[20] Incógnitas.

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DIANA.

Me senté en la mullida cama de la habitación que me habían asignado y resoplé con fuerza, maldiciendo mentalmente a Damon por haberme dado una habitación que estaba conjunta a la de Rick. El vampiro tenía un sentido del humor muy retorcido... casi tanto como el de Jake.

Puse los ojos en blanco y gruñí en voz alta. Si ya era bastante difícil no pensar en él,  ahora que sabía a ciencia cierta que Rick dormiría en la habitación de al lado, iba a ser imposible olvidarlo... Al menos, por un instante. Resoplé. Iba a volverme loca.

Me levanté de la cama y busqué algo que hacer, algo que me distrajera lo suficiente. Había pasado una hora desde que había salido de aquella cocina con la mente hecha un lío; en cuanto me había refugiado en esta habitación, lo único en lo que había querido pensar era en arreglar el poco equipaje que había traído conmigo. Sin embargo, había terminado demasiado pronto... Y necesitaba algo más en lo que pensar.

Una sonrisa se extendió por mis labios cuando me encontré con el enorme y desgastado libro que había escrito la difunta sanadora de la manada de Marie. A pesar de que no sabía su nombre, estaba empezando a sentir una gran curiosidad por la mujer que había escrito ese increíble libro y sobre cómo había muerto. Mordiéndome el labio, lo cogí con cuidado y me senté en medio de la cama, con las piernas cruzadas y el viejo ejemplar delante de mí. Pasé con cuidado mi mano sobre el viejo encuadernado de cuero marrón y lo abrí con cuidado por una página al azar; al instante, me sentí absorbida por la lectura. 

No supe cuanto tiempo pasó mientras leía, pero la tinta negra y la elegante letra parecía ser eterna. A cada página que pasaba, encontraba nuevos dibujos de nuevas plantas y nuevos antídotos. Sin embargo, salí de mi ensimismamiento cuando encontré una página que no había sido terminada. Mi estómago se apretó. ¿Había muerto antes de terminar aquella obra maestra?

Pasé las amarillentas páginas casi con ansias de saber algo más de aquella mujer, pero no encontré nada... O al menos, eso fue lo que pensé. En las últimas páginas encontré de nuevo algo escrito por ella, pero no era nada parecido a lo que había leído con anterioridad: en estas páginas no hablaba sobre nuevas maneras de curar a la gente, no había antídotos ni maravillosos dibujos. Su letra, que antes había sido elegante y estilizada, ahora era temblorosa, como si el dolor le hubiese nublado la vista. 

Mientras leía, la compasión por ella me inundó.

''No creo ser capaz de aguantar este dolor por más tiempo, no creo ser capaz de mirarles a los ojos después de lo que me han arrebatado. Marie me pide que perdone a aquel monstruo que me ha quitado a lo más preciado para mí... Me pide que le perdone a ella. 

Pero, ¿cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo perdonar que mataran a mi hijo?''

Mi corazón se apretó con fuerza mientras leía el único nombre que había escrito en el libro, y aquella última pregunta se clavaba en mi alma. Mi corazón empezó a latir con rapidez, sin entender nada de lo que había escrito.

¿De qué demonios hablaba aquella mujer? ¿Qué tenía que ver Marie en todo aquello?

* * * * * * * * * * *

Salí de mi habitación con rapidez, pensando en encontrar  a Rick para que pudiese resolver alguna duda que estaba empezando a quemar en mi mente. No quería guiarme por algo que una mujer había escrito, y mucho menos cuando había pasado por algo tan doloroso como la pérdida de su hijo... Sin embargo, quería saber por qué demonios estaba el nombre de Marie ahí escrito; sobre todo, quería saber qué había tenido ella que ver en todo eso.

Llamé a la puerta de su habitación, pero nadie respondió. Insistí durante minutos, pensando que él realmente estaba ignorándome, hasta que una divertida voz llegó hasta mí:

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||حيث تعيش القصص. اكتشف الآن