XL

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Me crucé de brazos, apoyada en el ventanal de mi despacho. Fuera del cuartel de Trost, los rayos del sol incidían con fuerza, haciendo que algunas briznas de la hierba empezaran ya a amarillear. Eran días de mucho calor, pero aun así, se estaba manteniendo la misma actividad frenética de siempre. Se estaban ultimando los detalles de la línea de tren que uniría las murallas con el puerto, lo que permitiría agilizar el transporte de mercancías para empezar a comerciar cuanto antes con otras naciones, más allá del clan Hizuru. Eren y compañía se habían ofrecido como voluntarios en su construcción. Levi y Hange se habían marchado hacía unas horas para ver cómo iban las obras y para darles una importante noticia: teníamos una respuesta de la señora Kiyomi sobre el tratado de comercio.

No me habían querido adelantar mucho más, pero parecía que, en ese aspecto, las cosas no iban como teníamos planeado. Aunque intentaba esperar pacientemente el regreso de Hange y Levi, se notaba que, en el fondo, estaba nerviosa. Tendríamos muchas cosas que preparar y, para aumentar mi disgusto, Maverick me había comentado que se rumoreaba que la reina ya había escogido a un padre para su hijo. Yo seguía en contra de ese plan, pero, después de lo sucedido en el primer encuentro la señora con Kiyomi, cuando me opuse airadamente a que Historia se viera obligada a tener descendencia, no me permitían acercarme a Sina más de lo necesario y mucho menos si era para estar cerca de Historia. Aquella había sido una de las condiciones del clan Hizuru, quienes temían que pudiera arruinar sus planes. No saber cómo se encontraba en realidad Historia, no poder hablar con ella, me hacía sentir todavía más nerviosa y frustrada tanto conmigo misma como con la situación en la que nos encontrábamos.

Mientras yo me dedicaba a observar por la ventana, Becca leía un libro sentada en uno de los sillones. Sin embargo, la chica no parecía estar muy concentrada porque Aaron, en la otra punta de la habitación, estaba muy concentrado en algo y no podía ver el qué. Desde que Becca se había unido, la situación se había vuelto un poco extraña. La noticia no fue especialmente bien recibida entre los soldados (algo que ya nos esperábamos) y, además, se notaba cierta tensión cuando nosotros, como escuadrón, estábamos juntos. Aaron y Becca mantenían las distancias. Además, el carácter cerrado de Aaron, que se había sentido profundamente agraviado por la rudeza de Becca, tampoco ayudaba a mejorar la situación y yo no sabía qué podía hacer para hacer de nuestra convivencia algo más agradable.

Aaron miró por encima de su hombro y descubrió que Becca, aunque intentaba ser discreta, no le quitaba ojo de encima. El chico dio un leve respingo y se hizo un ovillo más todavía en la esquina en la que se encontraba, procurando esconder lo que estaba haciendo. La muchacha frunció el ceño, ya molesta por la actitud de Aaron y no alcanzando a comprender cómo alguien tan fuerte y grande como él podía comportarse como un niño pequeño.

—¿Qué estás haciendo? —le espetó.

Aparté mi vista de la ventana. Aaron parecía nervioso por algo.

—¿Aaron? —le pregunté preocupada.

—Yo no le he hecho nada —se defendió el chico con la boca pequeña.

—Estás todo el rato ahí acuclillado haciendo algo y me estás poniendo nerviosa. Intento leer este libro, ¿sabes? Algo te traes entre manos.

—No es verdad.

—¡Sí que lo es! ¡Te estoy viendo!

—Bueno, vale ya —rodé los ojos. No estaba como para lidiar con ellos. Se comportaban como críos—. Aaron, ¿qué estás haciendo?

Aaron pareció dudar por unos instantes, pero, finalmente, se puso en pie. Se acercó a Becca. La chica parpadeó confusa, sobre todo cuando Aaron le tendió una especie de corona de flores.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora