Julia

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El silencio habitual de la habitación, interrumpido sólo por el constante bip de la máquina conectada a Ezra, estaba a punto de volverme loca. Llevaba metida ahí todo el día, y también el anterior; así como cada fin de semana. Ezra se encontraba en un hospital en la capital y yo viajaba para poder verlo, esperando a que despertara o diera señales de querer hacerlo, pero nada ocurría y ya habían pasado dos meses.
En un principio, Ezra estaba en el mejor hospital local pero conforme fueron pasando los días, sus padres decidieron que lo mejor sería transferirlo a uno con mejor equipo y la opción más obvia era la capital. Siendo sólo su novia, no tenía derecho alguno a protestar y no era mi intención hacerlo; era por el bienestar de Ezra. Además estaría mejor atendido, y con mejores atenciones, mayores eran las posibilidades de recuperación. No obstante, ya había pasado un mes teniendo "lo mejor de lo mejor" y no se veía ningún avance en él.
Me dediqué a hablarle, a pedirle que volviera. Le acaricié el cabello que, a pesar de no poseer el brillo anterior, seguían sedosos. Oh, Dios, lo extrañaba tanto.
Recordé lo que se sentía tocarlo cuando estaba consciente, cuando él podía responder a mis caricias. A él le gustaba cuando le tocaba el cabello. Se sentaba en mis piernas y yo le acariciaba. Una tarde, los dos estábamos solos afuera de mi casa. Estábamos en nuestra posición usual: yo recargada contra la pared y el acostado con la cabeza sobre mis piernas. Él me leía y yo estaba tocando sin parar lo que sea que pudiera alcanzar: su cabello, sus cejas, su nariz perfecta, excepto sus labios, pero solo porque los estaba ocupando en ese momento.
— "Como un esclavo fiel, en nada, inmóvil, pienso,
salvo en la dicha inmensa que das a quien te vea.
El amor es tan loco, tan ingenuo y leal,
que hagas lo que hagas, él nunca piensa mal
".—leyó Ezra—. ¿Estás poniendo atención?
Sonreí e hice un sonido de afirmación. Cerré los ojos y recargué mi cabeza en la pared. La verdad es que no había estado escuchando. Llevaba casi diez minutos leyéndome sonetos de Shakespeare y yo solo me había concentrado en su voz sin escuchar realmente lo que quería decir.
Era una tarde tranquila. Él no había trabajado y habíamos estado toda la tarde juntos. El sol estaba ocultando y soplaba una brisa fresca que me venía perfecto pues el verano se acercaba y los comenzaban a ser cada vez más cálidos.
"Como mujer Natura te concibió en principio,
y luego, al modelar tu cuerpo con sus manos,
se enamoró de ti, cambiando mi destino
al darte un atributo para mi amor no apto.
Pensando en las mujeres, Natura así te hizo:
tu cuerpo gocen ellas, tu amor que sea mío".
Ese último verso llamó mi atención. Abrí los ojos y fruncí el ceño.
—A ver, ¿eso último significa lo que creo que significa?
Ezra sonrió y se levantó.
—Creo que sí. ¿No es extraordinario? Toda la vida te venden la imagen de una persona y de pronto descubres cosas como esta y te das cuenta de que hay mucho más.
Yo sonreí y me dieron ganas de darle un beso. Me encantaba cuando se emocionaba, era muy fascinante de ver.
—Pero déjame ver si estamos en la misma página, ¿Shakespeare escribió ese soneto para un hombre?
—Exacto.
Abrí aún más los ojos. No es que estuviera mal pero, bueno, estaba sorprendida. Como no me habían gustado sus obras, nunca había puesto atención a nada que tuviera que ver con él. Simplemente nunca me había dado curiosidad.
—Está diciendo que ese hombre puede andar con mujeres pero que nunca se enamore de ellas, ¿no? Porque el amor de esa persona es suyo, ¿verdad?
—Y yo aquí pensando que no me estabas poniendo atención—fue la respuesta de Ezra.
Me acerqué a él con toda la intención de hacer que dejara ese libro y me besara.
—Hija, ya es hora—di un pequeño brinco al escuchar la voz de mi madre. Me sacó de mis recuerdos y por un segundo me molesté. Pero sabía que era algo ilógico e inmaduro y lo dejé ir. No había notado cuando entró al cuarto. Asentí y me despedí de Ezra dándole un beso en la mejilla.
—Te prometo que cuando regrese, te leeré más de Shakespeare—susurré en su oído.
***
—Emma, esto no puede seguir así—estábamos a unos minutos de llegar a la ciudad. Sabía de qué quería hablar pero no tenía ganas de escucharla, así que me puse los audífonos, dejándome llevar por la música—. ¡Emma! No puedes escapar de esta conversación, señorita, ya es hora de que entiendas. Ezra lleva dos meses en coma y las posibilidades de recuperación van disminuyendo. Sé que lo quieres y aún tienes esperanzas pero tienes que seguir con tu vida, linda.
—Mamá, si tú no quieres llevarme, puedo pedirle a...
—Ya les dije a los gemelos que ni se les ocurra llevarte hasta la capital. Son tus amigos, lo sé, pero es un gasto, hija, y no tienes el dinero para pagarlo.
—Sé manejar. Tal vez si me prestaras...
Mi madre negó con la cabeza, descartando mi idea antes de escucharla por completo.
— ¿Con qué dinero? No voy a gastar dinero en una idea con la que no estoy de acuerdo—supongo que debí de hacer una gesto porque su voz se suavizó—. Puedo llevarte una vez al mes, como mucho, si tanto significa para ti.
Hice como si no la hubiese escuchado y miré por la ventana. Por lo visto, en transcurso de su discurso, ya habíamos llegado y ahora nos hallábamos en el centro de la ciudad. Era domingo por la tarde y las familias se encontraban paseando por la calle como es normal. Mamá se detuvo en un semáforo y vi a unos niños entrando a la librería en la que solía trabajar Ezra. En la puerta de ésta colgaba un cartel solicitando empleado, y supe qué tenía que hacer. Abrí la puerta y bajé.
—Eh, ¿a dónde crees que vas?—gritó mamá.
—A conseguir dinero. No me esperes para cenar. Iré a casa de Mónica.
Sabía que estaba siendo injusta con ella pero no podía evitarlo. ¿Cómo se atrevía a decirme que tenía que olvidar a Ezra? Yo sabía que despertaría, no importaba lo qué pensaran los demás.
Caminé despacio, tomándome mi tiempo. Nunca había trabajado y no sabía qué se esperaba que hiciera. ¿Y si me pedían que limpiara ventanas o el piso? No limpiaba en casa. Está bien, sí limpiaba, no era inútil. Pero sólo lo esencial como mi recámara, recogía la mesa o la ponía, barría y si estaba castigada, lavaba los trastes; mas nunca trapeaba o lavaba baños.
Me obligué a calmarme y a darme ánimos. Se trataba de una librería, ¿qué sería lo peor que podría pasar?
***
—Buenas tardes, Julia—saludé a la dueña de la tienda. Nos llegamos a hacer amigas ya que yo iba casi a diario. Ella desatendió a los niños y se giró hacia mí. Avanzó y me abrazó. Era una señora de una edad avanzada, tendría unos cincuenta o sesenta años, pero vaya que era carismática y poseía una energía envidiable hasta para mí. Con unos cabellos blancos que nunca teñía y tampoco peinaba. En los meses que llevaba de conocerla, nunca la había visto con el pelo amarrado, no sabía muy bien por qué.
— ¡Niña! Qué sorpresa tenerte aquí—exclamó. En su mirada percibí un cambio, tal vez un brillo de temor y expectativa— ¿Qué pasó? ¿Es Ezra?
—No, no se preocupe, Julia—me apresuré a calmarla—. En realidad es por el anuncio de la puerta. ¿Todavía está disponible? Es que necesito el dinero. Mi madre, ella... ella ya no quiere llevarme a verlo y tengo que seguir yendo, ¿sabe? Y pensaba que si yo pagaba la gasolina, tal vez me dejaría manejar el auto. Y ahora estoy hablando de más. Disculpe, no había estado en una entrevista de trabajo en mi vida...—sacudí mi cabeza ligeramente, despejándome—. ¿Entonces?
La señora me veía con deje de diversión. Vi que mordía sus mejillas por dentro, un intento por no sonreír, supuse. Me hizo una seña con el dedo índice, pidiendo que la siguiera y me llevó a través de una puerta a la que había visto a Ezra entrar y salir muchas veces pero nunca me dejaba pasar por órdenes de Julia. La expectativa por descubrir lo que había en el interior me tenía emocionada. Podría haber cualquier cosa ahí adentro. Una mini sala de estar, un billar, hasta un jacuzzi, todo era posible cuando se trataba de Julia.
Me quedé en el umbral de la puerta y Julia prendió la luz... Mis hombros, ligeramente levantados, cayeron en señal de decepción. No era más que una bodega con cuatro paredes tapizadas de libros en estanterías, sin mencionar las pilas de cajas con libros dentro. Todo estaba lleno de libros, apenas había espacio para caminar. Al fondo pude distinguir un pequeño escritorio y al lado de éste, unas escaleras en espiral que te llevaban a un piso superior.
¿Qué podía haber allá? ¿Más libros? Señalé la escalera, estaba por preguntar si podíamos subir cuando negó enfáticamente con la cabeza. Me sonrojé violentamente como no lo había hecho en mucho tiempo. No entendía muy bien por qué; quizás porqué quedé como una fisgona, no lo sé.
—Oh, niña, no te avergüences. No me molesta enseñarte qué hay allá arriba; simplemente siento que no es el momento.
—No es que quiera presionarla pero, ¿tengo el empleo?—dije cambiando de tema.
— ¡Claro! ¿Por qué crees que te dejé pasar? Por lo que me ha dicho Ezra, eres una ávida lectora. Y dispones de mucho tiempo libre.
— ¿Ezra le dijo que contaba con mucho tiempo libre?
—No, eso lo deduje yo sola. Estabas aquí casi todo el tiempo, haciendo nada más que distraer a mi mejor y único empleado.
Sentí que los colores se me volvían a subir. Esta señora era directa y me encantaba por eso. Daba igual cómo fuera, por fin tendría dinero para ver a Ezra sin pedirle a nadie que me llevara.

25 - 03 - 13 / 30 - 09 -16

N/A #1: Las traducciones de los sonetos de Shakespeare que aquí aparecen, no las hice yo. Las saqué de esta página :https://www.castelldefels.org/entitats/alga/62_centrales.htm
N/A #2: Aquí está la interpretación de una canción para la situación de Ezra y Emma:

Las alas de los ángeles se extienden sobre deseos deteriorados por el agua
Protegiendo los sueños y las cosas que no dijimos
Y aquí estamos, deambulando, vagando sin rumbo
Amantes que resisten y nunca olvidan

Y cuando terminemos, caminaremos hacia donde la carretera se encuentra con el sol

Te espero por Santa María
¿Cuánto tiempo te quedas con estas cartas que envías?
No sé si lo nuestro será para siempre
Pero siempre he sabido que nuestro amor es verdadero

Y cuando terminemos, caminaremos hacia donde la carretera se encuentra con el sol

[KATIE:] No desaparezcas
[MATTHEW:] Cariño, te deseo
[KATIE:] No me dejes aquí
[MATTHEW:] Y cuando llegue el día
[KATIE:] Te veré aquí
[AMBOS:] Porque sé que los deseos se hacen realidad
cuando encuentro el camino de regreso a ti

Las alas de los ángeles se extienden sobre deseos deteriorados por el agua
Protegiendo los sueños y las cosas que no dijimos
Y cuando terminemos, caminaremos hacia donde la carretera se encuentra con el sol (x10)

 


Por favor, déjame olvidarteWhere stories live. Discover now