[4] Cabreo.

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DIANA.

Nerviosa era un adjetivo que se quedaba muy corto para lo que sentía en ese momento. El corazón me latía desbocado contra mi pecho y tenía que hacer profundas respiraciones para no demostrar mi alterado estado. Y todo por un frío y distante hombre que estaba sentado a mi lado con el rostro inexpresivo y las emociones hundidas en lo más profundo de su ser. Sin embargo eso no era lo peor, sino que a pesar de que sus gestos no demostraban nada, sentía la terrible sensación de que quería gritar y golpear a algo por lo que su madre estaba contándole en ese mismo instante.

Empecé a pensar que esto no era tan buena idea como había creído al principio.

  –No iré –dijo entonces Rick, con el tono de voz tenso y una expresión tormentosa en los ojos. Estaba empezando a descubrir poco a poco pequeños rasgos que me daban pistas sobre su estado de ánimo. Actualmente estaba muy, muy enfadado–. Tengo mucho que hacer aquí, Marie. Envía a otro en mi lugar.

Me tensé instintivamente cuando Marie entrecerró los ojos con una clara expresión de amenaza. Me estremecí. La Alfa tenía una mirada capaz de provocar que te echases a llorar; sin embargo, Rick había la había heredado. Era como presenciar una pelea de lobos... pero con solo mirarse.

  –Irás tú, Rick. Eres el único que puede hacerlo –el tono de voz de Marie era capaz de congelar un continente entero. Casi estornudé–. Y no es opcional.

–¿Y quién...? –empezó a decir Rick, pero se interrumpió al darse cuenta de que seguía ahí. Si no hubiese sido porque agradecía que no me incluyesen en aquel horrible duelo de miradas asesinas, me habría ofendido de que se hubiera olvidado de mi presencia–. Sabes que me necesitan aquí, Marie. Dentro de poco será el Festival de Invierno y...

Cuando la Alfa apretó los dientes, creí que acabábamos de empezar en una nueva era glacial. Era aterradora, y ahora entendí por qué mi padre hablaba con tanto respeto de ella. 

–Estaréis de vuelta para entonces–le interrumpió ella, haciendo un movimiento de las manos–. Diana tiene una cita con Jacques... –me tensé cuando me nombró y recordó la dichosa cita. Casi quise meterme bajo la mesa cuando Rick me miró fijamente, clavándome una de esas frías miradas– Y tú puedes faltar hasta entonces. Ahora, vete de aquí antes de que decida enseñarte por qué sigo siendo la Alfa.

  –Marie...–Rick parecía a punto de gritar. Tenía la mandíbula apretada y hablaba entre dientes; jamás le había visto siendo tan emocional.

–Largo –le espetó ella con el ceño fruncido, señalándole la puerta.

Un profundo gruñido furioso inundó el aire. Me sobresalté cuando Rick se levantó de repente y salió del despacho dando un portazo; en cuanto lo hizo, me di cuenta de que había estado reteniendo el aire.

Cuando miré a Marie, me sonrió ampliamente como si no acabase de tener una discusión agresiva con su hijo pequeño. Parpadeé sorprendida.

  –Parecía muy enfadado –susurré algo incómoda–. No pensé que le molestaría tanto.

Marie se rió levemente y negó con la cabeza, reclinándose sobre la silla de cuero del escritorio.

–Rick no está acostumbrado a recibir órdenes. Realmente, ningún Sucesor las soporta... Y él, por muy frío y controlado que parezca ser, tampoco lo hace –Marie sonrió como una pirata, con los ojos brillantes como si acabase de encontrar un tesoro–. Pero bueno, lo importante es que al final ha decidido obedecer. Habría sido incómodo tener que obligarle.

Fruncí el ceño mientras intentaba entender su significado de obedecer. Estaba segura de que Rick había salido del despacho para no atacar a Marie por obligarle a hacer algo que no quería.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Where stories live. Discover now