[31] Temores.

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DIANA.

Inspiré lentamente mientras me limpiaba la sangre de las manos en el lavabo del baño. Con el corazón en un puño y el estómago apretado al pensar que la sangre que manchaba el agua era de Rick, cerré el grifo cuando sentí las manos heladas y el agua salía por fin limpia. Con un estremecimiento, miré mi reflejo en el espejo y observé las marcas de las ojeras tras haberme pasado toda la noche cuidando de Rick y los ojos rojos por las lágrimas; tras horas limpiando las heridas, por fin habíamos conseguido controlar la hemorragia y ahora Rick dormía profundamente.

Después de haberme pasado toda la noche cuidando de Rick, me había dado cuenta de que la lealtad que sentía Alan hacia él era increíblemente grande. Jamás había visto a nadie de la manada de Marie tratar a Rick así, como si fuera su Alfa, como si él fuera el único que pudiese cuidar de todos ellos. Alan, sin embargo, lo hacía. Y eso me hacía recordar el respeto que habían mostrado los lobos que vigilaban los alrededores, la manera en la que habían obedecido sin rechistar cuando Rick les ordenó que se apartaran.

Lo único que no podía entender era por qué. ¿Por qué aquí Rick era tratado como el futuro Sucesor, pero en la manada de Marie no? ¿Qué había ocurrido para que le tratasen así, con tanta indiferencia? ¿Qué era lo que se ocultaba tras todo esto?

Cerré los ojos y me apoyé en el lavabo, inclinando la cabeza. Sentía dolor y pesadez, tanto por el cansancio como por la cantidad de preguntas que se repetían en mi mente. Necesitaba respuestas ya, pero no podía preocuparme ahora por eso. A pesar de todo, me sobresalté cuando la puerta del baño sonó.  

  –Diana, ¿estás ahí? –la profunda voz de Alan resonó por todo el modesto baño. Parpadeando lentamente, abrí la puerta y miré al enorme hombre que había delante de mí. Tenía el ceño fruncido y una expresión preocupada y tensa en el rostro–. Tienes mal aspecto, deberías descansar.

–No, no quiero descansar –dije seriamente, pasándome las manos por el rostro. No podía ni siquiera pensar en dormir mientras Rick estaba tan débil cerca de mí– ¿Qué es lo que ocurre?

Alan se quedó en silencio con una mueca en los labios.

  –Debo regresar a la aldea, el Alfa necesita... Bueno, el Alfa me necesita –sentí un hueco en el estómago al darme cuenta de que incluso él, un lobo casi desconocido, también guardaba secretos para mí. Apreté los labios en una fina línea–. Regresaré lo antes posible, pero tengo que asegurarme de que todo anda bien. 

Asentí seriamente mientras él se giraba, fijando su mirada en la puerta abierta de la habitación en la que descansaba Rick.

–No te preocupes por él–dije cruzándome de brazos, molesta al notar que no se fiaba del todo de mí. ¿De verdad creía que iba a hacerle daño a Rick?–. Cuidaré de él.

Alan me lanzó una rápida mirada, y tuve que controlar un profundo gruñido cuando vi la duda y una cruda amenaza brillando en el fondo de sus fríos ojos azules. Cuando nuestras miradas se separaron, él salió con rapidez de la cabaña. 

En cuanto la puerta se cerró, solté todo el aire que había estado conteniendo. Caminé lentamente hasta la habitación de Rick y, a pesar de haber estado toda la noche con él, todavía me sorprendió ver la imagen tan delicada que tenía. Con el rostro levemente sudado por el dolor, la piel pálida por la pérdida de sangre y la enorme cantidad de vendas que cubría su pecho y su hombro izquierdo, y que habían empezado a enrojecerse de nuevo, parecía estar sumido en un profundo sueño del cual no quería despertar. El miedo se clavó duramente en mi estómago, pero contuve un estremecimiento.

En silencio, me incliné sobre él y le di un suave beso en los labios. Después, limpié el sudor frío de su frente y me aseguré de que la herida no se hubiese abierto de nuevo, y agradecí profundamente la rápida sanación de la que contaba Rick. Si hubiese sido humano, un mordisco de aquel tamaño lo habría matado en cuestión de minutos; pensar en ello me hizo recordar lo que había dicho Rick antes de desmayarse: que su padre no había sabido lo que hacía. En aquel momento no había analizado lo que había dicho pues el miedo a que se muriese delante de mí había estado nublando cualquier rastro de razón, pero ahora solo podía preguntarme por qué demonios su padre había sido capaz de atacarle de una manera tan mortal y agresiva. 

¿A dónde había ido Rick ayer por la noche? ¿Por qué su padre le había atacado de aquella forma?

Suspirando, decidí que no podía seguir pensando en cosas así. Tendría las respuestas en cuanto Rick abriese los ojos, y eso ocurriría en cuestión de horas.

Ahora, lo único que debía hacer era esperar. 

* * * * * * * * * 

RICK.

Desperté con un agudo dolor extendiéndose por todo mi cuerpo. Un gruñido se quedó atascado en mi garganta mientras, con dificultad, pasaba las manos por las vendas que cubrían gran parte de mi pecho y mi hombro izquierdo; cuando recordé todo lo que había pasado, maldije entre dientes.

Conteniendo la respiración, me incorporé lentamente mientras sentía como la cabeza me daba vueltas. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que había tenido que pelear contra mi padre, pero estaba seguro de que no el suficiente como para que la herida que había recibido se curase del todo. 

Sin embargo, no podía quedarme en cama mucho tiempo más. Quedaban pocos días para el Festival de Invierno, y todo lo que significaba. Debía encontrar la forma de controlar a mi padre, de hacerle entrar en razón, a pesar de que sabía que esta iba a ser la última vez, y por tanto, la más difícil.

No obstante, lo peor iba a ocurrir antes de todo aquello. Exactamente, hoy. Inspiré con los ojos cerrados y capté el olor de Diana en la cocina; de fondo, podía escuchar como murmuraba para sí misma. A pesar de que no quería, de que deseaba poder dormir hasta que todo esto terminara y nuestra Unión fuera imposible, no podía. Se lo debía a ella: una respuesta. Una explicación...

Y eso era lo que estaba a punto de darle. 

El por qué que tanto había estado ansiando.

Solo esperaba que, tras saber la verdad, tomara la decisión acertada: que se marchara. Aunque se llevase con ella parte mi alma.


LAMENTO MUCHÍSIMO NO HABER ACTUALIZADO ANTES, HE SUFRIDO UNA ESPECIE DE PÉRDIDA DE LA INSPIRACIÓN. OS JURO QUE ABRÍA CADA DÍA WATTPAD, PERO NO ENCONTRABA NINGUNA FORMA DE CONTINUAR ESTA HISTORIA. LA PARTE QUE VIENE, EL SIGUIENTE CAPÍTULO O EL QUE VIENE, ES SEGURAMENTE EL MÁS DIFÍCIL DE LA HISTORIA, Y CREO QUE TENGO MIEDO DE DECEPCIONAROS, PUES POR FIN SABRÉIS LA VERDAD DE RICK. T-T

Lamento la espera, os quiero muchísimo y os agradezco todo el apoyo que me habéis dado en estos tres libros. Un beso, y espero que me perdonéis.

LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora