XXV

7.2K 681 409
                                    

Todos nos pusimos en pie para poder echar un vistazo. Nos arremolinamos alrededor de Hange, quien sostenía una especie de palo metálico terminado en punta, un arma que no habíamos visto jamás. A mi lado, Floch y sus amigos tenían la boca abierta de par en par. Desde que el chico me había visto entrar por la puerta, no se había despegado de mí. Y tampoco es que le fuera a culpar por ello. Era una de las pocas caras conocidas que tenía en el cuartel.

—¿Este palo es el arma nueva?

—Al menos, llámala lanza —aclaró Hange—. El equipo técnico ha respondido a mis deseos. Ha introducido una nueva técnica que la Policía Militar tenía en secreto. Resumiendo, solicité un arma capaz de competir con el Titán Acorazado.

—¿Con el Acorazado? —Armin parecía bastante incrédulo ante la idea de que ese objeto pudiera hacer daño al Acorazado. Hasta ese momento, solo con el cuerpo a cuerpo habían logrado ponerle en un aprieto.

—Nuestras espadas no sirven con él. Mientras el enemigo no muestre un punto débil en su endurecimiento, lo único que podemos hacer es contemplar cómo Eren lucha con Reiner.

—Es cierto que no pudimos detener a Reiner cuando se fue corriendo llevándose a Eren —reflexionó Jean.

—Si aquel día el comandante no hubiese llegado trayendo todos esos titanes... —Connie hizo una leve mueca, recordando aquel fatídico día. El anuncio de otra ruptura en el muro que luego resultó ser falsa, la aparición de titanes que, de ser personas, serían los habitantes de la aldea Ragako, la marcha de Ymir, la determinación de Erwin... Habían sido unas horas muy intensas para todos. Habían pasado varias semanas desde aquello, pero a todos nos parecían años.

—Por ahora, los métodos de ataque válidos contra el Acorazado son las técnicas de estrangulamiento y deluxación de Eren titanizado —prosiguió Hange—. Y también confío en el puñetazo endurecido que aprendió en el experimento del otro día.

Los experimentos con Eren habían seguido. Yo no había llegado hasta el fondo de la cueva, pero, aparentemente, Eren se había tomado un líquido que le había permitido adquirir el tan deseado endurecimiento. Desde entonces, bajo el mando de Hange, se habían estado llevando experimentos para probar cómo funcionaba. Parecía que Eren había aprendido a controlarlo completamente en un tiempo relativamente corto y eso había acelerado todos los planes.

No obstante, no estaba muy contenta con esos experimentos, no desde el punto de vista médico. Tras todas y cada una de las transformaciones de Eren, cuando el chico salía de su cuerpo de titán completamente endurecido, se apreciaban en él signos evidentes de fatiga. Por no mencionar las abundantes hemorragias nasales que cada vez me resultaban más difíciles de cortar. Hange quería llevar hasta el límite esos experimentos y el propio Eren también, pero tanto Levi como yo estábamos preocupados por la salud del muchacho. Se estaba esforzando demasiado y tampoco sabíamos hasta qué punto su cuerpo podría aguantar todo aquello.

—Pero será difícil realizar la operación solo con esas armas —prosiguió Hange—. Si bien es necesario que Eren tape el agujero de la muralla María más que nada, tenemos que matar a Reiner y a Bertholdt porque son los que destruyeron el muro.

—¿Nos pides que clavemos ese lanza en el Titan de la Armadura? —Mikasa fue directamente al grano, como siempre.

—Sera más rápido si lo veis. Salgamos —Hange sonrió con satisfacción.

La mujer nos condujo hasta el exterior. Caminamos durante unos minutos para alejarnos lo máximo posible del cuartel. Cuando llegamos a una zona lo suficientemente despejada, Hange nos indicó que nos apartáramos. Nos obligó a ponernos bastante lejos de donde ella se encontraba. Hange, en cambio, se refugió tras una especie de escudo de madera tras activar aquella nueva arma. Ésta salió disparada con un fuerte estruendo e impactó contra un árbol. Se produjo una explosión que hizo que algunos de los soldados emitieran un grito de sorpresa e, incluso, de susto ante el inesperado efecto que aquel objeto, que parecía insignificante, tenía. Había partido por la mitad el tronco del árbol y pequeñas llamas y humo surgían del interior de la corteza.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Onde histórias criam vida. Descubra agora