VII

7.8K 718 190
                                    

—Si hubiera sabido que ibas a venir, habría preparado algo.

Mis ojos continuaron fijados sobre el café que había en mi taza mientras mi madre se paseaba de un lado al otro de la cocina luciendo un camisón blanco y su pelo recogido.

—Siento haberme presentado así —susurré.

—No importa —mi madre sonrió—. Nos gusta tenerte por casa, ¿verdad, Ezra? —Mi hermano, sentado justo en el lado contrario de la mesa, asintió entusiasmado.

Yo me limité a sonreír levemente. Me había despertado antes de que salieran los primeros rayos de sol y, en silencio, me había puesto las botas y había salido del cuartel general rumbo a casa. No me apetecía ver a nadie aquella mañana y mucho menos después de lo que había pasado el día anterior.

Me masajeé las sienes y suspiré. Todo parecía haber sido un mal sueño. El beso con Elric, la discusión con Mara... Nada de eso parecía real y lo único que necesitaba era despejarme un poco. No me apetecía verles. No quería ver la sonrisa de Elric, no quería que me tocara y mucho menos quería notar la mirada inquisitoria de Mara sobre mí. Siempre había creído que nuestra relación de amistad era más fuerte que nada. Era como si juntos pudiéramos vencer a todo el mundo, pero tenía la sensación de que los tres vivíamos en mentiras constantes. ¿Por qué Mara nunca me había dicho lo que pensaba? ¿Por qué yo tenía tanto miedo de decir que no? Se suponía que los amigos podían estar por encima de esas cosas, pero ahora creía que solo nos soportábamos porque no teníamos a nadie mejor en quien apoyarnos. Todos habíamos optado por el camino fácil en nuestras vidas y, aunque pareciera que nos tomábamos en serio nuestro trabajo, tenía la impresión que éramos los que menos creíamos en las Tropas Estacionarias.

—Ezra ha estado haciendo sus ejercicios tal y cómo me dijiste —mi madre entró de nuevo en la cocina ya vestida y se sirvió una taza de café. Yo asentí—. Nos lo estamos tomando muy enserio, ¿verdad, cielo? —mi hermano asintió de nuevo y continuó masticando con lentitud el trozo de pan mojado en leche que se había llevado a la boca.

—No tenías más remedio. Sabes que me habría dado cuenta si no los hace.

—Pues dirás lo que quieras, pero yo no veo mejoría.

—Es normal —di un pequeño sorbo a mi taza de café—. Los resultados solo se verán a corto plazo. No pretendas que empiece a caminar solo con una sesión. Aún no hago milagros.

Mi madre rio cuando dije aquello y dejé de nuevo la taza de café sobre la mesa mientras la observaba por el rabillo del ojo. La notaba más cansada de lo normal, pero preferí no preguntar. Suponía que no sucedía nada malo con Ezra, ya que había engordado un poco desde la última vez que le había visto. Tenía un aspecto más saludable. Pero notaba que había algo más que ella no me contaba. Preferí guardar silencio mientras seguía dándole vueltas a todas las posibilidades. Podía ser problema de dinero, pero dudaba de ello. Todo lo que ganaba en el ejército, a excepción de unas pocas monedas que guardaba para mí, iba destinado a mi madre y mi hermano.

—Debería irme —dije finalmente poniéndome en pie. Bebí el resto del café de un trago y dejé la taza sobre el fregadero. El sol lucía ya en lo alto y las calles de Klorva cada vez comenzaban a estar más pobladas de gente que salía a trabajar o hacer recados. No quería seguir importunando a mi madre con mi visita inesperada. Seguramente tendría cosas más importantes que hacer que permanecer todo el día sentada en silencio en la cocina haciendo compañía a su hija, a quien no le apetecía hablar.

—¿Te vas tan pronto? —preguntó mi madre sorprendida— No me ha dado tiempo a preparar nada para que te lleves al cuartel.

—No es necesario —quizá soné demasiado tajante, ya que mi madre enarcó ambas cejas—. Hoy hay mucho trabajo que hacer. El capitán Hannes salió ayer por la tarde de viaje —me acerqué a mi hermano y le di un beso en la frente mientras éste me tomaba del cuello para abrazarme.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now