XVI

6.7K 677 712
                                    

Terminé de frotar con brío la última esquina del frío suelo de la pequeña casa en la que todavía estábamos escondidos. Levi y el resto del escuadrón habían regresado hacía unas horas. La misión había sido un éxito y el capitán había llegado a un acuerdo con Dimo Reeves, líder de la compañía Revees, que, a partir de ese momento, colaboraría con nosotros. Erwin había tenido razón, la Policía Militar estaba tras nosotros y mientras se planeaba conjuntamente qué hacer junto a la compañía Reeves yo hacía labores de criada.

Levi estaba enfadado conmigo, más de lo que yo incluso en su momento me imaginaba. Lo primero que había hecho nada más regresar de la misión había sido castigarme. Ni siquiera había dado una razón, pero tampoco la necesitaba, pues me imaginaba a qué podía deberse. Ya lo había notado, había notado su enfado cuando nuestros ojos se cruzaron en Trost. Seguramente me habría visto hablando con Tanya y yo sabía mejor que nadie que esa distracción la podíamos haber pagado muy caro.

Y, cómo no, su castigo consistía en tenerme limpiando como una esclava. Levi había sido claro, quería ver reflejado su rostro en el suelo y, por supuesto, no podía tener nada de ayuda por parte de los reclutas, quienes estarían ocupados en otras tareas como recolectar leña o cubrir los turnos de rastreo de los alrededores para asegurarse de que nadie nos estaba observando. Él, mientras tanto, se ocupaba de vigilarme de vez en cuando, como si esperara pillarme en una especie de renuncio y poder castigarme más todavía por intentar, por ejemplo, saltarme alguna de las tareas. Tuve que morderme la lengua en más de una ocasión. Y fue bastante difícil. Era como si me provocara para tener otra excusa con la que torturarme.

Maldije por lo bajo la estampa de Levi en numerosas ocasiones. Barrí, limpié el polvo y las ventanas y fregué los suelos, destrozando mis rodillas tras varias horas de frotarlos con un trapo. Suspiré, limpiándome el sudor de la frente con el dorsal de la mano y me puse en pie a duras penas. Salí de la casa cargando el cubo de madera lleno del agua sucia y lo vacié contra unos arbustos para, después, meterme de nuevo en la casa. Me apetecía darme una ducha, hacer algo por mí tras pasar toda la mañana llenándome de polvo, pero, al pasar por delante de una de las habitaciones, me detuve. Levi parecía estar inspeccionando el resultado de mi limpieza exhaustiva, así que le observé con curiosidad, apoyada en el quicio de la puerta de brazos cruzados. No tardó demasiado en percatarse de mi presencia y, aunque su rostro lucía tan imperturbable como siempre, noté por el extraño brillo en sus ojos que no estaba precisamente contento con la actitud chulesca que estaba mostrando en esos momentos y, para colmo, sonreí de medio lado. No podía evitarlo, me resultaba de lo más gracioso.

—¿Es que no está conforme con lo ve reflejado en los muebles, capitán? Me temo que yo no puedo hacer nada en eso. Limpio, no hago milagros transformando las caras de vinagre como la suya.

Lo sé, era una bocazas, pero es que la mera presencia de Levi era como si me provocara, me obligaba a decir todas aquellas cosas que sabía que no estaban bien. Levi abrió la boca ligeramente para responder, permaneciendo unos segundos en silencio antes de hablar.

—¿Te crees graciosa por soltar toda esa mierda por la boca?

Abrí los ojos de par en par por su reacción, pero, después, fruncí el ceño.

—Al contrario. Pero me molesta que dudes de mis capacidades para cumplir un castigo. ¿Crees que no me he dado cuenta? Has estado todo el maldito día siguiéndome, asegurándote de que hacía un buen trabajo. ¿Es que no tienes nada mejor que hacer? Sé hacer mi trabajo. Lo sé hacer muy bien.

—¿Eso te hace sentir bien? ¿Crees por eso que eres mejor que el resto? —replicó Levi tras chasquear la lengua. Hablaba con una tranquilidad que me ponía la piel de gallina, pero noté el cierto tono de malicia que guardaban sus palabras.

Más allá de las murallas - SnK [LevixReader]Where stories live. Discover now