III

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Año 850

Ordené cuidadosamente los papeles y guardé la tinta y la pluma que había estado utilizando para terminar los últimos informes sobre las murallas. No era necesario completar exhaustivas revisiones a los muros, pero, dado que el trabajo en las Tropas Estacionarias era aburrido y repetitivo y como nadie quería hacer el trabajo del papeleo, era algo de lo que yo solía encargarme.

Cogí mi bolsa de tela, donde guardé una carpeta con el informe y los dos libros de medicina que compré hacía un par de semanas y que seguía estudiando con ahínco. Después, tomé un par de cosas que necesitaría para mi día a día y salí de la habitación.

—¿Ya has terminado? —preguntó mi madre asomando su cabeza por el quicio de la puerta del salón.

—Sí. Me voy a ir ya —respondí, dejando la bolsa sobre el sillón. Ezra me miraba con atención y, cuando me acerqué a por mi chaqueta, me aferró del brazo con fuerza— Tengo que irme, Ezra. No puedo estar eternamente aquí.

Si algo bueno tenían las Tropas Estacionarias es que podía pasar más tiempo con familia. Solía pasarme unos días cada dos semanas, no solo para visitarles, sino también para ayudarles. Normalmente, Hannes se encargaba de que todos mis trabajos tuvieran que hacerse en Klorva, donde también aprovechaba el tiempo para revisar los muros, la munición y el estado de los cañones.

—Toma —mi madre salió de la cocina con un enorme paquete.

—¿Qué demonios es eso?

—Son bollos para las tropas, como siempre. Pero asegúrate de que Elric, Mara y Hannes los coman.

Yo sonreí mientras cogía el enorme paquete. Era mucho más pesado de lo que parecía, pero estaba convencida de que todos apreciarían el detalle de mi madre cuando llegara al pequeño cuartel de nuestro distrito. A mi madre le gustaba cocinar para otros y, en especial, le gustaban las visitas de mis amigos, pero, en aquella ocasión, no habían podido acercarse a casa para pasar unas horas con nosotros, así que, cuando eso sucedía, siempre se aseguraba de prepararles algo.

—Mamá, asegúrate de que Ezra haga sus ejercicios —comenté tras abrazar a mi hermano. Éste negó con la cabeza, intentando disuadir a nuestra madre, así que puse los brazos en jarras—. Sé que te duele, enano, pero hay que hacerlo.

—Me parece cruel —susurró mi madre, pero aún así pude escucharlo.

—Lo sé... —suspiré— Pero hemos estado haciendo las cosas mal durante muchos años. Hemos dejado que Ezra se acostumbre a no hacer nada, por lo que sus músculos no se han desarrollado y eso solo le provoca dolores. Están muy bien sus tratamientos para prevenirlos, pero si le obligáramos a moverse y a reactivar sus articulaciones todo sería más fácil.

—Has avanzado mucho en tu investigación —sonrió mi madre.

—Sí, bueno, pero ese no es el punto —añadí cruzándome de brazos—. Ya sabes cómo son sus series. Debes moverle brazos y piernas, darle masajes para activar su circulación y, después, debes obligarle a levantarse y ponerse en pie para que intente caminar. ¿Lo harás?

—Sí, sí —accedió mi madre, dándome unas palmaditas en la cabeza.

—Sabes que me enteraré si no lo haces.

—¿Quieres irte de una vez? —me dijo poniendo los brazos en jarras y frunciendo el ceño, a lo que yo respondí con una carcajada.

Habían pasado cinco años desde el fallecimiento de mi padre y aún seguía sorprendiéndome cómo parecía que todo seguía igual en mi familia. No asistí a su funeral, a pesar de que me dieron un permiso especial. No obstante, lo que sí hice es ir a visitar a mi madre y a mi hermano un par de días después. Quizás los primeros días vi a mi madre mucho más callada y distraída que de costumbre, pero pronto volvió a ser la de siempre. Ella se dio cuenta de lo que pasaba por mi mente. ¿Cómo era posible que pudiera rehacerse tan rápido de algo así? Lo que me respondió fue simple: era ella la que había elegido casarse con mi padre, aún a sabiendas de lo peligroso que era su puesto. Llevaba muchos años preparada para un día como aquel.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum