XII

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Estiré un par de veces más los músculos de mi espalda. No había dormido todo lo bien que me gustaría durante la noche anterior debido a los nervios que sentía y había decidido levantarme con los primeros rayos de sol para preparar las cosas que pudiera necesitar durante el día. Según Hange, tendría que monitorizar a Eren y, como no sabía muy bien qué era lo que me pedía exactamente, decidí preparar una bolsa con diferentes materiales médicos para poder hacerle un chequeo completo si era necesario.

Me detuve para observar con detenimiento las estanterías repletas de medicamentos que había en el cuartel militar de Trost. Nos habíamos trasladado allí la noche anterior, desde donde, al parecer, sería mucho más corto nuestro viaje hacía el lugar en el que Eren y el resto de soldados se encontraban.

Pasé mi dedo por los botes, leyendo sus nombres y fui poniendo aquellos que me interesaban al fondo de mi bolsa, colocándolos cuidadosamente para evitar que se rompieran. Lo más probable es que no tuviera permiso para hacer algo así, pero ¿a quién le importaba a esas alturas? La Legión de Reconocimiento ya estaba en suficientes líos como para que en Trost se preocuparan porque nos habíamos llevado algunos materiales más de la cuenta.

Extendí mi mano para coger un medicamento que estaba en la parte de arriba de la estantería cuando escuché voces. Sentí que mi corazón se detenía y me frené en seco, intentando averiguar de quiénes eran las voces. Se trataban de hombres por el tono de voz, desconocidas para mí, hasta que escuché a Moblit. Mi estómago se retorció, nervioso ante la perspectiva de que me descubrieran ahí, pero, finalmente, me armé de valor para asomar mi cabeza de la habitación.

—¿Moblit? —pregunté al ver a un chico de pelo castaño de espaldas, a unos metros de donde yo me encontraba. Al darse la vuelta, comprobé que, efectivamente, era Moblit— ¿También te ha afectado a ti esta noche el insomnio? —sonreí, intentando ser simpática.

—Sí, no duermo mucho —respondió algo distraído—. _____ —no tenía buen aspecto. Parecía bastante preocupado—, el Pastor Nick ha muerto.

—¿¡Que!? —si no me equivocaba, Hange Zoe me había explicado que el Pastor Nick podía tener las claves de la creación de las murallas. El hombre estaba bajo la custodia de la Policía Militar, así que no llegaba a comprender cómo había podido suceder algo así.

—Hay que avisar a Hange-san. Esto es grave.

Asentí. Cogí mi bolsa y le seguí tan rápido como pude hasta llegar a la habitación de nuestra capitán. Moblit golpeó la puerta de madera con fuerza hasta que una somnolienta Hange, aún en pijama, abrió la puerta. No hizo falta casi que le explicáramos lo que había sucedido, debió de intuirlo por nuestros ojos. Aquello despejó inmediatamente a mi capitán.

...

Desde que habíamos salido de Trost por la mañana temprano nadie se había atrevido a hablar. Moblit sostenía las riendas del caballo que arrastraba el carro que nos transportaba hasta la zona en la que Levi y el resto de reclutas nos esperaban. No podía evitar mirar de reojo a Hange, que tenía la vista fija en un punto en el infinito, ausente, seguramente pensando en todo lo que había sucedido en las horas previas a nuestra partida.

Cuando Moblit le comunicó a Hange la noticia, ésta cogió una bata, se puso unas zapatillas y salió como un estruendo de la habitación. Los dos la seguimos a trompicones por los pasillos del cuartel, intentado tranquilizarla sin mucho éxito. Al llegar allí, comprobamos que dos hombres de la Policía Militar custodiaban la puerta e impidieron a Hange la entrada. No obstante, la puerta de la habitación estaba entreabierta y la mujer pudo vislumbrar el cuerpo que había aún en el suelo. Pudo comprobar con sus propios ojos que, efectivamente, ese era el cadáver del Pastor Nick.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora