XXXVII

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Se notaba el buen ambiente en las calles. Desde que hacía unos días se había inaugurado el puerto la gente se mostraba mucho más animada. Los primeros barcos salían a bordear la costa, donde se aplicaban las técnicas de pesca que los soldados de Marley nos habían explicado. La comida se había incrementado y esperábamos recibir a nuestro primer visitante extranjero en las próximas horas. Una expedición, encabezada por Yelena, se había marchado de la isla hacía unos días, prometiendo regresar con un importante aliado.

Caminé por las calles de Trost. Había pasado gran parte de la mañana estudiando unos libros de medicina de Grisha y completando la información con otras cosas que me habían revelado un par de médicos y enfermeras pertenecientes también al ejército de Marley y que viajaban siempre con las distintas divisiones cuando iban a alguna misión. En su barco tenían mucho instrumental que poco a poco estaba aprendiendo a utilizar y había conseguido convencerles de que me enseñaran todas las técnicas que conocían y que compartieran conmigo sus conocimientos de medicina, mucho más avanzados que los míos.

Me detuve a comprar en una panadería unos bollos recién hechos. Al salir, unos niños pequeños corretearon a mi alrededor, jugando. A lo lejos, sus madres les regañaron por armar alboroto. Compartí con ellos algunos de los bollos que había comprado y regresaron con sus madres con una sonrisa, despidiéndome con la mano mientras me alejaba calle abajo, disfrutando del par de bollos que habían quedado para mí y con los que más o menos pretendía saciar mi hambre feroz.

No obstante, mientras caminaba hacia el cuartel, escuché ruido en uno de los callejones. Rehíce mis pasos y me asomé. Unos tipos parecían estar molestando a otro. Aquel que estaba siendo molestado estaba acurrucado frente a un muro, resistiendo las patadas que los otros le propinaban.

—¡Eh! —grité. Fui bastante estúpida, porque aquellos tipos eran tres y yo era solo una, pero debo admitir que confiaba bastante en mis posibilidades. Al acercarme más, comprobé los bordados de sus chaquetas. Eran de las Tropas Estacionarias— ¿Qué creéis que estáis haciendo? ¿Es que no os da vergüenza?

—No te importa lo que estamos tratando aquí —uno de ellos escupió prácticamente aquellas palabras.

—Eso. Si hay que darle una lección a este monstruo, se la damos, ¿entiendes? —añadió otro.

—Nos ha jodido la diversión, así que esto es un asunto nuestro, mujerzuela.

Fruncí el ceño. ¿Mujerzuela? Miré al chico que seguía agachado. Sorprendida, vi que él también pertenecía a la misma facción.

—Me parece que no sabéis con quien estáis tratando —los tres soltaron una carcajada al escucharme decir aquello—. Soy ____-____, capitana de las Tropas de Reconocimiento, soy uno de los héroes de Shiganshina y antiguo miembro de las Tropas Estacionarias. No tengo ningún reparo en reportaros, pero antes puedo daros dos buenos guantazos a cada uno.

—¿Estás de coña?

—¿Me ves con pinta de bromear?

—¿Sabes que somos tres contra una?

Los tres se acercaron a mí. Me lancé primero contra el que estaba a mi derecha. Intentó propinarme un puñetazo, pero lo esquivé. Impacté mi codo en su estómago, haciéndole que se doblara por el dolor y, posteriormente, le hice la zancadilla, derribándolo. El segundo se abalanzó sobre mí. Me zafé de su agarre y le di una patada en la cara, en la zona de mandíbula. Aquello le hizo perder el conocimiento, al menos por unos instantes. No obstante, no iba vestida con mi uniforme, así que la falda larga que llevaba no ayudaba demasiado en mis movimientos. El tercer tipo consiguió atraparme por los brazos e inmovilizarme. El primero, al que había puesto la zancadilla, se levantó. Logró darme una patada en el estómago, pero, antes de que su puño pudiera impactar a continuación en mi cara, una mano enorme se posó sobre su cabeza y acto seguido la habían golpeado contra la pared de al lado, provocándole una herida que sangraba de forma abundante.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now