XIX

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Me sentía como si hubiera dormido durante años. Me revolví en las sábanas, sintiendo cómo la oscuridad comenzaba a disiparse como humo negro. Mi piel estaba perlada en sudor, ardiendo, pero mis manos temblando de frío. Tenía también una incesante punzada de dolor en mi cabeza. Era como si me hubieran golpeado en repetidas ocasiones con un martillo. Deseaba abrir mis ojos, pero lo único que podía hacer era continuar tumbada, lentamente recuperando la consciencia. En ese momento, entré en pánico. Desorientada, incapaz de comprender lo que me estaba pasando. Mi mente se aceleró, intentando analizar mis recuerdos para poder responder a las preguntas que se agolpaban en mi cabeza.

¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

Me sentí aliviada al escuchar la voz de Sasha cerca, como un susurro. Desperté abruptamente, mis manos cerradas, apretadas en puños, bajo las sábanas. A pesar de la intensa luz, mis ojos trabajaron rápido, haciendo que las formas que mis ojos captaban comenzaran a volverse cada vez más nítidas. Una cama. Un pequeño armario. Ninguna ventana. Un candelabro ascendía al lado de una mesilla.

Una figura, que capté a través del rabillo de mi ojo derecho, se acercó a mí. Era Sasha. La muchacha de pelo castaño recogido en una coleta se echó hacia delante, sentándose en el borde de la silla sobre la que estaba.

—Oh, me alegro de que hayas despertado —parpadeé confusa, intentando concentrarme en el rostro de una Sasha que me miraba con cierto aire de preocupación—. ¿Cómo te sientes?

—Como una mierda —respondí sincera, sorprendida incluso por mi propia respuesta.

Me forcé a sentarme sobre la cama, apoyando mi espalda en la pared y estirando mis brazos y piernas. Mis músculos estaban doloridos y atrofiados, como si hubiera pasado años postrada en aquella cama. Aproveché la ocasión para fijarme en la chica. Todavía llevaba su uniforme puesto, pequeñas partículas de suciedad impregnadas en la tela. Eso significaba que no había estado inconsciente tanto como pensaba, puesto que la misión de alcanzar a Rod Reiss debía seguir en marcha.

—¿Qué ha pasado? —pregunté con la voz ronca, mi garganta seca. Sasha frunció ligeramente el ceño, mostrando una preocupación que no me resultó agradable.

—¿No te acuerdas? —preguntó la muchacha. Sacudí mi cabeza de forma negativa, intentando recordar. Sabía que la Policía Militar nos había tendido una emboscada. Mis compañeros del escuadrón de Hange habían sido asesinados. Había peleado con Alphonse y había intentado escapar. Después de eso, todo era confuso para mí y solo existía el vacío. Sasha leyó mi expresión fácilmente y continuó— Fuiste atacada por un miembro de la Policía Militar. Te disparó y la bala atravesó uno de los cilindros de gas, provocando una explosión. Al parecer, intentaste aferrarte a un tejado para no caer, pero te golpeaste la cabeza. El capitán Levi te rescató y te llevó hasta nosotros, pero te desmayaste.

Instintivamente, me giré hacia mi derecha, sintiendo en el acto una punzada de dolor en mi pierna derecha. Fue entonces cuando me percaté de que, bajo las sábanas, estaba en ropa interior. Mi muslo derecho estaba vendado. Pequeños flashes de lo que había sucedido se dispararon en mi mente. No podía reconocer caras, todo eran figuras borrosas. Había perdido ante Alphonse, solo me quedaba la huida y decidí saltar. Había pensado que la bala no me había dado cuando escuché el disparo y me había sentido confusa, entré en pánico, cuando mi Equipo de Maniobras Tridimensionales dejó de funcionar, ya que no llegaba a comprender por qué.

Un poco de rojo captó mi atención. Un pequeño hilo de sangre se había deslizado hasta mi cuello, pero la sangre estaba ya seca. Seguí con la yema de mis dedos el áspero trazo hasta que llegué hasta la frente. Algo pegajoso había en la parte frontal, justo donde nacía mi cabello, en el centro de la frente.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now