Capítulo extra [7]

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LUCY.

Inspiré lentamente mientras intentaba controlar mi respiración, mirando con el ceño fruncido al enorme lobo que tenía delante de mí, con los latidos de su corazón completamente regulares, no como los míos. Contuve un bufido exasperado cuando por su rostro cruzó una sonrisa burlona al darse cuenta de lo mismo, mirándome con aquellos ojos plateados que parecían brillar por la diversión. Esta vez, no pude contenerme y puse los ojos en blanco.

Derek se echó a reír entonces y su cuerpo entero se relajó mientras se pasaba una mano por su pelo revuelto. Por unos instantes me pregunté como conseguía verse tan bien incluso mientras estaba sudado y acababa de pelear contra mí.

 –Demonios, es como jugar con una niña–dijo entonces él, dándome la espalda mientras se dirigía hacia el pequeño banco en el que tenía una pequeña botella de agua y una toalla. Después de darle pequeños tragos a la botella, me miró entonces con cierta seriedad, a pesar de que seguía notando lo divertido que le parecía– ¿Quién se supone que te ha enseñado a defenderte? ¿Un trozo de nube? Hasta mi hermana pequeña me pega más fuerte que tú, Lucy.

Gruñí mientras me apartaba el sudor de la frente y lo fulminaba con la mirada, recordando todos los profesores que había tenido, los cuales habían ido dimitiendo al ver las miradas amenazantes de mi padre. Mientras caminaba hacia él, pensaba en el terror que habían sentido los adiestradores de hacerme daño alguno, y de las represalias que eso traería.

  –Estúpido –le espeté cuando estuve en frente de él, quitándole la botella de las manos–. Sabes perfectamente por qué. Nadie se atreve a poner una mano sobre mí, a pesar de que mi parte de loba lo necesita con urgencia. ¡Pero si hasta tú te acabas de contener, sabiendo lo que pasaría si me llegas a hacer daño!

Derek frunció el ceño entonces, tirándome la pequeña toalla al rostro sin previo aviso. Sin ser lo suficientemente rápida, la tela golpeó contra mi cara y al instante mis mejillas se colorearon.

  –No te confundas, yo no me he contenido por miedo a tu padre, sino porque no quiero hacerte daño–sus ojos entonces brillaron con un enorme cariño, y al instante me sentí mejor. Derek era un ángel, a pesar de su carácter explosivo y desafiante–. Sin embargo, te aconsejo que hables con tu padre sobre esto. Quieras o no, tu loba necesita pelearse de vez en cuando, y más siendo una Sucesora. Tienes que poner en práctica tu lado dominante, y cuanto antes.

  –¿Te crees que no lo sé? –gruñí entonces, sentándome en el banco y mirando el enorme gimnasio vacío, sintiendo como mis músculos gritaban en protesta por el ejercicio que llevábamos haciendo toda la mañana–. Hace tres años que pasé la transformación, y desde entonces empiezo a sentir como una parte de mí lucha por salir, a pesar de que no entiendo por qué. Hay algo dentro de mí que grita, diciéndome cosas que no comprendo, que sé que llevan ahí toda mi vida y que en algún momento tuvieron significado, pero que ya no recuerdo...

En ese momento, sentí como aquella parte de la que hablaba surgía de nuevo. Cerrando los ojos con fuerza, sentí como si helados alfileres se clavaban en mi mente, intentando recordar algo que estaba profundamente enterrado en mí. Mis manos empezaron a temblar, pero me agarré con fuerza las rodillas para que Derek no lo notara. De pronto, el rostro de Tobías surgió en mi mente, siendo lo único claro que había en ella; lo demás, trozos inconexos de recuerdos, de antiguos recuerdos... Y de pronto, su voz sonó dentro de mi cabeza, recordando lo que había susurrado días atrás antes de desaparecer:

  ''Me preocupo por ti porque tú eres la luz que me sacó de las tinieblas. Mi luz.'' 

Mi corazón se aceleró como si hubiese estado corriendo durante todo el día. Con un corto gemido, abrí los ojos y sentí como una gota fría de sudor recorría mi espalda, haciéndome estremecer. ¿Qué demonios me estaba ocurriendo con él? ¿Por qué no podía sacarme aquellas palabras de la cabeza? ¿Por qué aquella parte de mí que no conocía parecía responder con tanta fuerza a él?

De repente, una enorme mano pasó por delante de mis ojos y salí de mis pensamientos de golpe. Levantando la cabeza, vi que Derek me miraba con una ceja alzada y la preocupación fundida en sus ojos.

  –¿Lucy? ¿Estás bien? De pronto te has quedado inmóvil y en silencio.

Mis mejillas se colorearon y me levanté del banco de un salto, caminando con rapidez lejos de él. En ese momento no podía hablar con él, no quería hablar con él sobre lo que había ocurrido en mi cabeza. Necesitaba pensar y buscar las respuestas por mí misma... En silencio y en soledad.

–¡Sí, claro! ¿Por qué debería pasarme algo? –me reí con nerviosismo mientras evitaba sus ojos–. Solo empecé a imaginar lo genial que sería darme un baño –una pequeña y falsa sonrisa surcó mis labios, y la sentí tan ficticia que mis  al instante mi corazón se contrajo–, y la verdad, estoy deseando cumplirlo mi deseo. Nos vemos más tarde, ¿vale? 

Sin darle tiempo a responder, salí rápidamente del gimnasio y suspiré mientras intentaba olvidarme del brillo sorprendido y preocupado de su mirada. Intentando alejarme lo más rápido posible de todo ser vivo, me alejé corriendo de allí.

* * * * * * * * 

Me hundí en la bañera mientras sentía como todos mis músculos se destensaban. Con un suspiro de placer, me recosté en el frío material y apoyé mi cabeza, cerrando los ojos y disfrutando del momento.

Sin embargo, el momento de paz duró poco, pues las imágenes de Tobías volvieron a surgir en mi mente junto con aquella parte oculta de mi ser que me gritaba que abriera los ojos.

Haciendo un esfuerzo, recordé el primer momento que tenía de él y una pequeña sonrisa se extendió por mis labios. Yo había cumplido los trece años, y la primera vez que lo vi había estado entre los  numerosos invitados. No entendía por qué recordaba aquella parte de la fiesta en la que él se había acercado a mí con aquella pequeña sonrisa, y me había regalado un delicado collar con una pequeño diamante en forma de estrella que brillaba con fuerza. Inconscientemente, me llevé la mano al cuello y suspiré de alivio al saber que todavía seguía ahí... Como siempre, desde entonces. Mi corazón se aceleró y mi estómago se apretó.

Y en ese entonces, entendí por qué estaba tan obsesionada con él. Sin poder contener la emoción del momento, me hundí en el agua intentando aclarar mi mente y mis sentimientos de cualquier manera. Mientras sentía como el agua caliente me envolvía por completo, recordé todos los momentos en los que le había visto y todas las emociones que había sentido, y las piezas que había en el puzzle de mi cabeza empezaron a encajar una a una, como si hubiese dado con la clave de todo aquello.

Sin embargo, una parte interior me gritaba que todavía no. Que todavía quedaba una única pieza por encontrar... Y no podía hacerlo sola.

Sacando la cabeza del agua, abrí los ojos y los clavé en la parte superior del cuarto de baño, pensando cómo demonios iba a decirle a mi padre que había encontrado a mi Compañero de Vida... Y que era un poderoso vampiro con el que me había fugado días atrás.

Sin poder contenerme, me eché a reír.


LUCHA DE IGUALES. || LB#3 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora