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La atmósfera que se respiraba en el salón no era todo lo cómoda que esperaba. Farman, que tenía su pierna apoyada en uno de los bancos de madera y me miraba con sonrisa burlona, me echó un último vistazo antes de dejarme a solas con mis dos amigos. Desde que había llegado, el hombre no había dejado de restregarme en la cara que él era el nuevo capitán y yo, por mi parte, había conseguido mantenerme lo más estoica posible. Estaba convencida de que se moría por darme órdenes y tuve que contener una sonrisa de medio lado, pues yo ya no era parte de las Tropas Estacionarias.

Lo primero que había hecho al llegar a Klorva era pasar por el cuartel. No tenía muy claro que quisiera ver a mi hermano y a mi madre porque no sabía cómo sería su reacción cuando se enteraran de mi decisión. ¿Que era una cobarde? Sí, puede ser, pero temía que mi madre pudiera intentar disuadirme de unirme a la Legión de Reconocimiento y, por otra parte, no quería que tuviera más preocupaciones.

Mara, Elric y yo guardamos silencio por varios minutos. Mis dos amigos estaban sentados justo frente a mí. Yo jugueteaba con mis dedos en la mesa de madera, mientras intentaba ordenar mis pensamientos.

—¿Qué tal te ha ido estos días? Llevamos tiempo sin verte —suspiré de alivio cuando Elric rompió el silencio. Yo sonreí. Siempre era él el que tenía que darme el empujoncito.

—Bien. Bueno, en realidad, ha sido una experiencia agotadora. He tratado a mucha gente, pero creo que ya puedo decir casi con certeza que soy doctora.

Mis amigos asintieron y los tres volvimos a guardar silencio. ¿Por qué tenía que ser una situación tan rara? Llevábamos sin vernos no más de una semana, pero parecían años. Me rasqué la cabeza, intentando encontrar una explicación a lo que nos estaba pasando. Éramos amigos, ¿no?

—Oye, ______ —Elric miró para otro lado—, ¿lo viste? ¿Viste cómo el capitán Hannes moría?

—¡Elric! —Mara golpeó a nuestro amigo en el brazo.

Sentí mi corazón detenerse y las imágenes comenzaron a sucederse en mi mente. Los dos niños en el suelo, el titán acercándose, Hannes saltando de su caballo para ayudarles... Sentí ganas de vomitar y me masajeé las sienes. Quería olvidarlo todo, quería olvidar las vísceras y, sobre todo, quería olvidar el dolor y la impotencia. Hannes había sido como una figura paterna para mí y su muerte sería algo que no perdonaría nunca.

—Lo siento... —murmuró Elric finalmente.

—No —mi voz sonó más grave de lo normal—, no lo sientas —clavé mis ojos sobre mis amigos—. Vi morir a Hannes y no pude hacer nada, si es eso lo que os estáis preguntando.

—Se han contado muchas cosas sobre lo que hiciste —prosiguió Mara más animada, tras ver que parecía entera tras lo que había experimentado. No obstante, yo no había olvidado la discusión que habíamos tenido la noche antes de la supuesta tercera invasión de las murallas, así que mi ceño se frunció ligeramente. No podía olvidarla fácilmente. Mara me había dicho cosas bastante dolorosas sobre mí y ella estaba actuando como si no hubiera pasado nada entre nosotras.

—¿Y qué es lo que cuentan? —pregunté escéptica.

—Que salvaste al comandante Erwin Smith —respondió Elric.

—Eso no es del todo cierto.

—Eres demasiado modesta.

—Puede ser —hice una pausa—. Un titán le mordió el brazo y le llevó en dirección contraria a la expedición. Yo le hice un torniquete para evitar que muriera desangrado, pues el titán le había arrancado el brazo, y, después, cuando regresamos a Rose, yo misma participé en su cirugía y he seguido su proceso de curación.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now