XIII

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Cuando salí de la habitación en la que había estado examinando a Eren, crucé el pasillo y me dirigí hacia la cocina. El resto de sus compañeros estaban sentados en los sofás. Al verme, me observaron con curiosidad. Yo me limité a asentir como forma de saludo y me encaminé hacia la cocina, donde rebusqué en los armarios algo de comida. No tardé en encontrar un poco de pan y un trozo de queso de oveja, así que decidí que lo mejor sería prepararle a Eren un pequeño bocadillo antes de la cena con el que recuperarse de toda la sangre que le había sacado.

—Los cuchillos están en el segundo cajón.

Sonreí. La chica rubia de grandes ojos azules que pertenecía al escuadrón de Levi me observaba con curiosidad desde el quicio de la puerta. Era como si me hubiera leído el pensamiento, pero no me preguntó nada más, ni siquiera por qué estaba haciendo eso.

—Podrías acompañarlo con un poco de tomate —comentó.

—Oh, sí. Sería una buena idea —me quedé parada unos instantes. Tampoco sabía dónde estaban los tomates.

—Espera, partiré yo las rodajas —la chica se acercó hasta uno de los armarios y sacó un tomate que comenzó a trocear.

Historia Reiss. Así era cómo se llamaba aquella muchacha o, al menos, eso creía tras la reunión que habíamos mantenido todos hacía no más de una hora. Según había explicado Levi, la Policía Militar iba tras Eren y, también, tras ella. Al parecer, aquella chica de grandes ojos azules, pelo dorado y rostro afable era la auténtica heredera al trono en Sina. Y, sinceramente, me parecía una locura estar compartiendo el mismo espacio que alguien de la realeza. Desde mi punto de vista, parecía una chica normal, extremadamente preciosa, sí, pero, al fin y al cabo, normal. Tampoco había tratado nunca con gente como ella, pero no me parecía a simple vista que se comportara como alguien que debía ser la reina de la humanidad.

Finalmente, fue Historia la que colocó las rodajas sobre el pan y sacó un plato sobre el que poner el escueto bocadillo que habíamos preparado para Eren. No era una comida muy elaborada, pero suficiente para que el muchacho recuperara los niveles de azúcar que había perdido tras sacarle las dos bolsas de sangre.

—¿Cómo está Eren?

Levanté la vista del plato. Armin Arlert estaba de pie, parado en medio de la habitación. Un metro tras él, asomaba la cabeza de Mikasa. Parpadeé un par de veces, pues su pregunta me había pillado por sorpresa, pero, finalmente, me encogí de hombros.

—Está bien. Solo ha sido un chequeo rutinario —respondí con franqueza. No obstante, noté que el muchacho seguía observando el bocadillo—. Le he preparado esto porque es importante que coma algo después de la cantidad de sangre que le he sacado. Si queréis, podéis llevárselo —Mikasa fue la que se acercó y tomó el plato—. Aseguraos de que se lo coma todo —añadí, mientras los dos se adentraban en el pasillo. Una vez se desvanecieron, continué observando el sitio en el que hacía unos segundos estaban y sonreí. Había estado poco junto a ellos, pero me gustaba la relación que mantenían. Sabía por Hannes que se conocían desde hacía mucho tiempo y que, entre los tres, habían forjado unas relaciones que serían difíciles de romper.

Mis pensamientos se desviaron cuando la chica alta de pelo castaño recogido en una coleta asomó también su cabeza y sonrió.

—¿Cuándo vamos a cenar?

—¡Tenemos pocos suministros! ¡No empieces, Sasha! —gritó el muchacho más alto.

—No pasa nada —Historia sonrió, aunque más bien era una sonrisa fingida. Dudaba que aquella muchacha fuera anteriormente tan apagada. Seguramente la situación la estaba sobrepasando—. De todas formas, deberíamos empezar a preparar la cena.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now