XIV

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Cerré mis ojos inconscientemente debido a la leve explosión que provocó Eren al transformarse. Desde una distancia prudente, esperamos a ver su reacción, pero todo parecía correcto. Nuestros superiores no querían arriesgarse a que Eren no pudiera reconocernos, pero todo parecía en orden, así que Hange fue la primera en acercarse hasta él.

—Bien, Eren, el objetivo es esa cueva —Hange señaló hacia el frente, donde la entrada de una pequeña cueva sobresalía de una de las enormes montañas que nos rodeaban. Hange y Levi habían sido muy escrupulosos en buscar un sitio en el que hacer los experimentos. Sabíamos con certeza que la Policía Militar estaba tras nosotros, así que los altos árboles que nos rodeaban nos permitían pasar más o menos desapercibidos. Para asegurarnos de no tener ningún visitante inesperado, los escuadrones de ambos capitanes patrullaban a caballo la zona. Los únicos cerca de Levi y Hange éramos Moblit, quien se ocuparía de hacer dibujos, Historia, por motivos de seguridad, y yo, que debía monitorizar a Eren—. La haremos pasar por el Muro María —prosiguió Hange mientras nos acercábamos a ella—. Tendrás que intentar endurecer tu cuerpo.

Eren asintió, dándonos a entender que había comprendido todo lo que Hange le había explicado. Esperamos pacientemente durante varios minutos, tantos como para que a Moblit le diera tiempo a dibujar un boceto más que exacto de la forma de titán de Eren, un monstruo de quince metros de altura que, a pesar de saber que estaba de nuestra parte, me seguía poniendo la piel de gallina.

Desgraciadamente, y a pesar de los esfuerzos de Eren por lograr el objetivo, no sucedió nada. El chico se desesperaba. Pudimos notarlo porque rugió un par de veces y, aunque era arriesgado, Hange no dudó en acercarse para intentar tranquilizarle. Moblit corría tras nuestra capitán, gritándole lo descuidada que era, mientras ésta se reía. A mí, en cambio, me hacía sonreír aquella escena. Levi se limitaba a mirarles con su misma expresión, chasqueando la lengua a cada insensatez que cometía Hange.

—No te preocupes, Eren —le animó Hange—. Vamos a ir con las pruebas de inteligencia y resistencia. Veamos cuánto puedes aguantar en esa forma —Hange se giró hacia nosotros— ¿Está todo listo?

—Sí —respondió Moblit.

—Apunta todo, _____ —me ordenó, a lo que yo asentí, preparando la pluma con tinta para comenzar a escribir.

Hange empezó con unos ejercicios simples. Eren solo debía imitar sus movimientos. Ponerse a la pata coja, saludar con la mano, tocarse la nariz... Eren fue capaz de realizar todas aquellas órdenes sin ningún problema. No obstante, cuando Hange quiso probar su capacidad de hablar, Eren se vio incapaz. Las fauces del titán de Eren eran extremadamente grandes y estaban expuestas en todo momento, por lo que era más que posible que la estructura de la boca no le permitiera articular palabras.

Después, Hange utilizó los materiales que nos había hecho encontrar, preparar y llevar hasta la zona utilizando los carros en los que también nos habíamos desplazado. Utilizando troncos de madera y sogas, Hange le indicó a Eren que construyera cosas. Todos nos sorprendimos cuando vimos que Eren, en su forma de titán, era capaz de construir cosas bastante detalladas para las que empleaba mucho cuidado. Sin embargo, pude notar un cambio en Eren al cabo de un rato. Parecía más nervioso y boqueaba.

—Ha pasado una hora —comenté.

—Lo sé —Moblit permaneció con sus ojos puestos sobre Hange. Estaba claro que él también lo había notado—. Es peligroso que Hange-san se acerque más.

Tragué saliva y dirigí mis ojos hacia Eren y Hange. Nuestra capitán extendió ambos brazos hacia arriba, lo que parecía haber tranquilizado al titán.

—Coge uno de los troncos de madera, Eren —tras dudar unos instantes, el titán se movió e hizo tal cual Hange le ordenó—. Muy bien. ¿Puedes escribir algo?

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora