.
Muchas chicas y chicos enamorados.
Muchas chicas... y chicos enamorados.
¿No es una lástima, oh, oh, oh. (x3)
el que te haya dejado ir?
Muchas chicas y chicos enamorados (x4).

Por favor, déjame olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora