Confusión

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  Me quedé acostada en mi cama todo el domingo. Mis padres habían ido al cine o algo así, no recordaba. Me habían invitado pero rechacé la invitación; no tenía muchas ganas de salir. Además no lo decían en serio, ellos querían estar solos. Y no se los reprochaba, yo también necesitaba estar sola. Pensar cosas, como por ejemplo: la confesión de José.
  No había dicho en sí las palabras "Te quiero", pero lo había dado a entender. Mentiría si dijera que no había sentido nada al respecto. Nos habíamos dicho esas palabras antes, claro.
  Antes de que dejáramos de hablarnos por dos años, José solía decirme que me quería casi todo el tiempo, y yo también se lo decía. Sin embargo en ese entonces, esas palabras tenían un significado diferente para mí, nada romántico, y para él también, estaba segura. ¿Pero ahora? Habíamos sido pareja, los te quiero cambiaban. Sentía que mis emociones eran un remolino pero de ese remolino había dos emociones que se hacían notar más que las otras: felicidad y pánico.
  No quería pensar en lo que eso significaba. Sabía que yo también tenía problemas y por eso necesitaba este tiempo para pensar con claridad.
***
  Diciembre significaba una cosa para mí: vacaciones. Pero antes de las vacaciones estaban los temidos examenes finales.
  Mi quinto semestre había resultado bastante rápido y sencillo, nada parecido a cómo me lo habían pintado. Cuando mi hermana estaba en su último año de preparatoria, yo siempre la veía apurada haciendo tareas, proyectos, o simplemente estudiando. Siempre en constante estrés. Sin embargo, a mí las tareas no me quitaban mucho tiempo y, en general, sentía que los profesores no eran muy exigentes. Quizás simplemente el nivel académico había disminuido.
  Como ya no tenía que ir a clases, tan solo al examen, mis horarios eran variados. Ese día me tocaba el examen de física y salí de mi casa antes de las once de la mañana. Repasaba mentalmente las fórmulas mientras caminaba hacia la parada. Llegué y me concentré en mis notas; no me preocupaba particularmente este examen, pero física siempre había sido la materia que más se me dificultaba y estudiar hasta el último minuto nunca estaba de más.
  Los minutos pasaban pero no el autobús. Mi mamá había ido a trabajar y papá también, cada quien en su carro. Comencé a sentirme nerviosa. No tenía el dinero suficiente para un taxi pero si llegaba tarde a la escuela no me dejarían presentar el examen. Estaba pensando en regresar a casa por más dinero cuando sentí que alguien me tapaba los ojos.
— ¿Quién soy?­—preguntó cerca de mi oído.
  Sonreí.
  Me quité las manos de los ojos y, al girarme, me lancé hacia los brazos de la persona. La risa de Nicolás llenó mis oídos y me dio un abrazo de oso. Nos quedamos así abrazados hasta que escuché que un autobús se acercaba. Me aparté y señalé hacia el autobús detrás de mí, como diciéndole que me tenía que ir. Él negó con la cabeza y sacó unas llaves de su sudadera.
—Hoy te llevo yo—dijo.
  Asentí, encantada y caminamos juntos hacia su casa. Él tenía una mano sobre mis hombros y el mío rodeaba su cintura. Tal vez fueran los meses de separación pero podría jurar que él estaba más algo... no estaba segura si era su altura o sus músculos, a lo mejor eran los dos.
— ¿Qué haces aquí?—pregunté.
—No sé si te lo han dicho, pero en diciembre hay una cosa que se llama vacaciones—bromeó—. Y se me ocurrió que, tal vez, podía hacerle una visita a mi mejor amiga y al malhumorado de mi hermano.
  Puse los ojos en blanco pero sonreí igualmente.
—Ja, ja­—exclamé con sarcasmo—. Ya sé, tonto. Es solo que yo creí que tus vacaciones empezaban dentro de dos semanas.
—Pues si te hubieras mantenido en contacto como acordamos, te habría podido decir que regresaría antes de tiempo.
— ¿Y eso? —pregunté, ignorando su reclamo.
—No es por presumir—dijo, con tono presumido—, pero exenté todas mis materias así que no tuve que quedarme a las semanas de exámenes finales.
  Nicolás me soltó cuando llegamos a su auto y abrió la puerta para que entrara. Antes de entrar del todo al auto, la puerta de su casa se abrió y apareció José. El corazón se me aceleró y estaba segura de que había tomado aire audiblemente. José por su parte estaba concentrado en su celular y no me vio, dándome la oportunidad para observarlo bien. Estaba vestido con un pants, sudadera y tenis, o sea que iba a correr. Cuando alzó la vista, vio a Nicolás primero.
—Hermano—dijo—. Voy al parque a dar la vuelta, ¿vienes?
  Nico negó con la cabeza y me señaló. José por fin me vio. Nos vimos por un par de segundos. Él avanzó hacia mí con una decisión. Sin embargo, después de tres pasos, algo en su mirada cambió y se detuvo. abrió la boca para decir algo pero luego la cerró, para después volverla a abrir.
—Hola, Emma—fue todo lo que dijo.
  Se puso los audífonos, se giró y caminó lejos, hacia el parque, supuse. Mientras tanto yo estaba confundida. Hacía dos semanas que no hablaba con José. Él, sorprendentemente, había respetado mi decisión. Tan concentrada estaba en la escuela que no me había puesto a pensar en nada con respecto a él. Había pasado todo este tiempo y yo no tenía una respuesta clara. Y no tenía tiempo para pensar en eso... Mi examen. Tenía que pensar en mi examen.
  Nicolás ya estaba en el auto, esperando a que yo cerrara la puerta. Sacudí levemente la cabeza para despejarme y cerré la puerta.
—Entonces, ¿aún tienen problemas?—preguntó Nico.
  Me giré hacia él. ¿Sabía que José y yo teníamos problemas?
—Digamos que nos hemos dado un tiempo.
— ¿Tiempo?
—Para pensar las cosas. Aunque no creo que funcionemos muy bien como novios.
  El auto se desvió bruscamente del camino y casi nos estrellamos contra un auto que venía en el carril contrario. Volteé a ver a Nicolás, él siempre había sido un conductor precavido.
—Lo siento—dijo—. ¿Novios? ¡¿Son novios?!
—Bueno, no por el momento pero sí lo éramos—contesté, sorprendida por el tono de voz de Nicolás. Estaba enojado pero no entendía por qué. ¿Acaso José le ocultó nuestra relación a su familia? ¿A su propio gemelo? Me estaba cuestionando la importancia que José le había dado a nuestra relación.
—Pero, ¡si aún eres una...!—dijo Nicolás—. ¡Nosotros somos más...!
—Eh... No te estoy entendiendo nada.
— ¡Siempre hemos sido como hermanos, Emma! ¿No ves lo retorcido que es esto?
—Creo que estás exagerando—dije, un poco incómoda.
  No podía culparlo por pensar así, yo también había dicho lo mismo. Pero ahora que lo escuchaba de otra persona, después de pasar tanto tiempo con José, me sentía un poco incómoda. Si volvía a mi infancia, la amistad entre Nicolás y yo siempre había sido fraternal pero, ¿José y yo? No, nosotros nunca habíamos sido como hermanos. Estaba segura de eso.
—Parece que es el mes de los regresos—comenté para llenar el silencio.
— ¿Por qué lo dices?—preguntó Nicolás, pasados unos segundos.
—Mi padre regresó hace como dos semanas.
  Nico me miró por un momento, alzando las cejas.
—Pero al parecer es temporal—dije.
—Bueno, en eso nos parecemos. Solo estaré aquí una semana, dos como máximo.
— ¿Por qué?
—Tengo que regresar pronto—contestó Nicolás, sonrojándose.
  Por lo que yo sabía, sus vacaciones durarían por lo menos un mes, así que no entendía por qué tenía que regresar tan pronto. Su familia estaba aquí, sus amigos igual, no tenía a nadie allá que... A no ser...
— ¿Tienes novia?—pregunté. El sonrojo de Nicolás se acentuó más y asintió. Una sonrisa apareció en mi rostro y lo golpeé en el hombro—. ¿Por qué no me lo dijiste?
  Él dejó escapar una carcajada y me alegré de que su humor hubiera mejorado. Todo con solo pensar en esta misteriosa chica.
— ¿Cuándo? Nunca estás conectada y tampoco hablamos por teléfono—contestó.
  Buen punto.
­— ¿Cómo es?—pregunté, cambiando de tema.
—Es inteligente, linda y muy divertida. Al principio no te das cuenta de esto porque es muy callada pero una vez que has ganado su confianza, ella es...­­—se interrumpió a media frase. Se aclaró la garganta­—. ¿Podemos no hacer esto, por favor? Es un poco vergonzoso.
  Reí y asentí, dejándolo pasar pero por dentro ya me podía imaginar a la chica.
  Me la imaginaba un poco bajita, cabello castaño y ojos enormes, tal vez usaba lentes. Me los imaginaba haciendo la tarea juntos en un café, o discutiendo un libro de historia. Yendo al cine, a bailar, aunque Nicolás no sabía bailar, sabía que lo haría por ella. Me alegré por mi amigo, hacía mucho que no tenía una novia porque estaba muy concentrado en la escuela. Era bueno saber que por fin se estaba dando cuenta de que tenía que vivir.
  Llegamos a mi escuela y bajé del auto dándole las gracias. Se ofreció a recogerme pero le dije que tenía que ir a trabajar después de la escuela y él dijo que no importaba, que igual vendría por mí. Accedí y fui a hacer mi examen.
***
  Dos horas después, Nicolás estaba estacionando el auto delante de la librería.
  El examen no había sido tan fácil como había supuesto pero tampoco reprobaría. Le estaba diciendo todo esto a Nicolás cuando entramos a la biblioteca y nos encontramos con Julia. Ella volteó a vernos y sus cejas se fruncieron cuando vio a Nicolás. Ezra llegó a su lado con una caja en sus brazos. Cuando me vio, me sonrió, luego vio a Nico y la sonrisa desapareció.
  Nicolás a mi lado, me dio un leve codazo y sus ojos demostraban sorpresa.
—Ezra—dijo Nicolás, adelantádose para saludarlo de mano—, cuánto me alegra que estés bien.
  Ezra se lo agradeció pero su tono era precavido, como si no supiera si lo estaba diciendo en serio. Por dentro, me estaba muriendo de la risa. Nadie sabía que José tenía un gemelo. Bueno,  Ezra conocía a Nicolás pero eso había sido antes del accidente, así que no lo recordaba. Nicolás nunca había ido conmigo a la librería, así que Julia no lo conocía y supuse que José nunca le había hablado de Nico. Todos estaban confundidos y solo yo podía aclarar el asunto pero, honestamente, no quería. Me estaba divirtiendo mucho.
—Veo que te has hecho un corte de cabello. Y un cambio de guardarropa—dijo Julia.
—Eh... se podría decir que sí, señora—confirmó Nicolás, extrañado. Volteó a ver a Ezra y dijo: —Supongo que no me recuerdas. Yo soy...
—El novio de Emma, lo sé. Y siento haber causado todo ese malentendido entre ustedes. Emma no tiene la culpa... Solo le pedí que fuera a tomar un café conmigo pero como amigos, en serio.
  Nicolás veía a Ezra y a Julia como si estuvieran locos. De reojo él miraba hacia la puerta, no sabiendo si debería huir. No pude resistirlo más y me eché a reír. Todos dirigieron su atención a mí y juro que Nicolás ya se estaba acercando lentamente a la puerta, suponiendo que todos en esta librería estábamos locos. Lo tomé de la mano para que no escapara.
—Él es... él...—no podía hablar, la risa me ganaba.
  Todos aguardaron a que dejara de reír, lanzándose miradas entre ellos. Después de unos minutos me pude controlar pero el estómago me dolía y sentía la quijada entumecida.
—Lo siento—dije, limpiando unas lágrimas que se me escaparon por la risa—. Él no es mi novio, Ezra.
— ¿Entonces terminaron?—preguntó Julia.
—No... Lo que quiero decir es que él no es José—aclaré—. Él es mi mejor amigo, el gemelo de José: Nicolás.
  Julia asintió y finalmente sonrió. Ezra se veía un poco avergonzado, tal vez por todas las cosas que le había soltado a Nicolás. Le sonreí ligeramente, como diciéndole que no importaba y él me devolvió la sonrisa.
—Si hubiese sido otra persona, pensaría que me están jugando una broma pero desde que te vi entrar por la puerta sabía que algo no encajaba—dijo Julia—. Hola, yo soy Julia, la dueña de la librería. He hablando con José en más de una ocasión pero nunca te mencionó.
  Nicolás se acercó a ella y le extendió la mano, negando con la cabeza.
—No se lo tome personal, José no es muy dado a hablar de su familia—dijo Nicolás—. Y, Ezra, cualquier cosa que haya hecho mi hermano, no te preocupes, él es impulsivo y estoy seguro de que lo que sea que hayas hecho, él sacó conclusiones precipitadas e ilógicas.
—Me agradas—declaró Julia—. Ven, acompáñame a la bodega, te daré una taza de café para este frío que está haciendo. Todo este tiempo creí que toda ese halo de misterio que tu hermano tiene, no era más que una pose. Pensé que su afán de vestir ropa negra era solo parte del paquete.
—No. José sí tiene un afán con la ropa negra pero no es una pose, desgraciadamente. De hecho, mi madre...
  Los vi desaparecer entre los libros y sonreí. Nicolás siempre agradaba a las personas. Lo había extrañado demasiado.
—Sí que son diferentes—dijo Ezra quedamente.
—Lo son—confirmé.
  Ezra me vio sorprendido; no esperaba que yo oyera ese comentario.
—Él y yo...—dijo Ezra—, ¿éramos amigos?
­— ¿Nico y tú?—pregunté, él asintió—. Sí, creo que sí. A veces salíamos al cine o a comer. Se llevaban bien.
  Ezra asintió.
—Sí... Me cae bien.
—Me alegro—dije, sonriendo—. A mí también.

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N/A: Traducción de la canción del capítulo:

Toda mi vida he estado buscando algo
Algo que pueda entender bien
Bebé, vivo esperando el fin de semana
Bebé, vivo esperando esta alma cibernética

Todos los viernes como a la media noche
Parece que desaparecen todos mis problemas
Todas las personas que extraño cuando estoy distante
Todos están aquí

Necesito amor porque solo él es verdadero
Necesito pasar cada hora del día contigo
Y con mis amigos porque son geniales
Sí, mis amigos son muy geniales
Son mis amigos

Toda mi vida he estado desperdiciando, desperdiciando
Desperdiciando todo mi dinero, todo mi tiempo
Todo el tiempo que he estado esperando, esperando
Esperando por el momento en el que seas mí@

La canción en la que estoy pensando, pensando
Pensando en todas las cosas que hice mal
Todo el tiempo en el que olvidé que
Eras mí@ todo este tiempo

Necesito amor porque solo él es verdadero
Necesito pasar cada hora del día contigo
Y con mis amigos porque son geniales
Sí, mis amigos son muy geniales

Necesito amor porque solo él es verdadero
Necesito pasar cada hora del día contigo
Y con mis amigos porque son geniales
Sí, mis amigos son muy geniales
Son mis amigos

Son mis amigos x7


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