IV

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A la señal de Pixis, todos nos pusimos en marcha. Eren saltó y, en el aire, se trasformó en titán tras una enorme explosión. Era realmente impresionante ver de cerca a un titán de esas características. Medía aproximádamente unos quince metros, tenía una boca enorme y aquellos inconfundibles ojos verdes. Aún no podía creer lo que estaba presenciando. Era el mismo titán que había atacado a otros titanes. Él estaba de nuestra parte.

Era el momento de comenzar la operación, de que Eren se pusiera en marcha y, aunque lo hizo, no fue de la forma en la que esperábamos. Aquel ser rugió con fuerza y, en un parpadeo, su puño se estrelló en uno de los tejados, justo donde se encontraba Mikasa Ackerman, la chica que le había acompañado en todo momento y que había osado oponerse al ejército para protegerle. Nuestras expresiones mostraron el horror de lo que estábamos presenciando. El jovencito rubio, llamado Armin, gritó su nombre y sentí como si el mundo se hubiera parado a mi alrededor. ¿Pero en qué estaba pensando? Era un titán. No estaba de nuestra parte y nunca lo iba a estar. Había sido una idiota por pensar que podríamos tener alguna oportunidad y recordé la mirada y las palabras que Elric me había dirigido antes. Aquello solo era una maldita utopía.

Sin embargo, había alguien que no se había rendido y que seguía confiando en Eren y esos solo podían ser sus amigos. Respiré de alivio cuando vi que la chica, aparentemente bien tras el golpe, se colocaba frente al titán para intentar hacerle entrar en razón sin mucho éxito.

Fueron momentos de caos y confusión, en los que yo, situada en uno de los tejados, observé la escena impotente. Eren se descontroló por completo y Mikasa, a pesar de haber sido atacada por él, se esforzó por detenerle, haciéndole caer contra una de las casas, destruyéndola por completo. Rico, por su parte, lanzó una bengala al aire indicando que la operación había sido un fracaso. Sin embargo, Mitabi, que era el capitán al mando de nuestro improvisado escuadrón por órdenes de Pixis, se enfrentó a su compañera, pues aún consideraba que quedaba esperanza. Yo intentaba tener esperanza también, pero todo lo que estaba viviendo solo me invitaba al pesimismo.

Los titanes, por otra parte, comenzaron a entrar por el agujero e ignoraban a los soldados, dirigiéndose directamente hacia Eren, que seguía sin responder. Armin se saltó el protocolo y se acercó hasta a su amigo para decirle palabras que no pudieron captar mis oídos debido a la lejanía, pero sí que vi cómo clavaba una de las espadas sobre el brazo titánico de Eren. Aquello le hizo reaccionar y el titán se puso en pie emitiendo un enorme rugido que hizo que se me pusiera la piel de gallina.

Eren consiguió finalmente recoger la roca y comenzó a caminar hacia el agujero. Aquello había sido una victoria para Armin, que celebraba que su amigo estuviera cumpliendo con su objetivo, pero mis ojos solo podían ver con horror cómo parte de mis compañeros eran devorados sin piedad en su intento por defender al castaño. Si conseguía cumplir aquello, si conseguía tapar el agujero, aquello no iba a ser una victoria de la humanidad para mí. Se habían perdido demasiadas vidas.

—¡Protegeremos a Eren hasta la puerta aunque perdamos la vida! —nos gritó Mitabi— ¿¡Me habéis entendido!?

Todo el mundo se movía a mi alrededor, mientras yo permanecía inmóvil. Rico, Mikasa y otros miembros de aquel pequeño escuadrón se movían con destreza asesinando titanes mientras yo seguía paralizada. Nunca había tenido tanto miedo. Nunca había visto a los titanes tan de cerca y ver a Eren, en su forma de titán, ayudando a la humanidad no dejaba de parecerme un extraño sueño del que quería despertar. Sentía que mi cuerpo se estremecía. Solo deseaba salir corriendo de allí, regresar a Klorva y volver a ver la sonrisa inocente de Ezra.

Vi a Mitabi morir. Su mirada agonizante se cruzó con la mía mientras un titán le destrozaba sin piedad con sus dientes y mis ojos se llenaron de lágrimas. Él extendió su brazo, como si me suplicara que parara aquel sufrimiento mientras sus huesos crujían bajo los dientes de aquel titán. Yo me mordí el labio y aferré una de mis espadas, pero era incapaz de moverme. Era incapaz de reaccionar. Era incapaz de salvar a alguien.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now