XI

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Guardé en uno de los armarios una de las últimas cajas con los informes de los últimos pacientes. Muchos ya habían sido dados de alta y, aunque algunos revestían todavía cierta gravedad, habían sido estabilizados y parecía que sus vidas no corrían peligro. Tras varios días desde el falso asalto a la Muralla Rose, los que no habían muerto ya, difícilmente lo harían, así que sentía que ya podía respirar tranquila.

Habían pasado un par de días desde mi vista a Klorva y había recibido una carta de mi madre. Sus palabras reflejaban una cierta reprimenda por no haber tenido la valentía de confesarle mi decisión en persona, pero tampoco la culpaba. Mi comportamiento en ese aspecto había resultado bastante inmaduro, pero no me arrepentía en absoluto de mi decisión. Era nueva dentro de la Legión de Reconocimiento, pero me sentía con mucho más poder y seguridad en mí misma que cuando estaba en las Tropas Estacionarias donde, a priori, tenía todas las papeletas de convertirme en alguien de referencia.

—¿Se puede? —me giré al escuchar una voz masculina a mi espalda. Un joven de cabello negro y piel blanca como la nieve me observaba bajo el quicio de la puerta.

—¿Maverick? —pregunté sorprendida. Hacía mucho tiempo que no veía a mi amigo.

—Me habría gustado acercarme antes a verte, pero tenía bastante trabajo.

—¿Trabajo? —enarqué una ceja escéptica. Si en las Tropas Estacionarias había poco trabajo que hacer, en la Policía Militar las tareas debían reducirse considerablemente. Solo se encargaban de la parte más pequeña del muro y de proteger a los nobles y a la familia real.

—Bueno, vale —se rascó la nuca avergonzado—. Para serte sincero, no tenía muy claro si te apetecería verme después de tanto tiempo. Alphonse te manda saludos.

—¿Por qué no me iba a apetecer verte? —sonreí. Lucía muy bien después de tanto tiempo sin verle. La última vez que nos vimos, tenía la cara más redondeada, pero ahora sus facciones se habían endurecido. Ya no parecía un niño.

—Te queda bien ese uniforme.

Mis ojos se deslizaron hacia mi ropa. Evidentemente, no se refería exactamente a eso porque íbamos vestidos exactamente igual. La única diferencia era el bordado en nuestras chaquetas, pero yo ya no llevaba las rosas de las Tropas Estacionarias. Sonreí de medio lado y le guiñé un ojo.

—Me alegra ver que has cambiado de facción y debo reconocer que también admiro tu decisión. No todo el mundo tiene el coraje de unirse a la Legión de Reconocimiento.

—Gracias —era más importante para mí de lo que pensaba que Maverick me dijera eso. Estaba muy emocionada.

—¿Se unieron también Elric y Mara?

—No —respondí de forma más brusca de la que pensaba. Maverick mantuvo su expresión imperturbable, como si aquello no le sorprendiera en absoluto—. Discutimos —hice una pausa—, pero no es que cambiara de facción por eso. Mi decisión fue el detonante, aunque supongo que todo venía ya de lejos.

—Me da mucha pena, de verdad _____—Maverick tomó asiento en una pequeña silla frente al escritorio en el que había tenido que rellenar las intemrinables fichas de heridos.

—No lo sientas. A pesar de todo, me siento muy bien —le dediqué una sonrisa.

—Has cambiado —Maverick me observó de arriba a abajo—. Te ha crecido mucho el pelo en estos años —me tomé un mechón de pelo. Tenía razón. Era lo más largo que lo había tenido en mi vida y, aún así, era incapaz de recogérmelo en condiciones—. Pero, no solo eso. Te veo diferente.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora